martes, 24 de noviembre de 2015

Nos prestan lo que nos deben / Ángel Montiel

El dinero del Estado que a la Región de Murcia debiera corresponderle por financiación lo recibimos como préstamo. Es algo así como si la empresa para la que usted trabaja, al ingresarle su nómina, le advirtiera de que se trata de un préstamo que más tarde ha de devolver. El Gobierno central, con cargo al Fondo de Liquidez Autonómica (FLA), ha tenido a bien conceder 430 millones de euros a la Comunidad para el pago de facturas, y encima tendremos que aplaudir el gesto y mostrar agradecimiento. 

Pero la realidad es que la deuda autonómica sigue creciendo, y ya casi dobla el presupuesto. Da igual si crece a mayor o menor ritmo que en el periodo álgido de la crisis. El caso es que crece, y no hay modo de frenarla. Nos manejamos con unos 4.000 millones de presupuesto, y esto poniendo alguna imaginación sobre los ingresos que habrán de producirse, mientras que el debe, acerca del que no hay ninguna imprevisibilidad, va ya por los 7.000 millones o por ahí. Es obvio que jamás de los jamases se podrá devolver la deuda. Si la Comunidad Autónoma cerrara desde el próximo 1 de enero hasta el 31 de diciembre de 2016, dejara de prestar todos sus servicios, clausurara escuelas, universidades y hospitales y sus miles de empleados se tomaran el año sabático a su propia cuenta, a la vuelta nos encontraríamos con que aun después de haber ahorrado 4.000 millones seguimos debiendo casi otros 4.000. Y esta posibilidad, claro, es de política-ficción. 

¿Hacia dónde vamos? No hacia la ruina absoluta, puesto que ya estamos en ella. La Comunidad de Murcia es inviable técnica y económicamente con las cifras que se manejan. Y lo es hasta el punto de que si mañana mismo se actualizara el modelo de financiación, seguiría siendo inviable a no ser que se realizara una quita que eliminara la deuda con el Estado que desde hace años se viene cebando. No hablamos ya de la ´deuda histórica´´ „nunca satisfecha, y menos reconocida, porque el Gobierno del PP murciano sólo la reclamaba cuando en España gobernaban los socialistas„, sino de la ´deuda posthistórica´, la que ahora mismo estamos acumulando.

La normalización del sistema de financiación habría sido posible en la actual legislatura, con un Gobierno de mayoría absoluta „da igual que sea del PP, pero con autoridad para hacer una distribución justa sin apaños para ajustar la hegemonía parlamentaria„, pero esa oportunidad ha pasado. Y el futuro es incierto. Muy incierto. Es obvio que la cuestión catalana, si todavía pudiera parchearse, sería a cuenta de privilegiar financieramente a ese territorio respecto a los que menos políticamente pintan en el conjunto del Estado. Pero, además, los Presupuestos Generales, no están para bromas, y hay que contemplar que entramos en una fase en que los capítulos militar y de seguridad van a arrebatar cualquier tentación a la alegría. 

El camino por el que nos llevan no conduce a la normalización del sistema de financiación, sino a una perspectiva de mayores y más feroces recortes. Vendrán tras el 20D, y no hace falta ser agorero. Esta Comunidad, que recibe una financiación muy inferior a lo que le correspondería y que ha de mantener sus servicios, especialmente la Sanidad, gracias a los préstamos del Gobierno central con que intenta compensarse el desajuste de manera provisional, no puede ni podrá cuadrar sus cuentas. Vive técnicamente del aire, en el préstamos infinito. Pero los préstamos hay que devolverlos. Puede llegar un momento, y no muy lejano, en que si esta manera de huir hacia adelante no se frena, sólo habrá dinero, si lo hay, para pagar la deuda. La deuda se lo comerá todo. Incluso a pesar de que el FLA llega al cero por ciento de interés, pero no está garantizado que esto sea eterno, pues las fluctuaciones en los mercados internaciones y los cambios en los mecanismos de regulación de EE UU o de Europa, a expensas de todas las eventualidades imaginables, pueden eliminar esa idealidad de un día para otro. 

Nada es seguro. O mejor, lo único seguro es que ante cualquier convulsión la deuda será lo único que persista. Esto lo sabe cualquiera en la vida cotidiana, Pero en política, que se lo pregunten a los griegos, por ejemplo. 

Cada murciano, incluyendo los bebés de pecho, los apolíticos y los mediopensionistas debe unos 5.000 euros, pero si nos remitimos tan sólo a la población activa la cifra puede alcanzar a los 20.000 por cabeza. Sí, usted que tiene un empleo y también su mujer o marido, debe 40.000 euros y no lo sabe. Alguna vez alguien se lo querrá cobrar y lo hará en los servicios para los que ya paga sus impuestos. Empezando por la calidad de esos servicios hasta la supresión de muchos de ellos. 

Esto es consecuencia de los años de pasividad de unos políticos que han estado pensando en donde colocar su culo en vez de trabajar por el interés general, y que en vez de reivindicar ante Madrid una adecuada financiación han utilizado sus contactos en su partido y en el Gobierno para proveerse de una jubilación a placer. Al actual Gobierno le ha caído esta herencia inmanejable, y esto a pesar de que el equipo económico, empezando por el consejero de Hacienda, es de una incontestable solvencia y capacidad. Pero lo que no pueden pretender es que aplaudamos que el Gobierno del partido al que pertenecen nos coloque como deuda aquello que nos debe por financiación. Es decir, que nos robe por partida doble. ¿Cuándo lo van a denunciar?

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