viernes, 25 de diciembre de 2015

El dilema del PSOE / José Sánchez Mendoza *

¿Ha sido éxito o fracaso lo del PSOE en las pasadas elecciones? Se trata de un acertijo quimérico para el que todas las respuestas son falsas y, a la vez, verdaderas. Con los números crudos en la mano, está claro que los socialistas han obtenido el peor resultado de su historia. Pero teniendo en cuenta las circunstancias, con el bipartidismo quebrado y sufriendo un liderazgo tan errático como inconsistente, haberse mantenido como segunda fuerza política es para darse con un canto en los dientes.

Sin em­bargo, haber sor­teado el desastre ab­so­luto en la or­dalía de los co­mi­cios les ha si­tuado, pa­ra­dó­ji­ca­mente, en una en­cru­ci­jada sin ca­mino co­rrecto.

A mano de­recha tienen la po­si­bi­lidad de una gran coa­li­ción ‘a la ale­ma­na’, con­flu­yendo con el PP para ga­ran­tizar una le­gis­la­tura sin so­bre­sal­tos. Violar este tabú ser­viría en ban­deja el dis­curso al club an­ti-­casta: Garzón e Iglesias ten­drían los mí­tines he­chos y la S del acró­nimo de la rosa, ya di­fu­mi­nada, des­apa­re­cería para siempre en el ima­gi­nario co­lec­tivo. ¿Injusto? Sí. ¿Inevitable? También.

Luego está el sen­dero de la iz­quierda, el que, a priori y aten­diendo a sus raíces his­tó­ri­cas, de­bería ser na­tural para el par­tido. Una vía que equi­vale a me­terse des­nudo, como el T-800 de ‘Terminator 2’, en un bar de ca­rre­tera lleno hasta la ban­dera de mo­teros re­bo­santes de al­cohol y es­te­roi­des. Un au­tén­tico campo mi­nado de ex­tre­mis­tas, ex­tre­mistas que dicen no serlo, ex-ex­tre­mistas y na­cio­na­listas pe­ri­fé­ri­cos, que se­rían los que al final cor­ta­rían el ba­ca­lao.

Ni que decir tiene que en­trar en este la­be­rinto haría de la le­gis­la­tura algo pa­re­cido a un epi­sodio de ‘La que se ave­cina’ sin gra­cia, con el Ibex-35 tem­blando, los mer­cados me­tiendo caña y los ter­tu­lianos de 13tv re­zu­mando lava y gases tó­xi­cos. Hasta que al final una lla­mada fu­riosa de frau Merkel aca­baría con el cam­ba­lache de 5 ó 6 par­tidos –no sé si he hecho bien los cálcu­los, soy de le­tras- seña­lando fecha para unas elec­ciones an­ti­ci­pa­das. Y así vol­vemos al punto de ini­cio, solo que con una prima de riesgo des­bo­cada, los in­ver­sores hu­yendo en masa y Rouco Varela hi­per­ven­ti­lando.

Los de Pedro Sánchez están en una si­tua­ción que, fi­lo­só­fi­ca­mente, se plantea como un di­lema: tienen dos op­ciones y nin­guna de las dos lleva a buen puerto. Quizá ha­bría sido mejor que los in­de­cisos hu­biesen dado la es­palda al par­tido y así poder asumir una buena ca­tás­trofe de­pu­ra­dora, en lugar de se­guir ago­ni­zando y en­fren­tarse a un desafío para el que su líder no está pre­pa­rado. Porque no se sabe si de éxito o de fra­caso, pero el PSOE se está mu­riendo.

(*) Periodista

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