martes, 8 de diciembre de 2015

Thelma a la espera de Louise / Ángel Montiel

Que no, que no y que no. Que la cosa no va de un pacto PP-Ciudadanos ni Ciudadanos-PSOE ni PSOE-Podemos. El pacto que viene es PP-PSOE. A la alemana. Claro que será sin los protagonistas de cabecera en las candidaturas. Será un pacto Soraya-Susana. No es por nada, pero lo vengo diciendo desde hace un año, por lo menos. Y los hechos lo van confirmando. 

La puesta a punto de la vicepresidenta del Gobierno en los debates electorales en sustitución de Rajoy no obedece a una espantada del líder del PP, sino a un guiño de éste. Está diciendo a quien quiera entenderlo que Soraya es la rueda de repuesto. Es bien sencillo: si el PP no obtiene la mayoría absoluta, como es previsible, nadie pactará con el autor de los recortes y redactor de los famosos versos «Luis, sé fuerte. Hacemos lo que podemos. Mañana te llamo». Nadie querrá ir de la mano de quien, después de hacerse públicas las cuentas suizas de Bárcenas, mantuvo al extesorero en Génova con despacho, secretaria, chófer y supersueldo 'en diferido'. Parece claro que Albert Rivera no podría explicar a sus votantes cualquier fórmula de apoyo a Rajoy después de que aquéllos lo hayan sufragado precisamente para quitarse de encima al plasma del plasma. Sin mayoría, Rajoy está fuera, pero el PP permanecerá en Soraya. Es lo que viene. Thelma

¿Y el PSOE? Queda claro que un resultado por debajo de los cien diputados después de lo que el PP ha hecho y, sobre todo, deshecho, no podría ser asumible por un partido que se tiene por alternativa de poder. A Pedro Sánchez las navajas lo están esperando a la vuelta de la esquina. El manotazo se lo dará "está escrito en el destino" Susana Díaz. Louise.

Y ya, tras el 20D, tendremos a ambas mujeres a punto de convertirse en las dos primeras líderes españolas de los partidos tradicionales. Tendrán el concurso de la Unión Europea, que facilitaría un pacto de Gobierno a la alemana, sin presiones sobre el déficit, los recortes y las contrarreformas, para hacer posible una política de recuperación económica y social, incentivada por el dejar hacer, pongamos que durante el primer año o año y medio de la legislatura, a fin de atemperar el malestar generado por un acuerdo tan excepcional e insólito, dirigido a liquidar el impulso del neobipartidismo adjunto (Ciudadanos y Podemos). 

Una vez conformada la 'nueva cultura' del pacto formal PP-PSOE y sometidas las actuales fuerzas emergentes por un crecimiento económico calculado que vuelva a tranquilizar a la población sería el momento de convocar nuevas elecciones y, tras ellas, ya sin agentes peligrosos al acecho del poder, vendrían los ajustes pendientes que, en otra circunstancia, estarían previstos a partir de enero de 2016.

No apunto aquí nada que esté fuera del campo visual de cualquier observador atento. La UE ha advertido reiteradamente que las obligaciones de España siguen siendo muy duras y parece consentir que se aplacen hasta después de las elecciones para no ponérselo más difícil a Rajoy. Pero la cantinela suena y aparece un día sí y otro también en las portadas de los diarios, con fuentes inequívocas.

Cabría la posibilidad de que los 'poderes fácticos' de la economía aceptaran que Ciudadanos es una réplica aceptable del PP y dejaran caer a éste en favor del apuntalamiento de los riveristas, pero la experiencia indica que los de Rajoy son los más fiables en este ámbito, y Ciudadanos es una pieza de prueba. Por tanto, la vía más efectiva y práctica consistiría en propiciar un acuerdo de 'salvación nacional' que alejara la situación política española de procesos experimentales. 

Para esto, los actuales líderes de las fuerzas hasta ahora alternativas, Rajoy y Sánchez, están de más. El primero, porque su 'contribución' a la causa lo ha quemado, como está a la vista; es un líder del pasado. El segundo, porque sólo habría podido superar su clara provisionalidad con un éxito incontestable, y esto no va a ocurrir. El refresco vendrá de una cancha que casualmente es femenina aunque, aparte de este matiz, en modo alguno mejorará a los relevados, pero en política el efecto novedad suele ser aceptado durante algún tiempo hasta su inevitable caducidad. 

No tengo la vocación de Nostradamus, pero quiero llamar la atención sobre la posibilidad cierta, basada en todos los datos e indicios que aporta la situación política, de que el único pacto postelectoral del que no se habla (PP-PSOE, con renovación de líderes) es el más probable. Soraya ya ha sido puesta en camino: está en los carteles y, desde anoche, en los debates. Y Susana viene de camino. El gran problema de la fórmula Thelma y Louise es que todo sabemos cómo acababa la película. Pero, aun a sabiendas de esto, el impulso de la escapada, ya se verá, es irresistible.

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