España
primavera 2006: la coyuntura económica interna muestra gran estabilidad
aunque una gran parte de los agentes políticos agiten el remolino del
desacuerdo. Inconsciencia que puede trastocar la saludable coyuntura e
incluso resultar letal si el muro de la confianza se cuartease.
Sea
bienvenido el anuncio del ministro de Economía, Luis de Guindos, de un
crecimiento del PIB en 2016 próximo al 3%, salvo, advierte,
acontecimientos desastrosos imprevistos. ¿Acaso vinculados a la enorme
volatilidad financiera que se ha registrado al comenzar el año?
Terrorismo excluido.
Las
previsiones de los analistas económicos de Funcas sobre la
economía española para 2016 oscilan entre un avance el PIB del 2,9% y
del 2,3%. La media del consenso se sitúa en un 2,7%, ratio que
coincide con las estimaciones del FMI y la OCDE.
El crecimiento del PIB obedecería a un avance del 2,8% de la demanda interna en tanto que la aportación del sector exterior sería ligerísimamente negativa, un - 0.1%. Entre los componentes de la demanda interna la de bienes de consumo crecería un 2,9% y la de bienes de inversión, formación de capital productivo, sería del 4,8%. Dentro de este último epígrafe destaca el comportamiento de la inversión en maquinaria y bienes de equipo con un incremento interanual del 6,6%.
En definitiva un cuadro macroeconómico positivo para 2016 que prácticamente se repetiría en 2017. El empleo durante este año 2016 crecería un 2,4%, medición hecha sobre el supuesto de puestos de trabajo a tiempo completo, a la vez que la tasa de paro se situaría en el 20,2% de la población activa.
Las cuentas de la administración del Estado y de la Seguridad Social no consiguen cumplir con el objetivo de déficit del 4,2% (se desconocen todavía las cifras de cierre del mes de diciembre). Las previsiones de déficit para 2016-2017 fijan una ratio del 3,5% y del 2,7% del PIB.
Por el lado exterior de la economía los ingresos y pagos por bienes, servicios y rentas de capital, es decir, los distintos epígrafes de la balanza de pagos, han presentado en 2015 un superávit equivalente al 1,5% del PIB. En 20104 el superávit fue de 1% y las previsiones para este año son del 1,4%.
Simultáneamente las turbulencias financieras de la economía global de comienzos del año parecen calmarse. No ha tenido lugar ninguna guerra de divisas provocada por las devaluaciones de los tipos de interés nulos o negativos. Tranquilidad en los mercados de divisas: el dólar ha recuperado prácticamente su cotización con el euro (1,126$/Euro) mientras que la temida depreciación del yuan chino se ha desvanecido.
Bolsas de valores: la estadounidense que había caído un 10% se ha recuperado en la misma proporción. Algo semejante ha sucedido con las bolsas europeas aunque la recuperación ha sido algo más débil. En todos estos vaivenes hay que tener en cuenta cómo los precios del petróleo han podido influir en la evolución del dólar y en las cotizaciones de las acciones.
Hay una correlación entre el precio del petróleo y el dólar que viene de lejos. Cuando uno sube el otro baja. Ahora, puntualmente, la caída del precio del petróleo ha introducido un riesgo en las cotizaciones de las compañías extractoras y distribuidoras. En cualquier caso, los inversores han sufrido pérdidas de 150.000 millones de dólares en el valor de los bonos emitidos por las petroleras y las gasistas.
La ligera recuperación del precio del petróleo por encima de los 40$/bbl ha transmitido calma a los mercados. Ahora bien, pese a estos quebrantos los índices bursátiles estadounidenses muestran una ratio precio/beneficio del 18, es decir, un per más elevado que en los años previos a la crisis de 2007/2008.
Las acciones están caras. Las facilidades monetarias han sido efectivas en lo que se refiere a las cotizaciones de los valores negociados en bolsas, pero la actividad económica no recupera su potencial de crecimiento, se mantiene el paro y los salarios continúan estancados, mientras los niveles de precios, en especial en la UE, no se aproximan al objetivo del 2%.
Esta asimetría entre la economía real y financiera permite afirmar que los principales beneficiarios sean los poseedores de capital y el sistema financiero.
