jueves, 1 de octubre de 2015

Última etapa: elecciones generales en diciembre / Ramón Cotarelo *

Terminadas las elecciones catalanas, volvamos al solar patrio, las recias solanas de enteca hidalguía, la cuna de los españoles, bravos, indómitos, individualistas. A tres meses de las elecciones generales, que han de coronar este año de terremotos políticos, la izquierda parece un mercado persa o un bazar tunecino. Está tan fragmentada y enfrentada que ni siquiera se pone de acuerdo en el significado de su propio nombre. Para muchos izquierdistas de IU, Podemos u otras formaciones, el PSOE no es de izquierda, sino la cara amable de la derecha. A su vez, en el fondo, en el PSOE no se considera de izquierda a estos izquierdistas y si no se los tilda abiertamente de totalitarios y similares a los fascistas es por no parecerse mucho a Raymond Aron.

La acción práctica y los discursos del mal avenido conjunto de la izquierda requirirían un GPS para no perderse en el laberinto de nombres, organizaciones y composición de estas organizaciones.

El PSOE, convencido de ser la nave capitana de cualquier flota de la izquierda que se arme, mantiene una actitud de grandioso hieratismo para dar sensación de seguridad, estabilidad, firmeza y claridad de ideas. Por ello, al parecer, los expertos que rodean a Sánchez sacan un documento sobre reforma de la Constitución que no reconoce a Cataluña la condición de nación y, por ende, a España la de Estado plurinacional. O nación de naciones, que es expresión de la que todos huyen, no sé por qué. Describe bastante bien el sentimiento de muchos españoles y no hace daño a nadie. Todavía no he visto el documento. Supongo que se limitará a soslayar la cuestión y no dará en la flor de negar explícita (e innecesariamente) la condición nacional a Cataluña. Aunque, tratándose de Sánchez, patriota español de la españolidad que es españolía, no me extrañaría. El hombre capaz de homenajear a Lázaro Cárdenas con una corona de flores y la bandera borbónica tiene una idea de España única y obligatoria. El Partido Socialista Obrero es, ante todo, Español. Eso, sí: federal, de foedus, liga, pacto, acuerdo, todo ello relacionado con la fe, la fides. El federalismo del PSOE es cosa de fe. Buena o mala. Depende.

Podemos anda lamiéndose las heridas de la desastrosa campaña de Cataluña, de donde ha regresado con el ánimo de la Grande armée a su vuelta de Rusia. Su marca está perdiendo lustre como las herrumbrosas lanzas. El éclat mediático de los inicios se ha convertido en el fastidio de escuchar a los maestros dando lecciones sobre fracasos. Encima, sus hermanos ideológicos, los de IU y sus organizaciones estilo ahora en común, aquellos a quienes se podía dictar condiciones humillantes, crecidos por los resultados catalanes, quieren imponerlas ellos. Garzón reta ahora a Iglesias a unas primarias por la cabecera de la lista de la organización que salga de la confluencia y con el nombre que tenga. Igualmente rechaza encabezar la lista de Málaga (creo) por entender que lo tradicional es que el cabeza principal vaya por Madrid. Escuchar a un comunista emplear la tradición en su favor es una señal del inexorable paso del tiempo.

Habiendo recuperado ánimo en Cataluña, IU retorna a sus más puras esencias. En la reciente fiesta del PCE en Madrid, el mismo Garzón, flanqueado por Anguita y Centella, anunció que el enemigo era una tenebrosa triada compuesta por la monarquía, la oligarquía del PP y el PSOE. Esta es la realidad profunda, el sentido último de la esquizofrenia de la izquierda: los de Podemos, ahora que vienen diezmados, no solamente deben reintegrarse en las filas de la verdadera izquierda transformadora sino hacerlo alzando la bandera de los auténticos creyentes: el PSOE es el enemigo. Ese PSOE con el que han pactado, pactan y seguirán pactando.

Las izquierdas restantes se arracimaron ayer en un local de Madrid en una plataforma de confluencia, cómo no, en la que el uso del GPS se hace obligado. El acto congregó físicamente a media docena de personalidades de la izquierda (y tres o cuatro más a distancia, no sé si en videoconferencia) cada una con su aureola, su pasado, su séquito, generalmente escuálido; casi todos ellos ex de algo y sin cabida en alguna de las plataformas más pobladas. El contenido se resume en la petición de Baltasar Garzón de una lista única de la izquierda frente a los "personalismos". Bien se sabe que el poder obnubila; pero la falta de poder obnubila todavía más.

En estas condiciones y si los dioses no lo remedian a las elecciones de diciembre se presentarán tres opciones y media de izquierda. La situación ideal para perderlas a manos de una derecha que ha rizado el rizo de la astucia electoral. Presenta dos opciones que, en verdad, no son dos sino una sola con dos caras, la antigua y la moderna. De esta forma la derecha convierte en programa electoral su fórmula de legitimación de mayor éxito: la libertad es libertad de elección.
 
 
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED

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