jueves, 29 de octubre de 2015

La CUP no quiere esperar más. Ruptura ya / Antonio Sánchez-Gijón *

Aunque la coalición ganadora de las elecciones catalanas del 27 se septiembre anunció el martes pasado su programa de ruptura con el Estado español, que se pondría en marcha tan pronto como se formase el nuevo parlamento, la Candidatura de Unidad Popular (CUP), el partido anticapitalista y secesionista que tiene, con sus diez diputados, la llave para la formación de un nuevo gobierno, quiere la desconexión de Cataluña con el Estado español “ya”.
Sin em­bargo, el pro­yecto de de­cla­ra­ción de la ma­yoría in­de­pen­den­tista pre­sen­tado el martes 27 ante la mesa del par­la­mento, y que se apro­bará tan pronto como éste se forme, da un plazo de 30 días para aprobar las leyes que ase­guren el “proceso de des­co­ne­xión de­mo­crá­ti­ca”. La im­pa­ciencia de la CUP con ese plazo se ha puesto de ma­ni­fiesto al de­nun­ciar, en un co­mu­ni­cado emi­tido este miér­co­les, “la de­ci­sión del go­bierno en fun­cio­nes, de la Generalidad de Cataluña, de que los Mossos (d’Esquadra) eje­cuten ór­denes de la Audiencia Nacional”. La nota se re­fería a la ope­ra­ción de la po­licía au­to­nó­mica contra un grupo anar­quista acu­sado de la co­mi­sión de actos te­rro­ris­tas, ope­ra­ción or­de­nada por el tri­bunal en­car­gado de la lucha contra el te­rro­rismo, y que se llevó a cabo el miér­coles 28 me­diante la de­ten­ción de ocho per­so­nas.

Como pro­testa por la “colaboración” de la po­licía ca­ta­lana con un tri­bunal es­pañol, la CUP sus­pendió una reunión pre­vista con por­ta­voces de la coa­li­ción elec­toral Junts pel Si (JpS) para se­guir ne­go­ciando la for­ma­ción del go­bierno re­sul­tante de las urnas del 27 de sep­tiem­bre, y la con­fir­ma­ción o no del pre­si­dente en fun­cio­nes, Artur Mas como nuevo ‘president’, que la CUP rchaza. La pre­si­dencia de Mas fue con­di­ción ne­ce­saria para que Convergencia Democrática de Cataluña (CDC) se de­ci­diera a formar con Esquerra Republicana (ERC) la coa­li­ción elec­toral JpS, que re­sultó, con 62 dipu­tados, ga­na­dora aunque sin ma­yoría su­fi­ciente para go­ber­nar.

Entregar o no la ca­beza de Mas

El nuevo obs­táculo formal a los planes de JpS puesto por la CUP in­dica que la fi­gura de Mas ya no es, ante sus ojos, un ac­tivo po­lí­tico útil, y que debe qui­tarse de en medio como can­di­dato a la Generalidad. La acep­ta­ción de las exi­gen­cias de la CUP po­dría su­poner la rup­tura de la coa­li­ción ga­na­dora, dado que Mas es el ac­tivo de mayor talla po­lí­tica de Convergencia Democrática de Cataluña, el au­tén­tico líder del pro­ceso so­be­ra­nista, además de ga­rante de la he­ge­monía so­cial de la bur­guesía y la clase media aco­mo­dada de Cataluña, y que fue acep­tado a re­gaña­dientes por ERC, un par­tido pe­queño-­bur­gués. La es­trecha co­la­bo­ra­ción CDC-ERC en el pro­ceso so­be­ra­nista ha su­puesto el de­bi­li­ta­miento elec­toral de Convergencia; un de­bi­li­ta­miento que Mas ha tra­tado de com­pensar con una ra­di­ca­li­za­ción de su dis­curso so­be­ra­nista. La CUP apuesta, pues, por apro­ve­char su po­si­ción de fiel de la ba­lanza para de­bi­litar el pacto CDC-ERC, y ha for­zado a esta coa­li­ción a romper cuanto antes con el es­tado, con ol­vido de cual­quier cálculo, como el de es­perar a la ce­le­bra­ción de las elec­ciones ge­ne­rales del 20 de di­ciembre al ob­jeto de re­eva­luar la es­tra­tegia in­de­pen­den­tista a la luz de los re­sul­tados elec­to­rales en España.

La coa­li­ción an­ti­ca­pi­ta­lista se ha trans­for­mando en un mo­vi­miento que se pre­senta como, además de se­ce­sio­nista, re­vo­lu­cio­na­rio. El co­mu­ni­cado de la CUP avisa cla­ra­mente: “Cualquier pro­ceso de rup­tura con España con­si­de­ramos que debe in­cluir la desobe­diencia a tri­bu­nales es­pañoles re­pre­sores y he­re­deros del Tribunal de Orden Público”, y de­clara que en la República Catalana “la re­pre­sión contra los mo­vi­mientos po­pu­lares no debe tener ca­bi­da”, para pedir a con­ti­nua­ción “una trans­for­ma­ción de raíz y la de­mo­cra­ti­za­ción del cuerpo de los Mossos”.

