jueves, 14 de enero de 2016

Cataluña: no saben qué hacer / Ramón Cotarelo *

El lunes, el tal Pablo Casado afirmaba que no les temblaría la mano para aplicar el art. 155 a la autonomía catalana. Ayer, el presidente de los sobresueldos, tras hablar con el Rey, decía que la aplicación del 155 quedaba descartada. Les tiembla la mano y hasta el píloro. El mismo Demóstenes añadía que su respuesta al llamado "reto" catalán será recurrir a los tribunales. 
 
O sea, descargar sobre los jueces un problema político que él ha generado y mantiene por su fabulosa incompetencia. Debe de habérselo sugerido Felipe V+I, a ver si, en el ínterin, se libera de este inepto que, como siga en La Moncloa, quizá lo deje sin reino, reducido a Felipe, Señor de La Zarzuela. Porque hasta él, que no parece de muchas luces, debe de haberse dado cuenta de que la marcha de Cataluña es el fin de su reinado de forma que quizá sí acabe siendo "el breve" y se cumpla en él el fallido vaticinio de Carrillo con su padre.

Mientras tanto, Mas, que sigue dando lecciones gratuitas de política al Señor de los hilillos, ha renunciado a su acta de diputado y, por tanto, al aforamiento. Demuestra con ello el temor que le infunde el procesamiento que la fiscalía está tramando contra él y sus dos colaboradoras, Ortega y Rigau, a instancias del gobierno de la derecha española. No creo que, cuando Rajoy comprenda que no puede componer gobierno -seguramente, en algún momento, antes de la próxima Navidad- se atreva a renunciar a su escaño y consiguiente aforamiento. La Gürtel y los sobresueldos lo esperan agazapados entre los legajos de las innumerables causas de corrupción en que está metido su partido en todos sus niveles.

El Rey, en efecto, anda muy preocupado con la situación en Cataluña. Ya lo señaló Palinuro con motivo del discursito del 24 de diciembre que fue monográfico sobre esta díscola nación que en su marcha hacia la proclamación de la República catalana. Obviamente, le va la corona en ello. Y, como sabe leer y seguramente lee algo más que El Marca, a diferencia del presidente del gobierno, ya habrá visto que el mundo exterior de Europa a América, prácticamente da por descontada la independencia de Cataluña para el año que viene. En algunos casos, de forma activa y beligerante, como ese partido flamenco independentista que amenaza con hacer caer el gobierno belga (que tanto costó constituir) si este no apoya la independencia de Cataluña. 

Y, como el miedo guarda la viña (excuso decir los reinos y sus extensos viñedos), al final será el monarca el que llame a los dos jefes de los partidos dinásticos, Rajoy y Sánchez, los dos más papistas que el Papa y más monárquicos que el Rey y les obligue a organizar un referéndum como de hecho ya se lo están sugiriendo al gobierno en las cancillerías europeas. Es la última esperanza que les queda de mantener a Cataluña dentro del Estado español, suponiendo, claro, que lo ganen, cosa cada vez más inverosímil.  
 
Rompiendo moldes
 
Impresionante el barullo organizado ayer a cuenta del bebé de Carolina Bescansa en el Congreso. Este es un país de cotillas y palurdos en el que algo tan natural provoca escándalo, comentarios jocosos, salidas de tono y consume tiempo en los medios audiovisuales y prensa impresa cuando no tenía que haber sido noticia en absoluto. Tan es así que decidí ajustarme a mi propio juicio y no hablar de ello.

Pero luego me vino otra idea: yo llevo haciendo lo mismo que Bescansa con mis dos hijos desde que eran bebés (hoy tienen 8 y 10 años), esto es, los he llevado siempre a todas partes. A donde ellos no puedan ir, tampoco voy yo. Tenía que mostrar mi solidaridad con Bescansa.

No debe haber lugares exentos de niños

Y algo más. Leí comentarios repulsivos. Fue el inevitable Hernando, creo, quien se permitió observar que el Parlamento tiene una guardería, como si Bescansa lo ignorara. Es el insoportable autoritarismo de esta derecha antediluviana. Bescansa hace uso de su derecho a no usar la guardería cuando puede y cuidar personalmente de su hijo. ¿O la guardería es obligatoria?

Y una segunda cuestión. Me parece de perlas que el Parlamento tenga una guardería que, claro, pagamos todos los contribuyentes. Espero que sus señorías se comprometan a que las haya también en todas las demás instituciones a donde las ciudadanas y ciudadanos que están criando puedan llevar a sus bebés. Si quieren. Y, si no quieren, que ningún listo venga a enmendarles la plana.

Aplausos a Bescansa. En general, aplausos a todos los que ayer rompieron los ridículos, estirados y falsos moldes de ese lugar que debiera ser templo de la libertad y lo es del comportamiento más falso, hipócrita y filisteo. A ver cuánto dura.
 
 
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED

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