Vaya por delante la convicción de
Palinuro de que la formación del gobierno de España depende de Cataluña.
Ya sé que fastidia. Pues haber espabilado cuando tocaba. Ahora ya es
tarde y la dependencia es humillante porque resulta patente y no de
aquellos burgueses del Majestic, tan repeinados, trajeados y
"españoles del año", sino de un puñado de desharrapados llenos de
greñas, izquierdistas, anarquistas, anticapitalistas. Es casi un
sarcasmo, pero es así.
Si la CUP decide hoy investir a Mas, aumentará mucho la presión sobre el PSOE para que acepte un gobierno de unión patriótica con el PP y C's. El inicio de la hoja de ruta de Junts pel Sí
hacia la independencia obligará al Estado a tomar medidas rápidas y
quizá drásticas, para lo cual necesitará un gobierno con amplio apoyo
parlamentario, lo suficiente para sacar adelante un estado de excepción
si cree que las circunstancias lo exigen. También puede tratarse de un
gobierno de coalición PP-C's con apoyo exterior del PSOE en el asunto
específico de la unidad de España, tema que interpreta todos los días
con el cornetín de órdenes la señora Díaz
Si,
por el contrario, la CUP no inviste a Mas, habrá nuevas elecciones en
Cataluña. Un compás de espera que repercutirá en el Estado,
posibilitando a los dos partidos dinásticos el baile de la formación del
gobierno en el estilo cortesano de la 1ª Restauración. El dirigente que
tenga más apoyos en el Congreso visitará al Rey, este le dará una
palmada y lo propondrá a la Cámara. Comenzará el turno con Rajoy, quien
no lo tiene fácil porque solo puede pactar con C's, pero la aritmética
no le llega.
Los otros pactos, con el PSOE y con Podemos son imposibles.
El PSOE no quiere y con Podemos no es verosímil. El PP es el partido
más votado (al fin y al cabo, esto es España, tierra de Luis Candelas),
pero no tiene posibilidades reales de formar gobierno, salvo que los
catalanes empujen. Y mucho menos formarlo con ese extraño revenant que
habita en La Moncloa y del que dicen que por las noches vaga por los
pasillos agarrado a un balón de fútbol y balbuceando que es el
presidente del gobierno de la más grande nación del globo. Lo único
bueno que han tenido las elecciones del 20D es que Rajoy se irá.
El
PSOE tiene todas las papeletas para todos los bailes pues entra en
todas las combinaciones. Pero tampoco son combinaciones realistas.
Eliminada la gran coalición, al estilo tedesco, en teoría hay una
combinación en la izquierda juntando PSOE, Podemos, IU y ERC. España es
un país raro. Durante la guerra civil hubo anarquistas en los gobiernos
republicanos. Bien puede haber ministros partidarios de independizarse
del país que administran. También un poco insólito, pero a todo nos
acostumbramos. Además de que no hace falta que haya ministros
independentistas. Con que den su apoyo parlamentario será suficiente.
No
es que ese gobierno de las izquierdas sea efímero, como dicen algunos
analistas. Es que es imposible de entrada, en tanto no se zanje un
contencioso absoluto, excluyente, el del referéndum catalán, condición
imprescindible para Podemos, tanto como para el PSOE la contraria. No
merece la pena discutir las razones de uno y otros y sus motivos. Las
cosas están así y es un hecho que la pelota está en el tejado de Podemos
obligado a navegar entre Escila/España y Caribdis/Cataluña. Asunto muy
difícil porque es una prueba de habilidad tremenda verdaderamente
inútil. Si Podemos no renuncia al referéndum, no habrá gobierno en
España (salvo los casos de gran coalición o unión patriótica) y serán
obligadas nuevas elecciones.
A
ellas concurriría probablemente un PSOE en un estado de anomia cercano
ya al de naturaleza de Hobbes, en el que el ser humano es un lobo para
el ser humano; y un zorro y un chacal y un consejero autonómico, seres
feroces. Dada la vacuidad de los líderes y su bajísimo nivel, la pugna
entre Díaz y Sánchez no pasa de ser una pelea de corral, sin nada de
ideología, valores o proyectos. Un enfrentamiento en torno a un único
asunto, el de la unidad de España y en el que ambos van a defender lo
mismo. No sé si el PSOE podrá remontar de un vuelo tan bajo.
El
beneficiario del veto emigrante del PSOE-¡Viva España! será Podemos. No
es, pues extraño que prefiera nuevas elecciones a la formación de un
gobierno en unas condiciones de subalternidad que su gran autoestima ya
no tolera.
Dejamos
fuera de la consideración a IU porque su irrelevancia parlamentaria es
abrumadora. Garzón, que ayer desmentía con la boca chica querer cargarse
IU, hoy ya reconoce que lo más sano para esta es que se muera. ¿Se
pierden las elecciones a lo bestia? Buque a dique seco, desguace y
botadura de nuevo navío hacia la tierra del Preste Juan de las Indias,
de la confluencia de la izquierda. Eso es lo que se llama, en la
neolengua de la izquierda "transformadora" "repensar" la izquierda "sin miedo". Sin miedo a morir.
Sin embargo, tampoco será tan fácil. Habrá resistencia de fieles y leales a la vieja IU. Y, sobre todo, la cuestión más espinosa a la hora de "repensar" la izquierda es qué hacer con el PCE. Se diga lo que se quiera, adjuntar la presencia del Partido comunista a cualquier proyecto de renovación de la izquierda es, evidentemente, matarlo en la cuna. La única posibilidad real de articular una propuesta de izquierda con cierta resonancia electoral es prescindiendo de él. A los comunistas les ocurre un poco como a los esperantistas.
Sin embargo, tampoco será tan fácil. Habrá resistencia de fieles y leales a la vieja IU. Y, sobre todo, la cuestión más espinosa a la hora de "repensar" la izquierda es qué hacer con el PCE. Se diga lo que se quiera, adjuntar la presencia del Partido comunista a cualquier proyecto de renovación de la izquierda es, evidentemente, matarlo en la cuna. La única posibilidad real de articular una propuesta de izquierda con cierta resonancia electoral es prescindiendo de él. A los comunistas les ocurre un poco como a los esperantistas.
Hubo un tiempo en que creyeron
que su especial quehacer, el esperanto, llegaría a ser la lengua franca
de la Humanidad, igual que los comunistas alguna vez creyeron que el
comunismo se extendería por todo el planeta. En ambos casos, la realidad
ha vaciado los proyectos, los ha desfigurado y reducido a la nada y en
ambos casos quedan gupos de practicantes acérrimos de sus doctrinas, con
la diferencia de que los círculos esperantistas son más pacíficos y
menos retóricamente agresivos que los comunistas, cuyo grado de
fanatismo es inversamente proporcional a la difusión popular de su
mensaje.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
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