El final del mandato del Sobresueldos
está siendo tan estrambótico y pintoresco como su comienzo, cuando
aparecía en plasma jurando que es una persona honrada que no está en política por dinero,
aunque ha demostrado fehacientemente que no está por otra cosa tanto
para él como para sus allegados, sus familiares, su mismo padre, sin ir
más lejos.
Esta
vergüenza de presidente se ha pasado los cuatro años de la legislatura
haciendo y diciendo disparates y tonterías, amparando la corrupción en
todas sus manifestaciones, obstaculizando la acción de la justicia
siempre que ha podido, dando pruebas de una catalanofobia de psiquiatra
que ha hecho más en favor del independentismo que todos los alegatos de
ERC.
Cuatro
años gobernando por decreto, ignorando al Parlamento, engañando y
mintiendo sistemáticamente en todas sus comparecencias públicas, un
embustero compulsivo y un hombre cuya palabra no vale nada.
Ahora,
para rizar el rizo, se ha declarado en rebeldía frente al Parlamento.
Ya pueden los diputados poner en marcha los mecanismos reglamentarios a
su alcance para reclamar su presencia a rendir cuentas, como es su
obligación. No piensa hacerlo. No reconoce autoridad al Parlamento para
controlar su acción de gobierno porque acaricia la idea de que, con un
poco de suerte, acaban nombrándolo dictador perpetuo, que es lo que le
gustaría.
Con
todo, lo importante de este percance no es que el sobresueldos con su
comportamiento de macarra, muy al estilo de la época y de su gente
(basta ver una comparecencia de su portavoz, Hernando), se haya
declarado en rebeldía; lo importante es que los diputados están
aborregados y son incapaces de reaccionar.
Parece
mentira que los representantes, con una abrumadora mayoría en contra
del PP, no se atrevan a adoptar una actitud más enérgica frente a la
evidente desobediencia del gobierno que plantear un conflicto de
competencias ante el Tribunal Constitucional, presidido por un
exmilitante del PP que le debe el puesto a Rajoy. Con ese recurso
cubrirán el expediente, pero el gobierno del sobresueldos seguirá
tratándolos como siervos o esclavos, sin derecho a reclamar nada.
Si
los parlamentarios tuvieran un poco de coraje y apreciaran la relación
que los une con sus votantes, plantearían una moción de censura a este
gobierno de macarras. Es fácil de presentar y fácil de sacar adelante
por mayoría absoluta en la Cámara.
Digno
colofón de una legislatura vergonzosa: con un presidente declarado
persona non grata a todos los efectos por el órgano depositario de la
soberanía popular.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
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