En el palacio de la Zarzuela no están para bromas y se entiende por
distintos motivos de Estado y en particular en un día como el de ayer
con la Infanta Cristina sentada en el banquillo de los acusados. De ahí
que la Casa Real haya declinado el ofrecimiento de la presidenta del
Parlament, Carme Forcadell, de visitar a Felipe VI para comunicarle la
investidura de Carles Puigdemont como presidente de la Generalitat.
Y bien hace el Rey en eludir ese encuentro que, por otra parte carece
de sentido y de don de la oportunidad. De sentido porque no es serio
que los presidentes autonómicos visiten al jefe del Estado para decirle
lo que ya es público y notorio. Además existe el precedente de que en la
anterior investidura de Artur Mas, la Zarzuela también optó por que la
comunicación de la investidura del president se hiciera por escrito,
aunque en aquel caso se justificó el rechazo con el argumento de una
agenda complicada y la enfermedad del entonces Rey Juan Carlos I.
Ahora no se han dado explicaciones a Forcadell y ni falta que hace
dado que la presidenta de la Cámara catalana es la inductora de un
acuerdo de resolución del pasado 9 de noviembre -que luego fue
suspendido por el Tribunal Constitucional- donde se anuncia la
‘desconexión de España de Cataluña’ y la desobediencia a la legalidad y
al propio TC. Y si eso es así y Forcadell y sus aliados no respetan la
Constitución ni la legalidad ¿a cuento de qué pretende ir a la Zarzuela a
hacerse una foto con el Rey si no es para dar mas autobombo al proceso
secesionista?
Forcadell se ha puesto ella misma fuera de la ley, y mientras ahí
siga no puede pretender estar en misa y repicando. Desconectarse de
España y conectarse con el Jefe del Estado español. Y mal empieza
Puigdemont cuando califica de ‘declaraciones en funciones’ las últimas
afirmaciones y advertencias del presidente Rajoy sobre Cataluña. El que
aunque está en funciones es el presidente del Gobierno de España con
todas las de la ley.
Puigdemont confía que Rajoy no será el nuevo presidente del Gobierno
de España y vamos a ver que hace ahora Puigdemont cuando tome hoy
posesión del cargo. Entonces veremos si visita o no al Rey Felipe y si
intenta una reunión con el presidente ‘en funciones’ Mariano Rajoy. Y
sobre todo a ver como y cuando decide poner en marcha la resolución del
9N en la se anuncia la desconexión catalana, que está anulada por el TC y
que él prometió cumplir hasta en su discurso de investidura.
Entonces, y contra lo que dicen Pedro Sánchez y Pablo Iglesias cuando
mencionan la necesidad de abrir un diálogo con el nuevo presidente y
gobierno catalán, la pregunta que surge es la de un diálogo para ¿qué,
cuando la mayoría del parlamento catalán y su gobierno han decidido ir
hacia la independencia?
Pues según los secesionistas para que las instituciones españolas les
faciliten el proceso y abran la puerta de la salida, y no para
renunciar a la independencia a cambio de mejoras en la relación fiscal
de Cataluña con el Estado, como podría haber sido el caso hace algunos
años.
Ahora bien, falta una incógnita muy importante a despejar en Madrid,
ahora que ya tenemos presidente catalán: ¿dialogo con quien? En eso,
aunque se ha expresado mal, algo de razón tiene Puigdemont porque falta
por saber quien será el próximo presidente del gobierno español. Incluso
falta por saber si habrá o no elecciones generales anticipadas en el
mes de mayo, lo que tampoco hay que descartar.
No en vano al día de hoy Rajoy no ha encontrado mas apoyo que el de
Ciudadanos que es insuficiente para el PP, mientras Sánchez insiste en
un pacto con Podemos y Ciudadanos, lo que tampoco parece fácil que vaya a
suceder, aunque parece que entre ambos existe un preacuerdo para
nombrar a Patxi López presidente del Congreso de los Diputados, lo que
puede ser una señal que al tiempo evidencia la soledad del PP.
(*) Pseudónimo de un veterano periodista cordobés
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