Y
dan ganas de llorar. A tres meses de las elecciones generales y veinte
días de la primera investidura fracasada estamos igual que entonces. O
peor, porque queda menos tiempo. No hay negociaciones. Hay bravatas,
amenazas, burlas. Pero no negociaciones, ni principios de acuerdos. Y
muchos se preparan para las nuevas elecciones que se convocarán
automáticamente el 2 de mayo y se celebrarán en junio.
Realmente
parece mentira. La dirigencia política española es un espectáculo de
pura incompetencia. Porque si no hubiera acuerdo en la prioridad de
preferencias, podría comprenderse esta parálisis en la que los líderes
no negocian, ni se hablan. Sin embargo, el orden de prioridades está
claro para todos ellos: hay que echar a esta banda de ladrones antes de
que termine de expoliar el país. La Gürtel, la Púnica, Taula, Valencia,
Matas, son jalones de una aventura colectiva: una serie de amigos montó
una organización para delinquir y le llamaron "partido político", en
concreto, Partido Popular.
Ese partido que, según Aznar era incompatible con la corrupción
y ha resultado sr la corrupción misma, viene desgobernando y
esquilmando el país desde hace años, arruinándolo al extremo de que,
como sucede en Valencia, la gente tardará decenios en pagar la deuda
pública. Hay que echarlos como medida urgente y categórica. No se puede
permitir que sigan corrompiéndolo todo y en todos los órdenes. No se
puede tener un presidente del gobierno, condensación suma de la inepcia,
que es el hazmerreir en el exterior y en el interior.
La
necesidad de liberarse de un gobierno de apandadores, de expoliadores
de lo público, de arruinadores de la gente tendría que haber provocado
ya la formación de una gobierno de coalición de una u otra forma. Pero
no es el caso. Y sigue al mando un personaje que debía haber dimitido
hace años y que ahora, a mayor abundamiento, lleva su actitud tiránica
al extremo de declararse públicamente al margen de la fiscalización
parlamentaria. Más o menos, un grupo de forajidos.
Y
los políticos de la oposición son incapaces de ponerse de acuerdo ni
para econtrar una solución transitoria, con la finalidad de echar a
Mariano Garrapata y luego ya se vería qué alcance tendría la posible alianza. Ni siquiera se atreven a presentar una moción de censura.
Y
tampoco es tal la hipotética variedad de opciones que paralice y/o
suspenda el ánimo porque no hay más que tres posibles (con variantes
menores): 1ª) Gran coalición PP y PSOE; 2ª) coalición "ucedea", PSOE y
Ciudadanos con abstención de Podemos; 3ª) coalición izquierdista (PSOE,
Podemos) con la abstención del PSOE. Por supuesto, cada maestrillo tiene
su librillo y cada analista tendrá unas preferencias sobre otras. Desde
siempre, la preferencia de Palinuro ha sido el "bloque de la izquierda"
(PP, Podemos, IU e indepes catalanes), pero no se le oculta que la
coalición "ucedea" también consigue el objetivo estratégico de echar a
estos sinvergüenzas. Y, en la medida en que lo consiga, bienvenida sea.
Lo
que es absurdo en que ninguna de ambas posibles coaliciones cuaje
pudiendo hacerlo cualquiera de las dos. Absurdo y descorazonador porque
quiere decir que sigue habiendo actitudes viscerales, venganzas,
personalismos. Sin duda, llama la atención qué sometido al parecer del
IBEX35 está Ciudadanos, pero no más de lo que parece estar Podemos por
las obsesivas vendettas de Anguita.
El
PSOE se deja querer por ambos lados, aunque no pueda mirarlos como si
hubiera una simetría y él fuera imparcial. No lo es. No lo es nadie. Y
es lógico que las razones que se aducen en las alianzas sean de peso
distinto y así se entiendan. De forma muy complicada por lo que los
vetos jamás serán admisibles. Es verdad que el veto de Podemos al pacto
del PSOE con Ciudadanos no es de recibo. Pero el PSOE no puede presumir
cuando, él, a su vez, tiene vetada al PP. Y Ciudadanos, a su vez, a
Podemos con quien asegura no poder ir en el mismo barco. Todos se vetan a
todos, cada uno a cada uno.
En
definitiva, la prioridad de la preferencia es tan inexcusable que no se
entiende cómo no se ha llegado a alguna, la que fuere. De forma que
casi podría echarse a suertes. Donde no hay necesidad, el azar es lo más
inteligente.
Pero lo esencial s quitarse esta plaga de encima.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
No hay comentarios:
Publicar un comentario