No existe peor insulto en todo el idioma español que el de "es
el yerno que toda madre querría para su hija". Hasta el de "cuñado" o el
de "pagafantas" suenan benévolos a su lado. Me pregunto por qué querría
una madre que su hija languideciera de aburrimiento africano, sopor
sexual e inapetencia existencial casándose con un tipo de esos que, como
decía Winston Churchill de Clement Attlee, "son corderos con piel de
cordero". Y es que ya lo dice el viejo chiste, "cásate con el hombre que
te haga sentir mariposas en el clítoris: lo del estómago es solo
hambre".
En el PSOE han debido de pasar mucha hambre porque eso de
pasar de Zapatero a Sánchez, y no por accidente nuclear sino por
voluntad propia, no se explica racionalmente. Pedro Sánchez, que por
aburrir tiene aburrido hasta el nombre, es más bien el yerno que toda
madre que odia a su hija querría para ésta.
En las películas de
terror adolescente, los Pedro Sánchez son decapitados los primeros para
regocijo de la audiencia, que no suele soportar a los sosos que parecen
haber nacido con el único propósito de anunciar dentífricos. Veremos si
Susana Díaz logra evitar que los fotógrafos de prensa la retraten
relamiéndose compulsivamente durante las semanas que quedan hasta las
próximas elecciones generales como si le hubieran metido un bloque de
sal en el morral. El tic se le va a acentuar a medida que pasen los días
y el otro yerno que toda madre querría para su hija, Albert Rivera,
empiece a devorarle los higadillos a su secretario general. Porque éste,
Rivera, sí que es un lobo disfrazado de cordero. Al tiempo.
A
Pedro Sánchez lo que le pasa, en definitiva, es que está mal dibujado.
Como esos personajes literarios cuya muerte nos importa un carajo porque
carecen de entidad propia. Ni en su forma de morir destacan: lo más
habitual es que palmen de accidente doméstico. Electrocutados por la
tetera o desnucados tras tropezar con su tortuga.
Hagan la prueba.
Reúnan a cuatro amigos, conocidos y/o saludados y prueben a
describirles a Mariano Rajoy sin mencionar su nombre o su cargo. A su
audiencia no le llevará más de una o dos frases adivinar su nombre. ¿Qué
digo, frases? ¡Palabras! «Marca, ciclismo, puro, sofá». Prueben a hacerlo con Pablo Iglesias. «Coleta, Venezuela, tertulia, Juego de tronos». Prueben a hacerlo ahora con Pedro Sánchez.
Imposible,
¿verdad? Ahí lo tienen. Pedro Sánchez, pura espuma de humo rebozada en
esencia de ausencia, está mal dibujado. Y aún y así, es posible (no
probable pero sí posible) que se convierta en nuestro próximo presidente
de Gobierno.
¿Tantas madres hay en España que odian a sus hijas?
(*) Periodista
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