La rea­li­za­ción de esta pro­puesta está en con­tra­dic­ción di­recta con el plan­tea­miento de la rup­tura según la for­mula la “Declaración de inicio del pro­ceso para el es­tado ca­ta­lán”. Su punto 7 dice: (El Parlament) ”Adoptará las me­didas ne­ce­sa­rias para abrir este pro­ceso de des­co­ne­xión de­mo­crá­tica ma­siva, sos­te­nida y pa­cí­fica con el Estado”. Es evi­dente que los au­tores de este texto han evi­tado sus­citar la idea de “desobediencia a las le­yes”. Siguen, pues, ju­gando con las pa­la­bras para en­cu­brir lo que no se atreven a pro­nun­ciar, por miedo a la reac­ción de las ins­tan­cias in­ter­na­cio­na­les, pues de ellas es­peran la san­ción apro­ba­toria de Cataluña como nuevo es­tado de­mo­crá­tico.

El lugar de la pro­vo­ca­ción

Y es evi­dente tam­bién que esa rup­tura no puede ser pa­cí­fica, puesto que un es­tado que ve desafiada su so­be­ranía tiene de­re­cho, y está obli­gado, a usar todos los re­cursos le­ga­les, in­cluida la fuerza.

Es in­con­ce­bible que un es­tado re­co­no­cido in­ter­na­cio­nal­mente, y se­cu­lar­mente es­ta­ble­cido sobre un te­rri­to­rio, como España, ad­mita nuevas fron­te­ras, nuevas le­gi­ti­mi­da­des, daños in­cal­cu­la­bles sobre sus re­cur­sos, merma de su li­bertad de ac­ción sobre una gran parte de su te­rri­to­rio, po­bla­ción y eco­no­mía, más pér­dida del con­trol de sus co­mu­ni­ca­ciones con los otros es­ta­dos, in­cum­pli­miento par­cial for­zado de sus obli­ga­ciones in­ter­na­cio­nales y de sus obli­ga­ciones sobre sus pro­pios ciu­da­danos re­si­dentes en ese su­puesto nuevo es­tado, etc. Son todos mo­tivos para el em­pleo de los re­cursos más di­rec­ta­mente coer­ci­tivos y, lle­gado el mo­mento, para la in­ter­ven­ción en fuerza.

Piénsese en la pér­dida del con­trol es­pañol sobre la fron­tera fran­cesa, o sobre el puerto de Barcelona, o sobre la red eléc­trica, la de fe­rro­ca­rri­les, los ae­ro­puer­tos, las co­mu­ni­ca­ciones inalám­bri­cas… O las obli­ga­ciones bajo los tra­tados de la Unión, o con las de la OTAN. Qué decir de un sis­tema ban­cario sec­cio­nado y for­zado a po­nerse al margen de la su­per­vi­sión del Banco de España y del Banco Central Europeo. Lo mismo sobre el sis­tema de se­gu­ridad so­cial o el de jus­ti­cia…

Cabe, pues, la pre­gunta: ¿cómo unas fuerzas po­lí­ti­cas, que han sido ‘de go­bierno’ por más de treinta años, se meten en una vía for­mal­mente re­vo­lu­cio­na­ria, con es­casas po­si­bi­li­dades de pro­ducir la des­co­ne­xión, y nulas para formar “un es­tado le­gí­timo, de­mo­crá­tico, pa­cí­fico y prós­pe­ro”, y sobre todo re­co­no­cido in­ter­na­cio­nal­mente?

Estas son las pre­guntas que JpS no está en con­di­ciones de con­tes­tar, porque su es­tra­tegia no es tanto de choque como de ame­naza de cho­que, con­sis­tente en em­pujar al es­tado a una si­tua­ción pró­xima a una crisis in­terna de ré­gi­men, con riesgo para las con­quistas eco­nó­micas y so­ciales de su po­bla­ción, con­fiando en que el es­tado en­con­trará, tarde o tem­prano, más con­ve­niente ceder lo que, según creen, está de todos modos con­de­nado a per­der. O ese es el cálculo. Es como el que ame­naza a otro con ha­cerle perder un brazo, “aunque yo me quede cojo. Seamos, pues, ra­zo­na­bles y dame lo que te pi­do...”

En ese sen­tido, la pa­labra ele­gida por Mariano Rajoy para ca­li­ficar la de­cla­ra­ción par­la­men­taria de JpS es acer­tada: “provocación”. El es­tudio de esta fi­gura, sin em­bargo, in­dica que la pro­vo­ca­ción no tiene nin­guna re­la­ción de cau­sa­lidad su­fi­ciente con las exi­gen­cias o ame­nazas que se in­si­núan. En len­guaje co­lo­quial, la pro­vo­ca­ción suele ser “un fa­rol”. Para cum­plir sin más di­la­ción su propia ame­naza, los dipu­tados de JpS de­be­rían de­jarse arras­trar por la mi­no­ri­taria CUP. Es po­sible que lo ha­gan, pero ya no ten­drán una in­de­pen­dencia pa­cí­fica, sino una re­vo­lu­ción. Y la in­de­pen­dencia de­mo­rada ad ka­lendas grae­cas.

(*) Periodista

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