‘Algarabía’ es la palabra clave de la crisis catalana que tiene una
clara proyección sobre la vida política nacional española. Así calificó
Rajoy el inicio del proceso independentista ante la Diada del 11 de
septiembre de 2012 que encabezó una pancarta que decía ‘España nos roba’.
Y a la que siguió una indecente y amenazante visita de Artur Mas al
Palacio de la Moncloa donde Mas le dijo al ‘calzonazos’ –que luego se
tragó la consulta ilegal del 9N de 2013- presidente del Gobierno de
España que si no les concedía el ‘concierto fiscal’ se ‘iba a enterar’. Y
Rajoy como el que escucha llover diciendo a los medios que lo de
Cataluña era un ‘lío y una algarabía’.
El diccionario de la Real Academia de la Lengua Española nos cuenta
que ‘Algarabía’ es un griterío confuso de varias personas que hablan a
la vez. Pues terminado el griterío catalán con un acuerdo de ERC, CDC y
CUP para investir presidente de la Generalitat a Carles Puigdemont, un
desconocido del ala independentista de Convergencia, todo apunta a que,
en un plazo no lejano de tiempo y una vez concluida este domingo la
investidura de Puigdemont, el Parlamento catalán va a proclamar la
independencia de Cataluña, después de un amago imposible de diálogo con
el Estado. Y acto seguido iremos al esperado choque de trenes y de ahí
camino de la suspensión de la autonomía de Cataluña.
Este puede ser el guión de un enfrentamiento anunciado que caza al
gobierno de España ‘en funciones’ y sin visos de un pacto realista de
estabilidad. Lo que será utilizado por Mariano Rajoy –ya está haciendo
la maniobra- para pedir al PSOE una gran coalición bajo su agotado
liderazgo, una vez que Pedro Sánchez no cuenta con apoyo de Podemos ni
de Ciudadanos para conformar un gobierno alternativo progresista al
estilo del de Portugal.
Vamos por partes: Artur Mas ha fracasado e inicia su retirada, por
mas que dice no dar un paso atrás sino ‘a un lado’. Con lo que a lo
mejor se piensa que puede imitar a Putin con Medvedev, para manejar los
hilos de Puigdemont como si de una marioneta se tratara y luego regresar
al primer plano de la política catalana.
Sin embargo Mas se equivoca si cree que el atajo tomado le dará algún
tipo de resultado en su beneficio y para el proceso secesionista una
vez que ha puesto a Cataluña en manos de la CUP, partido que está sumido
en una seria crisis interna y que, lejos de garantizar la estabilidad
del gobierno de Puigdemont se convertirá en un problema permanente.
Y a no perder de vista los próximos movimientos internos en CDC y en
la burguesía catalana porque lo de Puigdemont y la CUP no gustará y
provocará a corto o medio plazo una ruptura tan grande o mayor que la
que se producirá con la declaración unilateral de la independencia de
Cataluña al margen de la ley y la Constitución. Y camino a ninguna
parte, con empresas y capitales huyendo de una Cataluña que Mas ha
puesto en manos de ERC, la CUP y de un desconocido sin experiencia
política y atado de pies y manos –cual polichinela- por los hilos que a
distancia pretende manejar Mas.
Y todo ello a poner en marcha este domingo, si los de las CUP no se
lían antes a garrotazos entre ellos. Y a tan solo 24 horas de que Jordi
Puyol, el padre de la patria catalana, acuda a declarar ante el juez por
varios presuntos delitos en compañía de su esposa Ferrusola y seguido
de sus hijos que comparecerán en los tribunales días después.
Y en Madrid ¿qué pasa en Madrid? Pues Rajoy se consuela con la idea
de que Artur Mas ha caído antes que él y ahora lanzará desde Moncloa una
campaña, ya están en ello, para pedir una gran coalición en favor y
defensa de la unidad de España –que no está en peligro- para intentar
que Rajoy siga en el poder. Las campanas de Moncloa tocan a rebato, y en
el PSOE volverá a renacer la lucha por el poder entre Pedro Sánchez y
Susana Díaz –la patriota de cartón-, mientras Albert Rivera se nos
pondrá campanudo con España al servicio de Rajoy, porque no quiere unas
elecciones anticipadas en las que C’s iba a quedar bastante mal.
El mismo argumento por el que Mas, al final, se ha rendido ante la
CUP, porque de convocarse las elecciones catalanas el 6 de marzo tanto
Mas como CDC quedarían en pésima posición. De ahí que Mas haya decidido
dar un paso ‘al lado’ antes de sucumbir del todo, lo que puede que esté
al llegar en fecha no muy lejana.
La única enseñanza del acuerdo de investidura logrado en Cataluña
está en que dirigentes políticos de CDC y la CUP se han retirado de la
primera línea de la política para facilitar el pacto político. Mientras
que en Madrid nadie, hasta ahora, da un paso atrás ni ‘al lado’, que es
lo que deberían hacer Rajoy y Sánchez para permitir un acuerdo de
gobierno y de estabilidad. Máxime ahora que el desafío catalan retoma
impulso y pretende avanzar hacia la declaración de independencia. Un
desafío que Rajoy no puede utilizar en su solo beneficio personal.
(*) Periodista
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