Hoy es el gran día de Pedro Sánchez.
Expondrá su programa de gobierno y no irá muy lejos porque, aunque ha
intentado hacer ofertas a Podemos para conseguir su voto favorable o,
cuando menos, la abstención, ambas son poco probables. Como también lo
serán las hechas a IU, o las confluencias de Podemos. Las ofertas no
varían sustancialmente el acuerdo con C's, que estos otros partidos
consideran insuficiente. En la votación de mañana solo contará con los
votos del PSOE, los de Ciudadanos y el de CC. Lejos de la mayoría
absoluta.
La
segunda votación, 48 horas después, y ya bastará con la mayoría simple
para la investidura. Serán dos días de febriles negociaciones. Para
convertir el voto negativo de Podemos en uno positivo o, cuando menos,
una abstención, Sánchez tendrá que hacer concesiones. Pero su margen es
muy estrecho pues Rivera amenaza con no votar a favor del PSOE si el
acuerdo cambia substancialmente. Como este acuerdo rechaza expresamente
el referéndum catalán, hasta es posible que al voto negativo de ERC y
DiL se sume el de En Comú Podem. La confluencia catalana. 48
horas es muy poco tiempo para eliminar esa sensación de trágala e
imposición que trae el pacto C's-PSOE respecto a las formaciones más de
izquierdas y parece poco probable que Sánchez salga investido en la
segunda votación.
Los
dirigentes del PSOE acusan a Podemos de propiciar la continuidad del
gobierno de Rajoy cuando todas las fuerzas de izquierda, en principio,
están de acuerdo en que la primera y máxima urgencia del momento es
desplazar a la derecha neofranquista y corrupta del poder. Ciertamente,
razonan los de Podemos, pero no obligándonos a votar por un programa que
es una versión algo edulcorada del del PP.
Seguramente
esto es una exageración pues el programa del PSOE/C's incorpora una
buena batería de medidas y reformas que la izquierda también haría. Pero
esta es la esencia de toda negociación: nadie cierra un trato aceptando
sin más la oferta de la otra parte, renunciando a aumentar su ventaja.
Si PSOE/C's llegan hasta donde han llegado, sin duda pueden alargarse
otro trecho en el curso de los dos meses que quedan antes de que, si no
hay gobierno, queden automáticamente disueltas las Cortes y convocadas
elecciones.
¡Ah!
Recriminan los socialistas, ¡pero serán dos meses más del impresentable
Rajoy! No necesariamente. Dos meses es el plazo máximo, pero nada
impide que, mediando buena voluntad por todas las partes, se llegue a un
acuerdo en una semana con una propuesta a tres (PSOE, Podemos et. al. y
C's) o quizá a dos (PSOE y Podemos et al.) con abstención de C's.
Incluso, -¿por qué no?- PSOE y C's con abstención de Podemos et al.
Todas
las opciones están abiertas. Todas deben estar abiertas. Lo esencial es
librar al país de este gobierno de depredadores cuanto antes. Y,
mientras se logra, el Parlamento puede y también debe, emprender ya
reformas así como la derogación de la legislación inicua del PP. Está
legitimado para hacerlo.
No
obstante, Palinuro se malicia que por debajo (o por encima) de las
negociaciones se encuentren consideraciones personales, egos afilados
como puntas de lanza, narcisismos insaciables. Parece que hoy Sánchez
prometerá nombrar ministros independientes, bienquistos de unas y
otros (si es que aún quedan especímenes de este arte sin extinguir),
pero el problema es si los de Podemos, como parece, hacen cuestión de
estar ellos en el gobierno. De ser esta otra línea roja del PSOE (esto
es, además del no al referéndum, no a ministros de Podemos) se trataría
de una situación similar a la de Italia en la primera mitad de los años
70 del siglo XX, cuando la consigna era evitar la entrada de los
comunistas en el gobierno, asunto que, entre otras cosas, le costó la
vida a Aldo Moro. Porque los de Podemos tienen un notoria vitola
neocomunista.
Nadie
reconocerá públicamente este veto. Pero es probable que se dé. Algunos
dignatarios del capitalismo neoliberal más agresivo ya lo han formulado.
En ese caso, Podemos tendrá dos opciones: empeñarse en estar en el
gobierno, lo que nos llevará a nuevas elecciones o a una "gran
coalición" a la alemana, o cambiar su presencia en el consejo de
ministros por un compromiso pogramático mayor y más a la izquierda del
PSOE y C's.
Soluciones,
como se ve, hay muchas. Es preciso dar con la más viable, práctica y
beneficiosa para el interés común, que es el de la mayoría de la
sociedad. Y tranquil@s, que hay dos meses para buscar una fórmula.
Keep calm and carry on.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
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