domingo, 13 de diciembre de 2015

La llamada “espiral del silencio” / José Oneto *

Después de setenta y dos horas de cerco y de ataques del resto de los partidos, al que están dando por amortizado, el líder de la oposición Pedro Sánchez, ha asegurado este jueves que si no gana a Rajoy y al Partido Popular considerará que ha fracasado. En el programa de Telecinco de Ana Rosa Quintana, Sánchez, que viene siendo atacado no solo por el Partido Popular, sino por Ciudadanos y por Podemos, en esa estrategia de esas dos formaciones políticas, de arañar los votos desde el centro y desde la izquierda, ha asegurado que no se resigna a ser segunda fuerza política, no ya la tercera como le vienen situando varias encuestas, sino que su objetivo es ser el más votado para poder formar gobierno y desplazar del poder al PP.

“Si no gana el PSOE las elecciones, para mí será un fracaso. No me resigno a ser segunda fuerza política en este país porque el 70 por ciento de la ciudadanía quiere cambiar”, ha señalado Sánchez. Según el candidato socialista, los ataques que está recibiendo de sus rivales refuerzan la tesis de que “no habrá cambio” si no gana su partido y que seguirá gobernando Mariano Rajoy porque Ciudadanos pide el voto para apuntalar al PP. Dentro del PSOE, se está produciendo un cierre de filas en torno al candidato entre muchos votantes que dudaban (lo que llaman “efecto conmiseración”) si dar su voto a Ciudadanos o a Podemos. Según la última encuesta del CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas) el PSOE, que en las últimas generales se quedó con seis millones y medio de votos, habría perdido 792.000 votos que habrían ido a Ciudadanos y 654.000 que habrían migrado a Podemos (algo más de 13.000 habrían apostado por UPyD) y, según los expertos, sería difícil que siguiera perdiendo más votantes centristas, o de izquierdas.

Esta sería la razón del convencimiento de Sánchez de que al final, mejorarán las encuestas Lo que es cierto es que a poco más de una semana de las elecciones, aumentan los nervios entre los responsables de los diferentes partidos políticos, se entrecruzan los mensajes, se intenta desestabilizar al contrario y se adapta la estrategia a cada momento, dependiendo de los tracking (resultados parciales de sondeos diarios) de cada partido y de la evolución del voto, que sigue muy volátil. Aún siendo eficaz contar con esos sondeos parciales que, al fin y al cabo, mide la temperatura diaria de cómo está la situación, hay que tener en cuenta lo que los expertos denominan “espiral del silencio“.

La “espiral del silencio” es una teoría de ciencias políticas y comunicación propuesta por la politóloga alemana Elizabeth Neumann en su libro “La Espiral del silencio”. Opinión pública: nuestra piel social, donde estudia la opinión pública como una forma de control social en la que los individuos adaptan su comportamiento a las actitudes predominantes sobre lo que es aceptable y lo que no. La teoría de la espiral del silencio parte del supuesto básico de que la mayor parte de las personas tienen miedo al aislamiento y, a manifestar sus opiniones primero tratan de identificar las ideas, para luego sumarse a la opinión mayoritaria o consensuada. En esta disyuntiva la principal fuente de información serán los medios de comunicación y estos definirían el clima de opinión sobre los asuntos de que se trate… En este sentido los individuos sondean continuamente el clima de opinión con lo que Neumann denomina sentido cuasi-estadístico observando qué relación gradual guardan sus opiniones con los del espacio público, alentándoles si se acercan al mayoritario o cohibiéndoles si detectan que pueden formar parte de las minorías. Lo que significa que si se les pregunta cuando más cerca se está de un acontecimiento electoral, el individuo tiende a no decir la verdad o a guardar silencio.

Inmediatamente después del debate a cuatro (tres y medio dice con cierto humor, un experto que insiste en que Rajoy acertó no asistiendo porque no tenía nada que ganar y todo que perder y que, probablemente, Sánchez se equivocó participando), el PP que había empezado una táctica de no entrar en dura confrontación con el PSOE, en un intento claro de fomentar el bipartidismo, cambió de estrategia, y empezó a atacar al candidato socialista, dándolo por amortizado, aunque, ahora, ha vuelto a frenar sus críticas temiendo que sea Ciudadanos el beneficiado por esos ataques a un PSOE que, cercado y criticado por todos (especialmente por los hombres de Rivera y de Iglesias, los destinatarios de ese pacto que, en un momento determinado, ha propuesto Sánchez para lo que sería un gobierno de transición para afrontar la reforma electoral, la reforma de la Constitución, y una nueva ley de Educación ) puede aprovechar esa situación a su favor.

(*) Periodista

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