La política económica ortodoxa venía condenando la presencia del Estado como agente regulador; sus actuaciones impiden que la economía desarrolle todo su potencial. La crisis de 2007/8 demostró lo contrario.
El Retiro como lugar de reflexión. Los bajos precios del petróleo y de los intereses que debe pagarse por el servicio de la deuda, sostienen la actual coyuntura mientras se corre el riesgo de que la imposibilidad de formar un gobierno pueda invertir la bonanza económica que florece con la primavera.
(*) Economista del Estado
El crecimiento del PIB obedecería a un avance del 2,8% de la demanda interna en tanto que la aportación del sector exterior sería ligerísimamente negativa, un - 0.1%. Entre los componentes de la demanda interna la de bienes de consumo crecería un 2,9% y la de bienes de inversión, formación de capital productivo, sería del 4,8%. Dentro de este último epígrafe destaca el comportamiento de la inversión en maquinaria y bienes de equipo con un incremento interanual del 6,6%.
En definitiva un cuadro macroeconómico positivo para 2016 que prácticamente se repetiría en 2017. El empleo durante este año 2016 crecería un 2,4%, medición hecha sobre el supuesto de puestos de trabajo a tiempo completo, a la vez que la tasa de paro se situaría en el 20,2% de la población activa.
Las cuentas de la administración del Estado y de la Seguridad Social no consiguen cumplir con el objetivo de déficit del 4,2% (se desconocen todavía las cifras de cierre del mes de diciembre). Las previsiones de déficit para 2016-2017 fijan una ratio del 3,5% y del 2,7% del PIB.
Por el lado exterior de la economía los ingresos y pagos por bienes, servicios y rentas de capital, es decir, los distintos epígrafes de la balanza de pagos, han presentado en 2015 un superávit equivalente al 1,5% del PIB. En 20104 el superávit fue de 1% y las previsiones para este año son del 1,4%.
Simultáneamente las turbulencias financieras de la economía global de comienzos del año parecen calmarse. No ha tenido lugar ninguna guerra de divisas provocada por las devaluaciones de los tipos de interés nulos o negativos. Tranquilidad en los mercados de divisas: el dólar ha recuperado prácticamente su cotización con el euro (1,126$/Euro) mientras que la temida depreciación del yuan chino se ha desvanecido.
Bolsas de valores: la estadounidense que había caído un 10% se ha recuperado en la misma proporción. Algo semejante ha sucedido con las bolsas europeas aunque la recuperación ha sido algo más débil. En todos estos vaivenes hay que tener en cuenta cómo los precios del petróleo han podido influir en la evolución del dólar y en las cotizaciones de las acciones.
Hay una correlación entre el precio del petróleo y el dólar que viene de lejos. Cuando uno sube el otro baja. Ahora, puntualmente, la caída del precio del petróleo ha introducido un riesgo en las cotizaciones de las compañías extractoras y distribuidoras. En cualquier caso, los inversores han sufrido pérdidas de 150.000 millones de dólares en el valor de los bonos emitidos por las petroleras y las gasistas.
La ligera recuperación del precio del petróleo por encima de los 40$/bbl ha transmitido calma a los mercados. Ahora bien, pese a estos quebrantos los índices bursátiles estadounidenses muestran una ratio precio/beneficio del 18, es decir, un per más elevado que en los años previos a la crisis de 2007/2008.
Las acciones están caras. Las facilidades monetarias han sido efectivas en lo que se refiere a las cotizaciones de los valores negociados en bolsas, pero la actividad económica no recupera su potencial de crecimiento, se mantiene el paro y los salarios continúan estancados, mientras los niveles de precios, en especial en la UE, no se aproximan al objetivo del 2%.
Esta asimetría entre la economía real y financiera permite afirmar que los principales beneficiarios sean los poseedores de capital y el sistema financiero.
La política económica ortodoxa venía condenando la presencia del Estado como agente regulador; sus actuaciones impiden que la economía desarrolle todo su potencial. La crisis de 2007/8 demostró lo contrario.
El Retiro como lugar de reflexión. Los bajos precios del petróleo y de los intereses que debe pagarse por el servicio de la deuda, sostienen la actual coyuntura mientras se corre el riesgo de que la imposibilidad de formar un gobierno pueda invertir la bonanza económica que florece con la primavera.
(*) Economista del Estado
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