jueves, 24 de septiembre de 2015

La guerra de las banderas / Pablo Sebastián *

La tensión electoral catalana ha estallado en el balcón del Ayuntamiento de Barcelona donde su alcaldesa Ada Colau se ha visto desbordada por una simbólica guerra de banderas, una vez que un concejal de Esquerra colgó una ‘estelada’ en el balcón, lo que fue respondido por otro concejal del PP con la bandera española entre forcejos de unos y otros y dando un lamentable espectáculo.

El que al aún presidente en funciones de la Generalitat, Artur Mas, produjo una malévola sonrisa, como presumiendo de la fractura social que él ha provocado en Cataluña. Sonrisa muy similar a la que exhibió Mas en la final de la Copa del Rey en el momento en el que miles de seguidores del Barcelona pitaban durante la interpretación del himno español.

Mas por ahora está tranquilo y se ríe porque parece seguro de que va a ganar las elecciones, para ya veremos lo que le dura el gesto cuando empiecen a llegar, que llegarán, todas y cada una de las consecuencias que traerá el desafío secesionista catalán.

De momento parece que los datos de las encuestas de última hora que sobre las elecciones catalanas circulan en ámbitos del empresariado español apuntan una clara victoria de los independentistas. Y todo ello como consecuencia del ruido que genera la campaña del miedo que el Gobierno y el PP han lanzado en Cataluña sobre los riesgos de la independencia. Campaña que por otra parte daba por hecho que la secesión es imparable lo que habría aumentado el entusiasmo de los seguidores de ‘Juntos por el sí’.

De todas maneras ya es demasiado tarde para provocar un vuelco de la situación y solo faltan unas horas de este viernes para que acabe la campaña electoral y dos días para conocer el resultado de la votación. Y a partir de ahí, y si Artur Mas se confirma ganador, la situación catalana entrará en un camino de alta tensión porque el bando secesionista que ha llevado la iniciativa en los últimos meses -y años- sabe que en caliente y con buenas notas electorales será el momento oportuno para lanzar su órdago final de declaración de la independencia de Cataluña, sin ni siquiera esperar a ver qué les dice el Estado (si) a su petición de una negociación imposible para facilitar la salida de Cataluña de España y su ingreso en la UE.

Puede que incluso, y si los resultados son buenos para CDC y ERC -más CUP y puede que algunos diputados de ‘Catalunya si es pot’- Artur Mas opte por lanzar su desafío al Estado cuando las Cortes Españolas estén disueltas en noviembre con motivo de la campaña electoral de las elecciones generales del 20 de diciembre.

Nos estamos poniendo, sin duda, en lo peor pero nadie en el Gobierno pensó que se iba a llegar a esta situación y ahora ya estamos en ella y pendientes de un hilo, o de las urnas del 27-S, que están al llegar. Y vamos a ver qué hace el inmóvil Rajoy si Mas declara la independencia de Cataluña, y si tiene algún plan político, judicial e institucional preparado para dar una respuesta concreta e inmediata, más allá de su pasión por huir de las cuestiones candentes porque nos acercamos a la hora de la verdad.

Y ello por más que esa hora ha estado plagada de un sinfín de mentiras de los secesionistas y de otro sinfín de los mayores errores del lado españolista hasta llegar a la llanura donde, como en un duelo al sol, se producirá el anunciado choque de trenes. Y entonces veremos si semejante situación le produce mucha risa a Mas y sus aliados, porque a partir de entonces cualquier cosa puede pasar.

(*) Periodista

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