El Cara a Cara entre el Presidente del Gobierno Mariano Rajoy y el
líder de la oposición Pedro Sánchez, se ha convertido en el debate más
brusco, tenso, descalificador y, en algunos momentos desagradable, de
todos los que se han visto nunca en el Parlamento o, en los medios de
comunicación. Un Sánchez que desde el principio salió a la ofensiva, sin
dejar respirar a un Rajoy, que durante toda la primera parte parecía
lejano y como descolocado, se hizo desde el principio con el hilo del
debate, ante un Rajoy desconcertado que desde el principio parecía
sorprendido con lo que estaba pasando.
La sorpresa se convirtió en desconcierto y casi en espanto cuando
Sánchez, acusó al Presidente del Gobierno de no ser un político decente
desde el momento en que envió a Bárcenas los mensajes que le envió y que
le debían haber llevado a la dimisión en la Presidencia del Gobierno.
La cara del Presidente del Gobierno era todo un poema cuando, seguro,
llegó a afirmar “hasta aquí hemos llegado”, para calificar a
continuación, al líder de la oposición de “mezquino, ruin y miserable”. A
partir de ahí, el Presidente del Gobierno que ya desde el principio
parecía tocado, estuvo desconcertado prácticamente hasta el final del
debate. Nunca, en su dilatada vida política, Rajoy había oído ese tipo
de lenguaje refiriéndose a su actuación política.
En algunos momentos Sánchez, que probablemente ha fijado su voto y
que ha contentado a sus votantes, parecía dirigirse más hacia los que
piensan votar a Podemos que hacia quienes dudan si el, PSOE y, sobre
todo Sánchez, es la verdadera alternativa a Rajoy. Sánchez salió desde
el principio a ganar, como el maletilla que se echa al ruedo a la
búsqueda de lo que era su última oportunidad. Y la verdad es que lo ha
aprovechado, utilizando un tono que Rajoy pensaba que nunca se iba a
atrever a utilizar. Pero la política es así de asesina, aunque a muchos
le repugne.
Ahora la clave, aparte de la polémica política que se abre sobre
quién ganó el debate, sobre cuáles son los principales fallos que han
cometido los candidatos, y qué oportunidades han desaprovechado, está en
saber cuántos votos de indecisos han sido capaces de ganar durante las
dos horas de un debate que ha sido tenso y, en muchos sentidos,
descalificador, sobre algunos temas económicos y sobre lo que se ha
bautizado como “regeneración democrática”, un término grandilocuente
para referirse a la lucha contra la corrupción. Porque la corrupción ha
sido el terreno en el que Rajoy ha perdido más terreno, algo previsible,
por los numerosos casos con los que ha tenido que lidiar, especialmente
el “caso Bárcenas”, en el que, lo quiera o no, tiene una
responsabilidad directa, desde que se conocieron los mensajes de
whatsapp intercambiados por él y el ex-tesorero del partido. De ahí, a
acusar a Rajoy de político “indecente” es un paso que hasta ahora el
líder de la oposición nunca se había atrevido a dar.
Hace unos días uno de los gurús electorales de este país, le
confesaba a este cronista que, hasta ahora, los debates han movido pocos
porcentajes de votos, que, en el último, celebrado en 2011, Rajoy no
ganó muchos pero que, sin embargo, Rubalcaba ganó casi 150.000 y que, en
esta ocasión, es tan elevado el número de indecisos (no puede decirse
si, efectivamente, un porcentaje importante son indecisos o simplemente
forman parte del llamado “voto oculto”) que sí, va a tener su influencia
el “Cara a Cara” de este lunes, ya que estaríamos en un porcentaje por
encima del cuarenta por ciento, exactamente, el 41,6%.
Si ese dato proporcionado por el CIS en su último estudio es cierto,
estaríamos hablando de una cifra superior a los 14 millones de votantes,
ya que el total de electores es de 36.510.952, contando con los
electores residentes en España y los residentes en el extranjero. Estos
últimos se elevan a 185.272, y, son los que están encontrando más
dificultades para votar, por tener que desplazarse a centros que están
muy alejados de sus domicilios y que han puesto en marcha el original
sistema de que voten por ellos abstencionistas que no pensaban votar y
que están dispuestos a hacerlo por ellos. De ser ciertos los datos, el
de los indecisos sería en estos momentos, el primer partido del país y
si el debate les ha convencido pueden quedar desautorizadas todas las
encuestas que se han publicado hasta ahora.
En resumen: movilice o no movilice votos, éste, probablemente, será
el último “Cara a Cara” que se celebre en las televisiones, una fórmula
que se estrenó en el año 1993 con el debate Felipe González-Aznar, que
no volvió a repetirse hasta el 2008, cuando se enfrentaron Rajoy y
Zapatero y, en 2011, entre Rajoy y Rubalcaba. Uno de los dos que han
debatido este lunes desaparecerá de la escena política y dará paso a
otro líder que desarrollará su labor en un escenario que nada tendrá que
ver con el bipartidismo. Con seguridad, el domingo 20 el bipartidismo
será enterrado y, con él, los Cara a Cara. Los debates televisivos en el
futuro serán debates cuatripartitos, como la propia estructura política
del país.
(*) Periodista
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