martes, 5 de enero de 2016

El curioso 'problema de La Mancha' en el anteproyecto del trasvase Tajo-Segura / Francisco Turrión *

En la Memoria del Anteproyecto del Trasvase Tajo-Segura de 1967 había un curioso epígrafe titulado “La cuestión de La Mancha”. En él se dejaba constancia de que solo se había contemplado la hipótesis de aumentar los regadíos del sureste peninsular con aguas superficiales del Tajo. Porque, y cito textual: “las posibilidades potenciales que el país ofrece en materia de aguas subterráneas no son bien conocidas”. Es decir, se reconocía así, que no se había evaluado la “Alternativa 2” a ese trasvase fluvial desde el Tajo: un “trasvase intracuenca” desde la cabecera manchega de la cuenca del Segura alimentado con el agua subterránea de sus propios acuíferos.

En esta misma página 40 del citado documento y un poco más abajo se añadía:

“sin embargo, no puede silenciarse el problema hidrogeológico de la Mancha, por la ayuda y cooperación que pueda representar la posible existencia de nuevos recursos captables a la corrección estudiada”.

Pero ¿de qué problema “hidrogeológico” tan importante se trata? El misterio se desvela si traducimos el párrafo anterior a un lenguaje llano y sin tantos circunloquios:

La Mancha y la provincia de Albacete perteneciente a la cuenca del Segura, pueden tener aguas subterránea suficiente para regar Murcia sin necesidad de hacer este trasvase. Algo que no hemos estudiado, porque si lo hubiéramos hecho, a lo mejor esta gran obra no tendría sentido. Por lo que el agua subterránea de esa zona está siendo un auténtico problema para justificar este trasvase. Algo que no puede silenciarse por más tiempo. 

Y esto debió ser algo así porque, y ya por aquel entonces, había estudios que apuntaban en esa dirección. Concretamente un año antes, en 1966, el actual Académico de las Ciencias, Director del Observatorio del Agua de la Fundación Botín y catedrático Emérito de Hidrogeología de la Complutense, el ingeniero de Caminos Manuel Ramón Llamas Madurga, decía en un artículo pionero titulado “Los Embalses Subterráneos en la Planificación Hidráulica” -en el que, y por primera vez, se cuantificaba el agua de todas las cuencas hidrográficas de España- que:

“Las reservas de agua almacenadas en los embalses subterráneos son muy considerables y su utilización podría, probablemente, permitir el inicio rápido del desarrollo de los regadíos en aquellas cuencas deficitarias de la vertiente mediterránea, a las que se piensa hacer trasvase de agua de cuencas vecinas en un futuro próximo”.

Ese era el auténtico problema: la duda que asaltaba a los redactores del Anteproyecto del Trasvase Tajo–Segura de que si se hubiera estudiado también la hipótesis hidrogeológica de bombear agua subterránea de la zona de cabecera de la propia cuenca del Segura, y no solo la de trasvasar la del Tajo desde los pantanos de Entrepeñas y Buendía (Guadalajara), el citado proyecto podría ser innecesario.

Una vez hecho este ejercicio de sinceridad, y ante la evidencia de que el trasvase ya no había quien lo parara -pues era más un compendio de intereses políticos del franquismo y crematísticos de las grandes constructoras del momento, que el puramente filantrópico de llevar agua a los murcianos- los autores se curaban en salud en el siguiente párrafo:

“Si existen aguas subterráneas de la Mancha que hoy se pierden en el mar por no afluir a alguno de los grandes ríos de la región o por evapotranspiración, en la cuantía que resulten aprovechables, podrían contribuir a la corrección del desequilibrio, bien directamente incrementando los caudales superficiales del aprovechamiento Tajo-Segura, mediante la inyección adecuada en el esquema proyectado”.
Y rematan:

“Ante la importancia de este problema, se ha comenzado ya el estudio hidrogeológico correspondiente”. 

En definitiva, y en mi opinión, se trataba de un problema de conciencia. Pues, y como suele ocurrir, la decisión política de hacer el trasvase ya estaba tomada. Ahora solo quedaba “vestir a este santo”, pues podría aparecer desnudo ante los feligreses en cualquier momento.

Es decir, se abría la posibilidad y se encontraba así un remedio para tranquilizar las conciencias, de que cuando se terminaran esos estudios hidrogeológicos, caso que algún día se concluyeran, y se demostrara que la parte manchega de la cuenca del Segura tiene agua subterránea suficiente (y que se pierde en el mar sin utilizar) –eso sería ya por el año 2.020 o así – entonces se podrían hacer pozos en esas zonas y echar su agua subterránea al canal del trasvase para aumentar el caudal procedente del Tajo, o para sustituirlo definitivamente. Pero para entonces, la obra ya estaría hecha, pagada, cobrada y amortizada.

Esos estudios hidrogeológicos se hicieron a finales de los años 60 y durante todos los 70 y 80 por: el antiguo Instituto Nacional de Colonización, por el Instituto de Reforma y Desarrollo Agrario (IRYDA), por el Instituto Geológico y Minero (IGME) y por la Empresa Nacional Adaro de Investigaciones Mineras (ENADIMSA).

De manera exhaustiva, se siguió demostrando en ellos que la cuenca del Segura tiene agua suficiente sin necesidad de trasvases, pero se guardaron en un cajón y no constan en la documentación de ninguno de los Planes Hidrológicos del Segura realizados hasta el día de hoy: ni en el de 1998, ni en el vigente 2009-2015 y ni en el pendiente de aprobación por el Gobierno 2015-2021. Y ello, a pesar de que instituciones públicas, decenas de asociaciones, regantes, sindicatos y particulares hayan pedido por escrito y en varias ocasiones que se incluyan.

No se verá otro documento sobre este tema donde más claro quede el aforismo: "Disculpa no pedida, culpa manifiesta". Pues los textos del Anteproyecto del Trasvase Tajo-Segura que he entrecomillado antes, son en, sí mismo, un reconocimiento de la falta cometida: pues si en aquel momento de 1967 todavía no se había estudiado la alternativa "aguas subterráneas", se debería haber hecho antes de diseñar este trasvase. Las consecuencias de aquel error, las seguimos sufriendo hoy en 2015.

Quizá haya llegado la hora de hacerlo: la de terminar de estudiar y confirmar si las aguas subterráneas propias de la cuenca del Segura, manchega y murciana, se pueden incorporar al canal del trasvase antes de que se pierdan en el fondo del mar, y poder prescindir así del agua del Tajo. Algo que nos haría mucho bien a todos. 

La Hidrogeología puede ser considerada como "un problema" para las grandes constructoras del Ibex 35, que impide que se sigan forrando con nuevas presas y trasvases innecesarios, como el que ahora proponen desde la Sierra de Gredos en Ávila, pero para los ciudadanos es una parte muy importante de la solución definitiva a la "Guerra del Agua".

(*) Hidrogeólogo

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