La tensión electoral catalana ha estallado en el balcón del
Ayuntamiento de Barcelona donde su alcaldesa Ada Colau se ha visto
desbordada por una simbólica guerra de banderas, una vez que un concejal
de Esquerra colgó una ‘estelada’ en el balcón, lo que fue respondido
por otro concejal del PP con la bandera española entre forcejos de unos y
otros y dando un lamentable espectáculo.
El que al aún presidente en funciones de la Generalitat, Artur Mas,
produjo una malévola sonrisa, como presumiendo de la fractura social que
él ha provocado en Cataluña. Sonrisa muy similar a la que exhibió Mas
en la final de la Copa del Rey en el momento en el que miles de
seguidores del Barcelona pitaban durante la interpretación del himno
español.
Mas por ahora está tranquilo y se ríe porque parece seguro de que va a
ganar las elecciones, para ya veremos lo que le dura el gesto cuando
empiecen a llegar, que llegarán, todas y cada una de las consecuencias
que traerá el desafío secesionista catalán.
De momento parece que los datos de las encuestas de última hora que
sobre las elecciones catalanas circulan en ámbitos del empresariado
español apuntan una clara victoria de los independentistas. Y todo ello
como consecuencia del ruido que genera la campaña del miedo que el
Gobierno y el PP han lanzado en Cataluña sobre los riesgos de la
independencia. Campaña que por otra parte daba por hecho que la secesión
es imparable lo que habría aumentado el entusiasmo de los seguidores de
‘Juntos por el sí’.
De todas maneras ya es demasiado tarde para provocar un vuelco de la
situación y solo faltan unas horas de este viernes para que acabe la
campaña electoral y dos días para conocer el resultado de la votación. Y
a partir de ahí, y si Artur Mas se confirma ganador, la situación
catalana entrará en un camino de alta tensión porque el bando
secesionista que ha llevado la iniciativa en los últimos meses -y años-
sabe que en caliente y con buenas notas electorales será el momento
oportuno para lanzar su órdago final de declaración de la independencia
de Cataluña, sin ni siquiera esperar a ver qué les dice el Estado (si) a
su petición de una negociación imposible para facilitar la salida de
Cataluña de España y su ingreso en la UE.
Puede que incluso, y si los resultados son buenos para CDC y ERC -más
CUP y puede que algunos diputados de ‘Catalunya si es pot’- Artur Mas
opte por lanzar su desafío al Estado cuando las Cortes Españolas estén
disueltas en noviembre con motivo de la campaña electoral de las
elecciones generales del 20 de diciembre.
Nos estamos poniendo, sin duda, en lo peor pero nadie en el Gobierno
pensó que se iba a llegar a esta situación y ahora ya estamos en ella y
pendientes de un hilo, o de las urnas del 27-S, que están al llegar. Y
vamos a ver qué hace el inmóvil Rajoy si Mas declara la independencia de
Cataluña, y si tiene algún plan político, judicial e institucional
preparado para dar una respuesta concreta e inmediata, más allá de su
pasión por huir de las cuestiones candentes porque nos acercamos a la
hora de la verdad.
Y ello por más que esa hora ha estado plagada de un sinfín de
mentiras de los secesionistas y de otro sinfín de los mayores errores
del lado españolista hasta llegar a la llanura donde, como en un duelo
al sol, se producirá el anunciado choque de trenes. Y entonces veremos
si semejante situación le produce mucha risa a Mas y sus aliados, porque
a partir de entonces cualquier cosa puede pasar.
(*) Periodista
No hay comentarios:
Publicar un comentario