sábado, 23 de enero de 2016

Tú primero / Josep Borrell *

Desde que se acabó el recuento de votos, Pedro Sánchez ha insistido en que el primero en intentar conseguir el apoyo del Congreso para formar gobierno debía ser el candidato del PP, por ser el partido más votado y, aunque lejos de la mayoría absoluta, el que ha obtenido más escaños.

Sánchez ha seguido argumentando que si Rajoy no reúne los apoyos adicionales necesarios para tener más votos a favor que en contra, los socialistas tratarían de formar gobierno apoyándose en una “mayoría de progreso”. Ese planteamiento excluía, y sigue excluyendo, cualquier apoyo por activa o por pasiva, léase abstención, a un gobierno del PP, sea con Rajoy o con cualquier otro candidato, considerando que la repetición de las elecciones era la ultima solución y que había que intentar evitarla.

Este esquema secuencial daba tiempo y ocasión para alargar las negociaciones, despejando las distintas alternativas posibles. Primero Rajoy y, una vez que no consiguiera la investidura, negociaciones para conformar un gobierno alternativo, sin el PP, y contando con los apoyos explícitos de unos y las abstenciones de otros.

Tenía su lógica. Pero este planteamiento ha saltado por los aires con las dos jugadas simultáneas e inesperadas de Rajoy y de Iglesias. El primero renunciando a someter su candidatura al voto del Congreso, porque admite que no sólo no tiene una mayoría a favor sino que tiene una mayoría absoluta en contra, al no haber conseguido ni un solo apoyo en todo el Parlamento adicional al de su grupo, salvo quizás el de Gómez de la Serna.

Rajoy reconoce que el PP esta hoy en una absoluta, y bien ganada soledad, y que en estas condiciones pedir la investidura equivaldría, en el mejor de los casos a un serio hándicap para futuras maniobras, y en el peor a un suicidio ritual.

De manera que Rajoy cede cortésmente el paso a otro candidato. Vd. primero por favor. Pruébelo Vd. que yo, hoy por hoy, no puedo. Mañana, ya veremos. Depende de como le vaya a Vd. en ese primer intento. Si se estrella, se abren nuevas posibilidades. Incluso puede que nuevos interlocutores. Porque Rajoy sabe, como todo el mundo, que dentro de la globosesfera socialista hay una considerable división acerca de la conveniencia de intentar formar un gobierno en alianza con Podemos y otras fuerzas minoritarias, desde la posición de debilidad que representan los magros resultados electorales obtenidos.

Y al mismo tiempo, el líder “confederal” de Podemos le ha marca a Sánchez el terreno para plantear ese primera formación de mayoría parlamentaria. Gobierno de coalición. Olvidada, o difuminada, la línea roja del referéndum de autodeterminación para Catalunya que hacia imposible el dialogo Psoe-Podemos según las restricciones a la negociación definidas por el Comité Federal socialista. La cuestión catalana, que estaba desestabilizando la política española como lo hizo en los años 30, ya no es un impedimento, al menos para sentarse a hablar.

Así, Podemos marca el terreno de juego. Nada de apoyos a un gobierno minoritario a cambio de algunas concesiones políticas y programáticas. Plena participación en un Gobierno de coalición con los puestos repartidos entre las fuerzas que lo componen proporcionalmente a sus fuerzas relativas.

Un anuncio público mediatizado sin advertencia previa a los socialistas, explicando a los ciudadanos en directo lo que le había trasladado al Rey en las consultas.

Como en Portugal, pueden argumentar. Pero por mucho que Sánchez e Iglesias hayan ido a Lisboa en busca de ejemplo, conseja o inspiración, la situación portuguesa y la española son muy diferentes desde el punto de vista de formar una coalición de izquierdas. La diferencia en escaños entre PSOE y Podemos es mucho mas pequeña que en Portugal entre socialistas y comunistas, su cohesión interna menos solida y sus perspectivas electorales no están en alza. Y en Portugal la izquierda radical ha preferido apoyar al gobierno sin entrar en el.

Por eso, la actitud de Podemos puede que no sea tanto la de abrir sinceramente la puerta a la negociación de una alternativa al gobierno del PP, como Sánchez venía pidiendo ,pero para después del fracaso de Rajoy en su investidura, como la de hacer imposible esa alternativa. Mas que en Lisboa están pensando en Atenas, no en gobernar con el PSOE sino en superarlo como fuerza hegemónica de la izquierda.

Las estrategias de Rajoy y de Iglesias son claras. Para Rajoy, se invierten las tornas, Vd. primero Sr. Sánchez, y si Vd. no lo consigue todavía estaré yo vivo para seguir en el juego. Para Iglesias, ser el primero en poner sobre la mesa una oferta de máximos que deja claro que no favorecerá la investidura sin importantes contrapartidas en términos de responsabilidades políticas, visibilidad mediática y sobre todo la percepción de la victoria en las negociaciones.

Y si estas no prosperan, hacer recaer sobre el PSOE la responsabilidad del fracaso en el intento de formar un gobierno “de progreso”. Y de paso, ahondar en las contradicciones internas de la familia socialista donde muchos verán en la propuesta de Podemos un regalo envenenado o, como ya se ha dicho, una “humillación”.

Pero, por mucho que así puedan considerarlo algunos, ahora Sánchez no tiene más remedio que acelerar los contactos con Podemos. Jugar a dos bandas, por una parte con Podemos y por la otra con Ciudadanos, acariciando la posibilidad de conseguir la investidura gracias al voto favorable de Ciudadanos y la abstención de Podemos (y de todos los demás), se ha hecho más difícil. Después de la oferta de Podemos, es muy dudoso que se repliegue aceptando ese delicado equilibrio.

Que Rajoy le cediese el primer envite no estaba en los planes de Sánchez. Puede decir que si Rajoy no quiere ir al Congreso tiene que irse a su casa. Pero nada le obliga a hacerlo, Rajoy esperará a ver que es capaz de conseguir Sánchez, sin haber pasado por el desgaste de un rechazo.

Habrá que negociar, y ahora sin el tiempo y la calma del escenario secuencial que Sánchez había imaginado.


(*) Ex presidente del Parlamento Europeo

No hay comentarios: