Cuando los de Podemos, perplejos por lo
mal que les iban las cosas en Cataluña, buscaban explicaciones y
proponían remedios, solían repetir que lo más inteligente no era ir allí
imponiendo nada sino seduciendo, de forma que los catalanes no
quisieran irse. No hubo mayores especificaciones y nos quedamos sin
saber en qué consistiría dicha seducción. Una pena porque, no siendo
fácil averiguar cómo podían seducir a los catalanes independentistas
unos españoles progres, el asunto tenía cierta intriga.
Ahora
es Pedro Sánchez quien pretende, al parece, seducir a los de Podemos
para que se incorporen al acuerdo que ha firmado con Rivera, y su
partido le ha aprobado. Pasará la petición por el Comité Federal y
espera que este órgano bendiga sus intenciones: cuando menos, conseguir
que los del partido morado se abstengan en la segunda vuelta ya que
contar con sus votos favorables parece quimérico. Pero el cálculo
tampoco es tan sencillo. Sánchez cuenta con 131 votos y el PP, que
votará en contra, con 123.
Ahora bien, los independentistas catalanes
suman 17 escaños y no está nada claro que vayan a abstenerse. Dado que
el pacto PSOE-Rivera excluye expressis verbis todo referéndum de
autodeterminación en España, es bastante esperable que ERC y DiL voten
en contra. De esta forma, aunque los 6 del PNV votaran a favor del Pacto
(cosa que está por ver), este tendría 137 votos frente a los 140 del PP
y los indpendentistas y Sánchez se quedaría sin la investidura. No
basta con la abstención de Podemos; también se precisa la de los
independentistas catalanes.
Pero
hay más: ¿por qué habría de abstenerse Podemos en lugar de votar en
contra? Los argumentos de los pactistas son parcos y endebles: a) porque
es un pacto de izquierdas; b) porque Podemos no puede aparecer votando
con el PP; c) porque, si no gobierna Sánchez, gobernará de nuevo Rajoy,
el señor de los sobresueldos. Pero nada de eso es convincente: a) el
pacto no es de izquierda sino más bien de centro derecha en conjunto.
Sería de izquierda si incorporara reivindicaciones de Podemos pero
justamente eso es lo que se ha querido evitar; b) el voto de Podemos
puede tranquilamente coincidir con el voto del PP sin que de aquí haya
que extraer consecuencias no admisibles; c) si no gobierna Sánchez,
tampoco gobernará Rajoy. Rajoy es ya un zombi al que no quieren ni en su
tierra. Y luego, están las formas. No es elegante pedir a otro que
firme un acuerdo en el que no ha acordado nada.
Por
lo demás, como se ha comentado ya abundantemente, tras el presumible
fracaso de Sánchez en la segunda vuelta, se abre un nuevo periodo de dos
meses para encontrar una fórmula de gobierno que no sea preciso aceptar
por ukase y sin rechistar. En esos dos meses se movilizará todo el
mundo y será sencillo llegar a algún acuerdo si media la necesaria buena
fe. Hasta el PP se apresta a hacer concesiones, en altanera
expresión de la insoportable Dolores Cospedal para tratar de conseguir
la gran coalición, esto es, un gobierno conjunto del PP y el PSOE (con o
sin C's) que, lógicamente, no podría derogar ninguna de las medidas
injustas, represivas y antipopulares que tomó el PP en sus 4 años de
gobierno. Lo más probable es que Cospedal tenga que guardarse sus
"concesiones" en la caja B o en el cajón de diferidos.
Es
de esperar que no haya gran coalición y que el PSOE y Podemos acaben
pactando un gobierno de cambio que el país necesita como agua de mayo.
Para ello, Palinuro reitera su recomendación de que ambos partidos de la
izquierda lleguen a un amplio acuerdo aplicando sin más los dos
principios de respeto y lealtad.
El
PSOE ha de respetar que Podemos siga propugnando un referéndum de
autodeterminación en Cataluña y Podemos debe respetar que la dirección
del PSOE antes se deje abrir en canal que permitir el referéndum.
Respetar quiere decir no obligar a la otra parte a abjurar de sus
convicciones y comprometerse ambas a buscar una solución intermedia. El
referéndum quedará aplazado, hibernado, si se quiere, pero no excluido.
Lealtad quiere decir juego limpio en una colaboración de gobierno
evitando los conflictos y enfrentamientos de la izquierda tradicional.
Con respeto mutuo y lealtad el gobierno de la izquierda puede salir
adelante y será lógico que sus adhirientes pidan la abstención de
Ciudadanos para facilitar las cosas, lo cual no quiere decir que vaya a
producirse pues el señor Rivera es voluble y aficionado a la casuística.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
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