lunes, 30 de noviembre de 2015

Línea de salida / Ramón Cotarelo *

Empate en la línea de salida parecería una buena señal. Con Podemos de cierta remontada, acercándose a la línea mágica del veinte por ciento, condiciones de fair play: igualdad en el punto de partida. Queda el caso de IU, sempiternamente sumergida en su testimonial cinco por ciento del voto más o menos. Pero eso ya parece más cosa de psiquiatría antes que de análisis político.

Lo malo es que, al tratarse de intención de voto, no es línea de salida, sino de llegada. Todos los partidos alcanzan unos resultados igualados, ninguno puede gobernar en solitario y es preciso entrenarse en una actividad de negociación, compromiso y coalición que no es frecuente en España y que a los españoles, generalmente machos, les parece cosa de damiselas.

La lógica coalición de las derechas, PP y C's quizá tuviera mayoría parlamentaria absoluta pero no contiene especial beneficio para C's, que liga su suerte a un partido en previsible situación de crisis y reduce sus propias expectativas a base de parecer cavernícola. Más esperanzas tendría una gran coalición clásica, PP - PSOE. Muestra su solera. Pero no en España. Téngase en cuenta, además, que la esperanza del PSOE es derogar lo legislado por el PP, cosa que hará más cómodamente sin el PP. 
Por eso, el PSOE buscará entre los de C's y la gran coalición que pudiera darse no sería del todo disparatada. Al fin y al cabo, los de Podemos también dicen que pueden pactar con C's si este abandona su belicismo y su neoliberalismo. Temo, sin embargo, que no consigan desembarazarse de estas cuestiones por cuanto, en realidad son estructurales en el sentido althusseriano, decisivas para la existencia. Por tanto es poco probable el pacto C's - Podemos.

Así, aunque su comportamiento induce a pensar que C's puede aliarse indistintamente con PP y PSOE en las Comunidades Autónomas, la cosa cambia en el voto a las generales, en donde entran en juego otros factores, como la imagen de partido nuevo frente a los viejunos, en la creencia de que el PSOE tendrá más capacidad de adaptación. Pero eso está por ver.

La posible alianza PSOE - Podemos no tendría la mayoría absoluta en el Parlamento y lo más probable es que tampoco la alcanzara con la ayuda de IU que quizá debiera ir pensando en disolverse. Esto es, el electorado excluirá en su comportamiento el posible pacto de la izquierda a la portuguesa, algo que los progresistas alaban pero no practican. 
Por lo demás, si las izquierdas se presentan divididas a las elecciones, lo mismo, por primera vez sucede con las derechas. ¿Por qué la división de las izquierdas ha de resultar peor para estas que el de las derechas? En las izquierdas, como en las derechas, cada cual vote su opción y apóyese luego la coalición que se piense más conveniente.

Lo mejor de este empate es que, de seguir así las cosas, el único cuadro que no se dará será la repetición de un mandato de Rajoy. Descartada la mayoría absoluta, única posibilidad de continuar, cualesquiera otras combinaciones no reservan plaza para Rajoy en ningún supuesto. No es imaginable situación alguna en la que los dirigentes de los partidos le dieran su apoyo. 
Ni el mismo Rajoy lo haría si tuviera uso de razón, que no es el caso. No está clara la combinación que pueda salir, pero algo parece ya seguro: cualquiera en la que no esté Rajoy. Su bajísima valoración popular a lo largo de toda la legislatura y el rechazo que, con harta razón, inspira, muestran que el país está harto de soportar a este pájaro bobo y cazurro que lo que tiene de aprovechado, lo tiene de caradura. 


(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED

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