domingo, 10 de enero de 2016

El PNV sabe que sus 6 votos sí suman / Fernando G. Urbaneja *

Llevamos semanas sumando votos en Cataluña y en España, con variaciones y permutaciones de todo tipo. El óptimo es sumar una mayoría absoluta, aunque sea provisional e inestable, pero entre los subóptimos (razonables) cuenta sumar para una mayoría relativa, que pasar por aliados a varias velocidades, de distinta intensidad, porque a falta de un SÍ, puede ser suficiente una abstención que compromete poco.

El Parlamento que se constituirá formalmente el lunes tiene que conformar los grupos parlamentarios, sometidos al reglamento de la cámara y a la interpretación que de ella haga la mesa. Por tanto lo primero es componer la mesa, que pasa por elegir Presidente y luego, en votaciones sucesivas, los cuatro vicepresidentes y los cuatro secretarios. Son tres rondas de votaciones, la primera con una o más series, y las otras dos a una sola vuelta salvo empates. De todo ese tráfico saldrán las primeras aproximaciones a las posteriores alianzas.

Es posible que alguno se pase de listo (o de tonto) a la hora de hacer valer sus votos. Si Podemos se empeña en obtener los cuatro grupos parlamentarios puede quedarse sin grupos y con menos influencia de la posible. O lo contrario. Los diputados catalanes de las dos listas (ERC y el partido de Mas) pueden quedar neutralizados, sin grupo y sin posición; con unos votos que no quiera nadie si persisten en su proceso de autodeterminación. Y otro tanto para los dos de Bildu.

Por tanto hay 19 parlamentarios que pueden quedar sin grupo y sin amigos porque su voto contamina. La mayoría giraría sobre 166 votos. La alianza por la derecha de PP y Ciudadanos suma hasta 163 (con el voto de la Serna, expulsado del PP) a falta de tres votos que solo pueden salir del PNV. La alianza por la izquierda de PSOE-Podemos-IU (tan poco verosímil como la alianza de izquierdas en Portugal) suma 161 que llegan a la mayoría necesaria con el apoyo del PNV. ¿Cuánto valen esos 6 votos del PNV? Pues lo que les quieran dar quienes consigan su apoyo.

Lo que parece claro es que nadie quiere parecer el causante de la repetición de las elecciones, que sufrirían desmovilización ciudadana, más abstención, y desplazamientos de votos que son imprevisibles. Nadie quiere elecciones, ni tampoco dejar a otros con la pátina de “limpio y nuevo” en la plaza, de inocente competidor no contaminado por la politiquería y el postureo. La bendición y apoyo del PNV puede ser determinante cuando se haya conseguido el apoyo previo de otro de los grupos más cercanos, al menos aparentemente.

El referéndum catalán era condición previa de Iglesias; Errejón precisa ahora que no hay condiciones, solo negociación abierta. Aquí cada día el contador se va a poner a cero, cualquier resultado es posible, incluso lo que nadie quiere: repetir las elecciones.

(*) Periodista

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