Los empresarios del Ibex 35 y los mandamases de la Unión Europea,
tras unas primeras horas de angustia tras el recuento de unas elecciones
a las que ellos no se presentaron, respiran un poco más aliviados.
Afrontan la Nochebuena más tranquilos. Creen que el partido va a tener
prórroga, pero que al final Pedro Sánchez entrará en razón y cederá,
porque le va la vida en ello y las demás soluciones le llevan al cadalso
político.
Sánchez ha cabreado a Susana Díaz, al no informar a la lideresa
andaluza del PSOE de que va a retrasar el Congreso y de su intención de
presentarse. Y en Sevilla no gusta nada cómo se está desempeñando el
secretario general tras la debacle del domingo. Pero le esperan.
El líder del PSOE, muy tocado, se muestra serio, tenso, distante y
desconfiado. Le anunció a Rajoy que no piensa apoyarle y le adelantó su
conocida intención de intentar formar un Gobierno de izquierda (él dice
progresista) si Mariano no consigue apoyos para seguir. Queda bien así
formulado, pero Sánchez sabe muy bien cual es su realidad.
Estas son las hipótesis. Una vez que en primera votación Rajoy no
sale, se afrontan las siguientes. Si el PSOE logra un acuerdo para
gobernar con el apoyo de Podemos y el batiburrillo de nacionalistas,
soberanistas, independentistas e Izquierda Unida, Sánchez será
presidente, pero en precario, para una legislatura corta y complicada
que acabará con él y probablemente reducirá a cenizas al PSOE. Si no
trata de forzar ese pacto de izquierda y se limita a no abstenerse para
imposibilitar un gobierno del PP, habrá nuevas elecciones en primavera,
donde probablemente no sea él quien lidere la lista del PSOE, que con
toda seguridad recibirá el enésimo varapalo para quedar reducido a un
papel irrelevante en el Congreso. Y la tercera, cede a las presiones
internas y externas, pacta la presidencia del Congreso y un mínimo de
reformas regeneradoras con PP y Ciudadanos y se abstiene. Algún pelo se
deja en la gatera, pero gana tiempo para consolidar su liderazgo, si
puede, y posibilita el reforzamiento del PSOE para las siguientes
elecciones, quizá en dos años.
Esto es lo que hay. Sánchez sabrá lo que hace. Todas las salidas que
tiene son complicadas, por su mala cabeza, pero hay ocasiones en la vida
en que hay que optar por la solución menos mala cuando no se tiene a
mano ninguna buena.
Mientras, el domingo tres mil y pocos militantes de la CUP, sí, de la
CUP, decidirán cual es el futuro de Artur Mas, al debatir y votar la
propuesta de Junts pel Sí, que incluye, además de las rebajas de enero
adelantadas en ofertas disparatadas, la investidura del presidente en
funciones. Los anticapitalistas llegan al cónclave con división de
opiniones, y van a votar a mano alzada. Veremos si sale ceder y aceptar a
Mas como presidente o se convocan nuevas elecciones. Si se conforma
Gobierno en Cataluña, que es probable, ello será un factor de presión
formidable para PP y PSOE, que serían responsables de una situación muy
precaria con una Comunidad Autónoma con el “desenchufe” en marcha sin
Gobierno en España. Con un par.
Así está el patio de la patria, y esta noche todos atentos al
discurso del Rey, a las 9. Es el segundo, y va a tener mucho público,
porque su papel moderador adquiere relevancia. Ya lo ha grabado. Y me
dicen que él ha quedado satisfecho. Veremos.
(*) Periodista
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