Hasta las elecciones catalanas de 27 de
septiembre, Podemos mantuvo una nebulosa ambigüedad en lo referente a la
autodeterminación de Cataluña. En el momento en que mayor claridad
conceptual exhibió llegó a decir que el referéndum en las condiciones
actuales era imposible a fuer de ilegal pero que, en cuanto se
produjeran elecciones en España, de salir triunfadora la opción Podemos,
habría un proceso constituyente en el que se podría hablar de todo,
expresión críptica por la que se daba a entender que también podría
considerarse la posibilidad de un referéndum de autodeterminacion en
Cataluña. En resumen, de referéndum, nada, si, como cabía suponer, las
elecciones en España tenían un resultado similar al que han tenido.
Aquellas
elecciones del 27 de septiembre fueron un desastre para Podemos que
quedó muy por debajo de Ciudadanos y perdió votos en relación a los que
obtuvo sola su aliada IU en las de 2011. Una interpretación muy
extendida achaca esa derrota a la negativa a pedir el referéndum. Puede
ser así o no, pero, en todo caso, el partido parece creerlo pues ahora
no solamente pide ese referéndum sin ambages y con total claridad sino
que incluso lo pone como condición para negociar un hipotético gobierno
de coalición con el PSOE. Del cero al infinito, Podemos reaviva su vieja
reivindicación del carácter plurinacional de España y la consolida y
hace viable exigiendo el famoso referéndum.
Palinuro
lleva años pidiendo eso mismo, un referéndum de autodeterminación para
Cataluña. No se entiende por qué pueden hacerlo los quebequeses en el
Canadá y los escoceses en la Gran Bretaña y no los catalanes, aparte de
la muy pintoresca razón de "porque España no es Inglaterra" o algo así
de inteligente. Por este motivo se felicita de que Podemos ahora apoye
el referéndum. Y de que invoque razones de una evidencia aplastante como
que pedir un referéndum no es prejuzgar su resultado, puesto que puede
haber dos: sí y no y los de Podemos piden el referéndum pero votar ellos
"no" y luego, a esperar el resultado como decisión colectiva.
Algunos
analistas, sin embargo, consideran que esta petición no es genuina, que
viene impuesta por las confluencias con elementos nacionalistas,
singularmente la de Cataluña En Comú Podem, la de Ada Colau, para
la que el referéndum de autodeterminación es incuestionable. Podemos no
las tiene todas consigo porque sigue creyendo que si aboga por el
referéndum, perderá votos en España. Pero la presión de las
convergencias periféricas, todas ellas dotadas de liderazgos
fuertes, impide que se baje el tono de la exigencia. El Ayuntamiento de
Barcelona acaba de adherirse a la declaración de independencia del
Parlament y en estas condiciones, el referéndum es lo menos que puede
pedirse a quien sea respetuoso con la libertad. Por eso Podemos lo
adopta y se lo pone de condición al PSOE.
Pero
este tiene una reacción de una celeridad y una contundencia que los
otros no esperaban. No es difícil ver que le han dado un arma
poderosísima para ganar a su rival de la derecha en el terreno del
patriotismo y piensa aprovecharla. Ahora, los grandes defensores de la
unidad de España serán los socialistas porque no quieren ni oír hablar
de referéndum de autodeterminación que equiparan torticeramente a la
independencia. El PSOE antepone su idea de España a una fórmula
negociada de solucionar sus problemas y en eso hace causa común con el
PP para el que un referéndum de este tipo equivale a trapichear con la
soberanía y la igualdad de los españoles. Se lo han puesto muy fácil
para evitar negociaciones molestas.
Al
darse cuenta Podemos de que ha propiciado el enroque nacionalista
español del PSOE que ahora aparece como el centro entre el inmovilismo
del PP y el caos de los círculos morados, matiza que, al fin y al cabo, la propuesta de referéndum es una entre muchas
y que deben considerarse todas antes de emitir un juicio negativo. Cabe
entender esta observación como un primer intento de recoger velas y no
hacer del referéndum un requisito indispensable y así podría ser siempre
y cuando no estuvieran ahí las confluencias, impidiendo que se
prescinda de esta reivindicación.
Es
decir, el referéndum se ha convertido en una especie de trampa saducea
para Podemos pues, diga lo que diga sobre él, se encontrará en una
situación difícil. Si dice que lo rechaza, se enemistará con sus amigos
de En Comú y las demás confluencias y si lo propugna, con gran
parte de su propio mundo, sus seguidores y votantes, sensibles al
argumento de que autodeterminación es secesión.
A
cada uno de los miembros de la hipotética negociación del PSOE y
Podemos le parece que la condición del otro es una excusa para impedir
que haya un acuerdo de izquierda ya que está puesta justo en la raya
roja respectiva: si no se acepta el referéndum no puede haber
negociación; si se impone el referéndum no puede haber negociación. La
única diferencia que parece darse en esta simetría es que, en principio,
los de Podemos dicen estar más dispuestos para unas nuevas elecciones
que el PSOE. Pero es porque quizá no hayan calibrado bien el daño que
puede hacerles en España la petición del referéndum.
(*) Catedrático de Ciencia Política en la UNED
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