miércoles, 9 de marzo de 2016

Guardaos de los Idus de marzo / Ramón Cotarelo *

A Podemos le sale cada vez con más fuerza el alma cainita del comunismo de IU. Se vio venir desde el principio y se les advirtió: alejaos del comunismo que es la fórmula más segura para perder elecciones. Lo hicieron al comienzo y el resultado, bien se recuerda, en las elecciones europeas de mayo de 2014, fue espectacular. Tanto que IU y el Partido Comunista que la controla, pasaron del desprecio al halago. Se habían dado cuenta de que Podemos los fagocitaba, como intentaría después, en diciembre pasado, fagocitar al PSOE.Y lo hicieron. Prácticamente, dejaron a la coalición que fundara Anguita en la raspa. Decenas de camaradas comunistas de toda orientación y condición, se pasaron a Podemos. También se les avisó de que devorar a esa velocidad podría ser difícil y hasta indigesto. 

Ahora está viéndose claramente; a Podemos le salen los grumos conflictivos de IU que ha ido tragando. Ya hay broncas en su interior prácticamente en todas partes, ya han aparecido las "corrientes críticas", las "oficialistas", las "recontracríticas", los grupos diconformes, los militantes respondones, los que van con los estatutos en la mano, pidiendo expedientes disciplinarios. Ya está Anguita dando pomposas lecciones mientras Iglesias sostiene que es su " referente intelectual", algo verdaderamente pintoresco. Ya están los catalanes montando su PSUC, los cabezas de ratones locales aquí, allá y acullá levantando banderías de "auténticos". 

Ya están los represaliados represaliando. Las tensiones, iguales como un huevo a otro huevo a las que siempre se han dado en IU, ni siquiera renuevan las formas; son las de siempre. Y el frente de liberación de Judea luchando contra los traidores del frente judío de liberación. La mentalidad comunista imprime carácter. Es absurdo querer ganar las elecciones demostrando ser de un oportunismo y un escepticismo sin límites y cerrarse luego en banda sectaria a todo tipo de concesiones. 

Corresponde a la típica falta de principios leninista, disfrazada de inteligente adaptación a las necesidades de lo real. La dinámica de la bronca interna es destructiva pero inevitable una vez que ha empezado. Podemos ya ha demostrado que no tiene fuerza para gobernar, aunque lo intentó; erróneamente, pero lo intentó. Ahora demuestra que tampoco tiene fuerza para impedir que otros gobiernen. Como partido le queda poco juego por delante. Y sus dirigentes supremos ensalzados por la hagiografía mediática, deben mirar en torno suyo. Los Idus de marzo están aquí.

La corrala de la negociación

La conversaciones para la formación de gobierno van tomando el castizo aire de las corralas zarzueleras. El dúo de C's y PSOE quiere ir del ganchete a la verbena, pero el galán de Podemos, con su cuadrilla en el mesón, solo admite al PSOE porque el otro le parece un señorito refinolis pero más falso que el beso de Judas Iscariote, tan granuja como machote. El perillán de la bombilla, con remates del Raval, hace ascos al hirsuto montero del cortijo, el gallego perito en máquinas, pero se avendría con su tribu si él saliera de naja para su tierra, porque así los tres, PSOE, C's y PP sin Rajoy, bailarían un agarrao sobre un ladrillo en la Paloma y formarían un menage a truá que pa qué. Y estos tres quietos, paraos y almidonaos, serían la envidia de las Vistillas y salvarían a España de la invasión de los almogávares catalanes.

¿Para qué necesitarían del galán de Podemos? Trae este muchas ínfulas y pretensiones pero poca chicha a la hora de la verdad. Además se tima con los catalanes, va de puta o Ramoneta, según sople el viento, y aquí se baila el chotis,  no la sardana. Es verdad que el PSOE juró plantar al PP, estuviera quien estuviera al frente, pero eso fue en la pradera del San Isidro, cerca de la Quinta del Sordo. Nadie ha oído nada. En los Madriles hay mucha chulapería pero se les va la fuerza por la boca, como a la gaseosa, y acabarán haciendo una gran coalición mientras San Isidro duerme y los ángeles del Señor labran los campos.
 
El manso pueblo español
 
A la vista del último barómetro del CIS, a uno lo embarga una mezcla de melancolía y depresión. Han sido ncesarios siete años con el paro por encima del 25% para que el 78% de la gente lo vea resignadamente como un problemón. De hacer algo contundente para acabar con esta forma de terrorismo del capital, ni hablar. 

Otros tantos años o más con una corrupción que todo lo ha podrido para que los preocupados lleguen al 47,5%. En cualquier país occidental un personaje como Mariano Rajoy, el de los sobresueldos, el principal responsable de este trinque masivo, de este expolio generalizado de los recursos públicos, organizado por la banda de presuntos chorizos que llaman PP, habría dimitido cien veces y estaría escondido en alguna gruta de los Dolomitas, comiendo raíces. Aquí este hombre, incapaz de hilar dos frases en su propia lengua que no muevan a risa a las vacas de su Galicia natal, es candidato a la presidencia del gobierno y en las últimas elecciones sacó siete millones y pico de votos, aportados por gente a la que han robado, saqueado, estafado y reprimido.

Esto, nos guste o no, es España.

Al mismo tiempo, el mismo pueblo da un índice de preocupación por la falta de gobierno en el país, de un 1,4%. Es decir, al resto le importa una higa quién administre el cortijo. Le da igual que sea uno de estos ladrones que va dando vivas a España y hablando de la gran nación que un mangante que se apropia de los servicios públicos para él y sus amigos al grito de ¡viva el mercado libre! Por cierto, un éxito para los de la teoría de la agenda setting, según la cual los medios determinan de qué se habla. Ya se ve: los medios solo hablan de la formación del gobierno, pero la gente ni se entera.

Igualmente la muy verosímil independencia de Cataluña preocupa a otro 1,4% de la ciudadanía. No por distanciamiento y flema británicas, sino porque no tiene ni idea de lo que eso significa para España, ignora cuanto tiene que ver con Cataluña y los catalanes y, si acaso, los desprecia porque tienen la osadía de hablar en su lengua.

Cuando Miguel Hernández escribió aquello de

No soy un de pueblo de bueyes,
que soy de un pueblo que embargan
yacimientos de leones,
desfiladeros de águilas
y cordilleras de toros
con el orgullo en el asta,
debía de referirse a los vikingos.
 
 
 
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
 

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