sábado, 12 de diciembre de 2015

La corrupción en serio / Ángel Montiel

Rajoy se propone anunciar a lo largo del último tramo de campaña algunas medidas sociales novedosas e ingeniosas, pero no se decidirá a proponer la que nos gustaría a todos. Esto es, que cada español reciba cada mes una caja de puros con un sobre que contenga un buen número de billetes de quinientos euros en negro. Es la medida que él mismo se aplicó mientras fue ministro, según registran profusamente los apuntes de su amigo Bárcenas «Luis, sé fuerte», y expresa un gran egoísmo al no facilitar que el resto de ciudadanos podamos compartir unos extras que tan bien nos vendrían. 

Rajoy está ´tocado´ por la corrupción, no sólo por consentirla sino por protagonizarla en primera persona. Pero a pesar de la descarga de conciencia crítica que ha traído la crisis económica, derivada en parte de un sistema de corrupción estructural, el PP se sigue resistiendo a pedir perdón y hacer tabla rasa, para lo que serían exigibles responsabilidades y, desde luego, el apartamiento de quienes han creado ese lodazal. Por el contrario, las ´medidas anticorrupción´ elaboradas por el Gobierno y presentadas como tales, apenas disimulan que, en realidad, son actuaciones para la protección de los corruptos. Véase, sin ir más lejos, la modificación de la Ley de Enjuiciamiento, que además de introducir eufemismos para desestigmatizar a los sospechosos de incurrir en delitos, establece fuertes limitaciones de tiempo a los jueces y fiscales para la investigación de tramas que, por su naturaleza, suelen ser complejas, y esto sin dotar a los tribunales de más medios. 

Si a lo anterior se añade la ´ley mordaza´ que castiga a quienes osen manifestar su indignación por estos desmanes del poder y costriñe una de las libertades básicas de la democracia, tenemos el marco completo. El Gobierno del PP se ha blindado contra las consecuencias de un modo de proceder en el partido que lo sustenta que tiene la corrupción implantada en su ADN, y ha creado un estado de naturaleza que no impide que la mayoría de sus dirigentes y, desde luego, de sus militantes y votantes estén por completo ajenos a estas prácticas, si bien nadie puede alegar que las desconoce. La publicidad de los casos de corrupción, corruptelas y actuaciones impropias no sólo no parece crear afectación en quienes las protagonizan sino que éstos han acabado dotándose de una coraza de cinismo que incluso les permite denunciar con adjetivaciones feroces a quienes les afean el comportamiento o les reclaman responsabilidades. Algunos están a punto de presumir de corruptos, y lo harán porque observan que las consecuencias electorales, que es a lo único que temen, no son instantáneas, y cuando las ven venir, lanzan oportunas operaciones de recambio y activan las puertas giratorias dentro o fuera de la política. 

La corrupción, que ya es un mal por sí mismo, va íntimamente ligada a la ineficacia y, desde luego, a la crisis económica. Son vasos comunicantes. Pero el primero, que están en la raíz de todo, no es inevitable, como se quiere hacer creer. Y menos cuando políticos como Rajoy la relativizan, la desdeñan como asunto prioritario o intenten relegarla con señuelos de crecimiento económico y otros conformidades, lo cual no deja de ser un modo de intentar contaminar a la sociedad de su propio espíritu de relativización. El caso más reciente, que delata a un diputado y a un embajador del PP que cobraban comisiones millonarias por negocios en el extranjero ´cafelitos', ya saben ha sido pretextado como una función en beneficio de las empresas españolas en el exterior, lo que ya nos deja sin palabras. 

Y ahí siguen ambos personajes, en sus cargos, uno de ellos candidato electoral del 20M. Rajoy va y viene por España desayunándose cada día con algún escándalo nacional o regional, y parece inmunizado. En Murcia, en el mitin previsto estaba anunciada la intervención de Valcárcel como telonero (aeropuerto, desaladora, principio del fin del trasvasismo, paro infinito, recortes, déficit, superdeuda, casos de corrupción a cascoporro, bodas, bautizos y comuniones) pues tienen la seguridad de que quien ha acabado protagonizando una gestión tan desastrosa es el más adecuado para seguir pidiendo el voto a los murcianos. Y es que todavía quedaron en pie algunas cosas.

No es serio. De modo que el lema también es cínico, consecuencia de esa actitud de apropiarse de los conceptos para desactivarlos. España en serio, sí, pero en decente.

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