Sigue la lluvia de encuestas y sondeos en una situación de expectativas
inquietas, muy volcada al predominio de los audiovisuales. La precampaña
está haciéndose prácticamente en la televisión con la consecuencia
inevitable de la trivialización de sus contenidos a extremos
estomagantes.
La web de sondeos elelectoral.com
trae una media de las últimas encuestas que sigue contumaz mostrando el
mismo panorama para el 20 de diciembre: mayoría del PP, victoria de la
derecha y derrota de la izquierda. A un mes de los comicios. Grosso modo coincidente también con otro sondeo de El periódico de Andalucía,
que da 25,02% al PP, 21,67% al PSOE, 20,16 a C's, 16,81 a Podemos y
4,95 a IU. La imagen fija sigue sin modificarse. Y, sin embargo, los
datos son sorprendentes. La única explicación que encuentro es que los
encuestados, a fuerza de ver televisión, ya moldean su comportamiento a
sus dictados más o menos explicitos. La Videodemocracia de Sartori en todo su esplendor.
Sorprendente
es que en cabeza aparezca un partido considerado por los jueces como
una asociación de malhechores y presidido por un tipo acusado de haber
cobrado sobresueldos, de haberse pagado los trajes con cargo a una trama
corrupta y de haber incumplido la ley de incompatibilidades; un hombre
sin el menor talante democrático, que miente al Parlamento, se niega a
dar cuenta de sus actos, utiliza las instituciones al servicio de sus
intereses y se aprovecha de los fondos públicos en su favor y el de sus
parientes, mientras los niega a los demás. Un partido corrupto de arriba
abajo, muchos de cuyos dirigentes están mezclados en procesos penales,
que ha arruinado el país, lo ha esquilmado, lo ha partido y lo ha
convertido en el paraíso de fondos de especulación y de los curas.
Resulta soprendente que pueda repetir un presidente desprestigiado, sin
crédito alguno, con la valoración popular más baja de la historia y que
es el hazmerreír de la comunidad internacional. Se trata del voto del
franquismo sociológico aún resistente porque el PP no solamente es un
partido fundado por un exministro de Franco sino que está plagado de
franquistas y neofranquistas y es correspondientemente, reaccionario y
nacionalcatólico. Un partido responsable de la mayor involución
democrática de la segunda Restauración y el que, gracias a su
catalanofobia, más he hecho por la independencia de Cataluña.
Sorprendentemente
también, a pesar de la derecha, el PSOE no levanta cabeza. Ha
recuperado algo del terreno perdido bajo mandato del reaccionario
Rubalcaba, pero no lo bastante para dejar de ser segundón. No ha sido
oposición en la legislatura recién acabada. Carece de iniciativa y
empuje. Ni a presentar una moción de censura se atrevió su secretario
general, cuya falta de energía, de chispa, de interés no se compensa con
un febril activismo, un perpetuo peregrinar por las tierras de
España, que solo consigue hacer más patente sus clamorosas carencias.
Arrastrado por el carro de guerra de la derecha neofranquista frente al
llamado reto independentista catalán, ofrece la imagen clásica de
un progresismo tradicionalmente claudicante frente al nacionalismo
español más anquilosado y prepotente. Su programa es desvaído y falto de
crédito. El federalismo que propone no tiene seguidores ni en su seno y
sus únicas propuestas claras se formulan en negativo pues consisten en
prometer la derogación de las medidas más injustas e impopulares del PP,
pero sin gran fuerza de convicción porque en bastantes casos también
tendrá que derogar otras que él mismo puso en marcha.
Asombrados
tiene a los analistas el fulgurante ascenso de C's. No lo menos por el
hecho de tratarse de un partido catalán. Pero catalán/español que aspira
a convertirse en español/catalán, contando con dos puntos de ventaja
sobre el otro gran partido de la derecha dinástica: no está hundido en
la corrupción y promete impedir la escisión catalana con la misma
contundencia que el PP o mayor si cabe. Las dos observaciones críticas
que se le hacen, esto es, que su financiación no está clara y que sus
propuestas son oportunistas, en muchos aspectos retrógradas, inconexas y
en buena medida absurdas, no traspasan el escudo de popularidad
mediática del líder, cuya capacidad de comunicación está fuera de
duda. Es el único político que aprueba y holgadamente en la valoración
popular según los barómetros del CIS. Rivera trasmite una imagen de
novedad y cambio en mucha mayor medida que Sánchez y lo hace con una
promesa de estabilidad y orden que los de Podemos no consiguen igualar.
Por eso va en cabeza y mejora sus expectivas día a día. Con C's, el
bloque de la derecha prevé alcanzar una mayoría notable y la absoluta en
el Parlamento.
También cierta perplejidad producen las intenciones de voto de Podemos. El partido que iba a asaltar los cielos y que, como el hombre que corrompió a Hadleyburg iba a poner de manifiesto las miserias del satisfecho régimen de
la segunda Restauración, se ha quedado estancado en un miserable cuarto
puesto. Por delante va el advenedizo Rivera y a más de diez puntos el
odiado adversario del PSOE, al que Podemos venía a jubilar. Su
expectativa -alimentada por el éxito de las elecciones europeas de 2014-
era muy superior y, por tanto, ese mediocre resultado se ve como un
fracaso.
Que además, puede agravarse por cuatro razones: a) la defensa
de la autodeterminación de los catalanes, tiene mala prensa en el
electorado español; b) la superioridad de imagen mediática del líder de
C's; c) los conflictos orgánicos internos producidos por sus dos almas,
la jerárquica/leninista y la asamblearia/trotskista; d) el oportunismo
de un programa que parece hecho con arenas movedizas. Como estrambote
añádase que por su voz habla muchas veces el espectro insepulto de IU,
como cuando se escucha a Pablo Iglesias igualar en sus diatribas al PP y
al PSOE siendo así que, si aún tiene alguna expectativa de acercarse al
gobierno solo puede ser en alianza con el PSOE.
No
es sorpresa, en cambio, que IU apenas consiga mantener la cabeza por
encima de la línea de supervivencia. La sorpresa es que la coalición
tapadera del partido comunista decida seguir presentándose en lugar de
disolverse como quizá debiera hacer a la vista de su absoluta
irrelevancia política.
El
panorama a fecha de hoy sigue dibujando un triunfo de las derechas.
Solo cuatro posibilidades, no muy disparatadas, podrían alterar este
pronóstico: a) se demuestra fehacientemente que Rajoy está de lleno en
la Gürtel, con delitos y todo; b) Sánchez deja de revolotear por las
agrupaciones y comienza a decir algo que merezca la pena escuchar; c)
Rivera mete la pata en alguna declaración de esas que improvisa o se le
descubre algo muy dañino; d) los de Podemos, con el líder perdido por
los platós y las bases soliviantadas por la falta de democracia
asamblearia, se quedan en un porcentaje muy bajo y eso si llegan a las
elecciones en estado de revista. En cuanto a IU da igual haga lo que
haga: su función seguirá siendo testimonial. Si acaso.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
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