sábado, 5 de marzo de 2016

El fracaso de Sánchez empeora la situación / Pablo Sebastián *

Investidura fallida de Pedro Sánchez. Se veía venir y nunca ha ocurrido una cosa así desde el inicio de la transición. Ni en España ni en la Unión Europea, porque presentarse ante el Parlamento a pedir los votos de la Cámara para presidir y formar gobierno sin contar previamente con los votos necesarios no solo es una temeridad sino una frivolidad.

Y un desprecio a la vida democrática, amén de un engaño al Jefe del Estado -en este caso el Rey Felipe VI- a quien Sánchez aseguró que él podría formar gobierno y al que debió volver para comunicarle que había fracasado en su intento y que por lo tanto no podía someterse a la investidura. Que es lo que dijo Rajoy al monarca. Y lo que muchas veces ha ocurrido en países como Italia, Bélgica, Holanda, etc, cuando los encargados de formar gobierno no lo logran y desisten del intento antes de acudir al Parlamento para que el Jefe del Estado proponga a otro candidato.

Que Pedro Sánchez lo ha intentado y ha actuado de buena fe -él y su compañero de fracaso Albert Rivera- no cabe duda. Pero cuando vio que no tenía apoyos debió dar un paso atrás porque su excusa de decir que ‘ha desbloqueado las instituciones’ camino de elecciones generales es una falacia con la que intenta justificar su fracaso, tras el que sin duda se esconde su intento de permanecer en el liderazgo del PSOE.

Y sorprende que Sánchez haya caído en la trampa de Pablo Iglesias quien desde el primer momento dejó claro que no quería un pacto con el PSOE al poner un precio impagable a sus apoyos: un gobierno de coalición al 50% PSOE-Podemos, una super vicepresidencia para él, un referéndum en Cataluña, política social deficitaria, impuestos a granel y fin de la convergencia fiscal con la UE.

Y ante semejante oferta, que Iglesias la hace pública cuando Sánchez está reunido con el Rey, el líder del PSOE responde: ‘doy las gracias a Pablo, porque los militantes y los votantes del PSOE y Podemos nunca entenderían que no llegáramos a un pacto de Gobierno’ (sic).

Luego Sánchez se va con Albert Rivera y firma un pacto de gobierno, sin previamente consultar el contenido del mismo a Podemos ni al PP, y después de las pomposas firmas –diciendo que era un pacto histórico y el inicio de la segunda transición- le piden al PP y a Podemos que les regalen sus votos o su abstención, como si los demás fueran un par de tontos a su servicio.

Y a todo esto se presta Albert Rivera con igual temeridad que Sánchez firmando un pacto que nunca se cumplirá, que solo le sirve a Sánchez para justificarse ante su partido y a Ciudadanos para vender la idea de partido conciliador que busca un gobierno estable. Bonitas palabras al margen de la realidad. Y asombroso resulta que Rivera le pida a Rajoy que lo reciba para contarle el pacto que ya está firmado -y que conocía todo el mundo- y para pedirle la abstención del PP justo después que Sánchez dijera que dicho pacto era solo para echar a Rajoy y al PP del Gobierno.

Rivera también perdió el contacto con la realidad y para empeorar más si cabe su situación tuvo el mal gusto de invitar a los dirigentes del PP a sublevarse contra Rajoy. Con lo que han roto definitivamente los puentes con el PP, como Iglesias los rompió con el PSOE cuando dijo que Felipe González tiene el pasado manchado de cal viva de los GAL.

Y ahora qué. Pues cabe temer que Sánchez a pesar del fracaso quiera intentar otra vez sumar Podemos a Ciudadanos, lo que parece difícil de imaginar porque Podemos está en la llamada ‘Operación Anguita’, que consiste en buscar un acuerdo muy sólido entre Podemos (5.300.000 votos) e IU (923.000 votos) para en unas nuevas elecciones convertirse en partido líder de la izquierda y segundo partido nacional tras el PP.

La otra posibilidad de la coalición de izquierdas que propone Iglesias -para tomar el pelo a Sánchez- no pasará la criba del Comité Federal del PSOE porque incluye el referéndum catalán. Homs lo dejó muy claro: referéndum de autodeterminación a cambio de apoyo al gobierno de izquierdas.

En realidad solo quedan dos meses de negociaciones y dos opciones: una gran coalición PP-PSOE sin Rajoy y sin Sánchez (Ciudadanos no les hace falta ni puede que los quiera el PP); o nuevas elecciones generales el 26-J, lo que podría provocar que Rajoy se quede en la Moncloa hasta el mes de octubre. O sea que más que desbloquear las instituciones lo que ha hecho Sánchez ha sido abrir la puerta a las nuevas elecciones para obligar al PSOE a volver a contar con él en la cabecera del cartel.


(*) Periodista


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