Tras las elecciones andaluzas de marzo de 2015 Ciudadanos firmó con
Susana Díaz un pacto para su investidura y de estabilidad del gobierno
andaluz para toda la legislatura. Pero ahora resulta que la ambiciosa e
intrigante Susana quiere venir a Madrid a liderar el PSOE y encabezar el
cartel electoral socialista si se repiten los comicios generales. Entre
otras cosas porque la señora Díaz ha prohibido a Pedro Sánchez toda
clase de pactos con Podemos o con el PP.
O sea que Susana Díaz ha utilizado a Ciudadanos como trampolín para
dejar controlada Andalucía y luego venirse a Madrid, porque ella está
segura de que si decide abandonar Sevilla Albert Rivera le renovará la
investidura y la estabilidad a quien doña Susana nombre su sucesor.
Lo que de ninguna manera debería ser así. Porque si Susana Díaz no
cumple el pacto con Ciudadanos en Andalucía Rivera en consecuencia
debería retirarle su apoyo al PSOE andaluz y allá ellos. Porque en ese
caso y ante el riesgo de perder el gobierno andaluz, Pedro Sánchez
tendría en su mano de nuevo las riendas del PSOE nacional y Díaz se
quedaría atrapada entre Sevilla y Madrid.
Y esto es lo que debería anunciar y advertir Albert Rivera porque si
eso es así a Ciudadanos le habrán tomado el pelo en Andalucía y el
propio Rivera será una de las víctimas propiciatorias de la llegada de
Díaz a la capital de España con su discurso del España-España, con el
que piensa competir con Ciudadanos y el PP. Y seguro que dispuesta a
pactar con la derecha -sin Rajoy- como lo avisa Pablo Iglesias y con
razón.
Estamos pues a la espera de que Rivera diga algo y salga de su actual
perplejidad política y confusión porque se ha quedado sin discurso a
base de perderse en el ‘buenismo’ de los pactos para todo y con todos
sin la menor condición. Lo que constituye un gran error que difumina la
imagen de Ciudadanos por falta de carácter y ambición. Sobre todo una
vez que sus 40 diputados ya no sirven, ni con su voto ni con su
abstención, para garantizar la gobernabilidad como ellos pretendían.
Fue un grave error de Ciudadanos el abandonar durante la campaña de
las elecciones del 20-D su discurso contra la corrupción, del que Rivera
no quiso hablar en el ‘debate a cuatro’ para ponerse por encima de la
melé y al final quedar en pésima posición. Luego se enredó en el lío de
los pactos y todos los días ofrecía un ‘pacto de Estado’ sobre cualquier
cosa que se les ocurría e incluso con cualquier líder político,
estuviera o no marcado por el desgobierno, el ataque a la unidad de
España y la corrupción. Inés Arrimadas, por ejemplo, invitó a Artur Mas a
un pacto de gobierno en Cataluña y todavía anda diciendo cosas
parecidas ante la confusión de su electorado, y por eso Ciudadanos ha
tenido un mal resultado en Cataluña el pasado 20-D. Pero ¿cómo puede C’s
defender un pacto con Mas y CDC?
Rivera no puede pactar con Rajoy por la corrupción, ni con Mas por su
ataque a España, ni consentir que Susana Díaz ahora les tome el pelo en
el Sur. Está bien que ofrezca un acuerdo tripartido de gobierno con PP y
PSOE pero con otros actores en esos grandes partidos y nunca con Mas ni
con Convergencia. Y además debe levantar de nuevo la que fue su bandera
de ‘manos limpias’ frente a la corrupción y eso le impide olvidar las
responsabilidades políticas de Rajoy en Gürtel y Bárcenas.
Y si no hace nada de esto y no toma contundentes iniciativas Rivera y
Ciudadanos se van a desinflar, más de lo que ya lo hicieron en la recta
final de la pasada campaña electoral donde anunciaron que apoyarían un
gobierno del PP. Lo que puso en fuga a todos los votantes del centro y
del centro izquierda que son, además, a por los que viene Susana Díaz a
Madrid para liquidarlo a él.
Lo peor de Ciudadanos es que dan la impresión de que se han quedado
sin rumbo y sin ideas. Y que si hay otras elecciones anticipadas lo van a
pasar bastante mal porque, entre otras cosas, muchos de sus votantes
pensarán que votar a C’s no tiene ninguna utilidad.
(*) Periodista
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