domingo, 11 de octubre de 2015

Felipe VI, Hollande y Merkel, contra el alzamiento de fronteras dentro de Europa / Antonio Sánchez-Gijón *

Los más altos representantes de España y Francia, Felipe VI y François Hollande, y la canciller Merkel, evocaron este lunes, ante el parlamento europeo, la necesidad de ‘más Europa’ para abordar los problemas que, de distintas maneras, afectan a cada uno de los países en nombre de los cuales hablan, y los de carácter europeo, como la crisis de los refugiados y las potenciales amenazas sobre Europa proyectadas desde la guerra de Siria.


En el dis­curso del rey de España es­taba la­tente la crisis po­lí­tica entre el Es­tado es­pañol y la Generalidad y el par­la­mento de Cataluña. En los casos de Francia y Alemania, es­taba la­tente el desafío que para cada uno de ellos ha su­puesto y su­pone la crisis de mi­gra­ción que afecta a Europa, y que ha dado mo­tivos a des­en­cuen­tros entre París y Berlín.

El rey afirmó que “la España de­mo­crá­tica de las úl­timas dé­cadas se ha ba­sado en una firme vo­luntad de en­ten­di­miento entre los es­paño­les”. Y re­ma­chó: “Soy eu­ropeo porque soy es­pañol”. El pre­si­dente de la eu­ro­cá­mara, Martin Shultz, ha­lagó los oídos del rey afir­mando que “en estos tiempos di­fí­ci­les, Europa ne­ce­sita más que nunca a España”. Es co­no­cida la toma de po­si­ción de Shultz sobre la in­con­ve­niencia del pro­ceso so­be­ra­nista ca­ta­lán. El mismo pre­si­dente fran­cés, sin duda sin in­ten­cio­na­lidad al­guna, obli­gaba a evocar la fiebre in­de­pen­den­tista ca­ta­lana al re­cordar a la cá­mara la afir­ma­ción de su an­te­cesor François Mitterrand, quien decía que ‘el na­cio­na­lismo es la gue­rra. Su ad­ver­tencia sigue siendo útil”, dijo Hollande.

Esta se­sión par­la­men­taria ha sido par­ti­cu­lar­mente digna de nota en lo que con­cierne a Francia y Alemania. Es la pri­mera vez, desde 1989, que los lí­deres de ambos países se di­ri­gían de forma si­mul­tá­nea, y casi se diría que con­junta, al par­la­mente eu­ro­peo. La an­te­rior vez fue con oca­sión de la caída del Muro de Berlín, que había dado mo­tivo a re­celos entre fran­ceses y ale­ma­nes. Una Alemania unida fue per­ci­bida en Francia como la emer­gencia de una na­ción capaz de re­equi­li­brarse como gran po­tencia con Francia, ven­ce­dora en la II GM, po­tencia nu­clear y con un puesto per­ma­nente en el Consejo de Seguridad de las NN.UU. Superados los re­ce­los, y para sub­rayar su apuesta eu­ropea por en­cima de di­fe­ren­cias na­cio­na­les, el pre­si­dente Mitterrand y el can­ci­ller Helmut Kohl, de­ci­dieron en aquel año di­ri­girse amis­tosa y si­mul­tá­nea­mente a la cá­mara eu­ro­pea.

“Es pre­ci­sa­mente ahora – señaló la can­ci­ller Merkel en la se­sión de este 7 de oc­tu­bre– cuando nos hace falta más Europa”. Se re­fe­ría, sin men­cio­narla, a la crisis de mi­grantes y re­fu­gia­dos. Hollande man­tuvo la misma lí­nea: “El de­bate no es entre menos y más Europa, sino entre la afir­ma­ción de Europa o el fin de Europa”.

Cuatro ejes de ac­ción y un 
mer­cado único de ca­pi­tales

Un pro­blema que Francia y Alemania miran desde án­gulos dis­tintos es el de la es­truc­tura ins­ti­tu­cional del euro. Hollande es par­ti­dario de crear una forma de go­bierno para la zona euro, con par­la­mento y pre­su­puesto pro­pios, me­dida que es vista desde Alemania como po­ten­cial causa de dis­tan­cia­miento de Londres res­pecto del pro­yecto eu­ro­peo, dado que el reino Unido debe afrontar en 2017 el re­fe­réndum sobre su per­ma­nencia en la Unión o su se­pa­ra­ción. Cualquier re­for­za­miento de los po­deres eu­ro­peos es visto por el primer mi­nistro Cameron como una dis­mi­nu­ción de la so­be­ranía na­cio­nal, y por lo tanto leña al fuego para ca­lentar la cal­dera del par­tido anti eu­ropeo UKIP.

En este orden ins­ti­tu­cio­nal, la po­si­ción de com­pro­miso entre Hollande y Merkel quedó es­ta­ble­cida en mayo de este año, cuando ambos di­ri­gieron al pre­si­dente de la co­mi­sión, Jean Claude Juncker, un me­mo­rándum con “cuatro ejes de ac­ción”: la po­lí­tica eco­nó­mica, la con­ver­gencia de las po­lí­ticas eco­nó­micas na­cio­na­les, y las po­lí­ticas so­ciales y fis­ca­les.

La ur­gencia de las crisis pun­tuales de los re­fu­giados y de Siria ha hecho que otros pro­ble­mas, so­bre­ve­nidos en los úl­timos tiem­pos, no hayan sido, en esta oca­sión, ob­jeto de toda la aten­ción que el par­la­mento eu­ropeo de­berá darle en los pró­ximos me­ses: en con­creto, cómo se en­fren­tará la UE al desafío de la Unión de Países del Pacífico re­cién cons­ti­tuida, al tra­tado de libre co­mercio de la Unión con los Estados Unidos antes de que el man­dato del pre­si­dente Obama llegue a su fin, y cuándo pondrá en marcha el pro­yecto más am­bi­cioso de la ac­tual Comisión: el mer­cado único eu­ropeo de ca­pi­ta­les.

(*) Periodista

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