Pedro Sánchez, secretario general del Partido Socialista, ha ganado,
de momento, su guerra por su supervivencia política personal, tras un
serio intento de ser destronado en medio de las negociaciones para la
formación de un Gobierno estable, por parte de varios barones que
apostaban por la Presidenta andaluza Susana Díaz. Ella pretendía ocupar
la secretaría general del partido, casi por aclamación, apoyar
eventualmente y desde fuera un Gobierno del Partido Popular de dos años y
esperar unas nuevas elecciones generales en las que hubiera podido ser
la candidata del PSOE.
La dura resistencia de Sánchez a todas esas maniobras, su aislamiento
de diez días que terminó este jueves con un viaje a Portugal para
reunirse con el primer ministro portugués, Antonio da Costa, y reclamar
desde allí, donde acaba de formarse un gobierno de izquierdas, la
formación de una “gran coalición progresista” si Rajoy se ve
incapacitado para formar un nuevo Gobierno, ha roto el círculo en el que
le habían metido muchas federaciones del partido que han querido
terminar con él.
Al final, han amagado ante la batalla que ha presentado
quien insiste en que es el primer secretario general del PSOE que ha
sido elegido por la militancia hace solo diecisiete meses, que quiere
intentar formar un gobierno de progreso y que si hay nuevas elecciones
él será el candidato. Todo un desafío a un sector del partido y, sobre
todo, a la Presidenta andaluza Susana Díaz, que ante la confusa
situación actual con unas elecciones a la vuelta de la esquina en
Cataluña y, con seguridad, en el resto de España, ha decidido no dar un
paso adelante.
La ofensiva contra Sánchez, que ha ocasionado a estas alturas un daño
irreparable al partido, cuando más unido debería haberse presentado
ante la opinión pública, ha sido interpretada como una “auténtica
rebelión interna” contra el secretario general, convertido ahora en el ”
árbitro” de la situación porque para cualquier salida de la actual
crisis hay que contar con él.
Según “Financial Times”, han pasado más de
dos semanas desde que se celebraron las elecciones generales pero, para
Sánchez, la batalla por la supervivencia política acaba de empezar. A
medida que se ponen en marcha las negociaciones para la formación del
próximo gobierno, el líder de los socialistas españoles se ve bajo
una intensa presión por parte de sus rivales políticos, tanto de la
izquierda como de la derecha. Mientras tanto, su propio partido se
encuentra, según el periódico de la City, en un estado parecido a la
rebelión abierta.
Algunos de los barones regionales más poderosos han aprovechado este
momento de debilidad para optar por el liderazgo de manera velada. Lo
que es peor, parecen estar haciendo todo lo posible para que Sánchez
llegue a las negociaciones políticas en un estado tan débil que esté
condenado a fracasar. La difícil situación de Sánchez es uno de los
hilos de una maraña política endemoniadamente complicada que
previsiblemente los líderes del partido tardarán meses en deshacer, si
es que puede deshacerse de alguna forma.
Es ese intento de deshacer la madeja, lo que ha impulsado a Sánchez a
viajar este jueves a Lisboa es comprobar sobre el terreno la
experiencia que se ha producido en Portugal donde, a pesar de que Pasos
Coelho ha sido el candidato más votado, la izquierda integrada por el
Bloco de Esquerda y el Partido Comunista, sin entrar en el Gobierno, le
han dado su apoyo al socialista Antonio da Costa, algo impensable cuando
se celebraron las elecciones en noviembre.
Sánchez quiere seguir ese
modelo aunque aquí es mucho más complicado por la propia configuración
de Podemos y por su insistencia (vía Ada Colau) en defender el derecho
de autodeterminación, una línea roja que el candidato socialista no
puede traspasar por mandato expreso del Comité Federal del Partido. El
plan de Sánchez está lleno de buena voluntad pero no parece que pueda
tener éxito y ya una de las posibles ayudas con las que tendría que
contar, la abstención de Ciudadanos, se ha venido abajo tras la
declaración de Albert Rivera que ha recordado que la situación española
no tiene nada que ver con la portuguesa.
Dentro del PSOE todo un sector en el que están Ximo Puig y el propio
Rafael Simancas cree que es muy difícil, por no decir imposible, la
formación de esa Coalición de Izquierdas pero hay otros que, como es el
caso del Presidente extremeño Fernández Vara, no descartan que pueda
cuajar un Ejecutivo de izquierdas, algo que le ha reclamado a Pedro
Sánchez José Antonio Pérez Tapias, el tercer candidato a la secretaria
general del partido en las primarias en las que también compitió Eduardo
Madina.
En una carta abierta, que firman varios dirigentes socialistas
como Odón Elorza o Manuel de la Rocha, le dicen a Sánchez que “un pacto
de izquierdas es indispensable para las políticas de reconstrucción
social que nuestro país necesita, desde la lucha contra el paro con
nuevas políticas económicas, hasta la defensa del Estado de bienestar,
así como el logro de un renovado pacto constitucional, dada la crisis
del Estado español.”
(*) Periodista
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