viernes, 25 de septiembre de 2015

Alemania se resiente con la migración y las emisiones / Luis Alcaide *

La TINA ha fracasado o por lo menos requiere una revisión profunda. “There is not alternative” fue el lema del radicalismo liberal para poner en “otro” sitio a los sindicatos y a los reguladores intervencionistas. El mensaje caló tan profundamente que la socialdemocracia lo incorporó a su ideario de gestión económica: Finanzas públicas saneadas y absoluta libertad de maniobra para los agentes económicos. Los poderes financieros lo aprovecharon para lucrarse y empobrecer a la sociedad.

Ni si­quiera los la­bo­riosos in­dus­triales es­capan a la co­dicia y a la irra­cio­na­li­dad. El au­to­móvil para el pue­blo, el Volkswagen, con su pro­puesta de sus­ti­tu­ción del motor de ga­so­lina por el diesel para aho­rrar com­bus­ti­ble, es­condía tam­bién una trampa eco­ló­gica des­ca­rada y un aten­tado a la libre y leal com­pe­ten­cia. La EPA es­ta­dou­ni­dense, una odiosa agencia es­ta­tal, de­nuncia el fraude ale­mán.

Entre tanto en una idí­lica ciudad del norte de Alemania, Ottenstein, se cierra la es­cuela mu­ni­cipal por falta de niños. El ayun­ta­miento ofrece alo­ja­miento y te­rrenos gra­tuitos a cual­quier so­li­ci­tante que cumpla la con­di­ción de ser padre de fa­milia con su co­rres­pon­diente prole.

La de­mo­grafía es un grave pro­blema en Alemania. En los años de pos­guerra las au­to­ri­dades pro­mo­vieron una po­lí­tica so­cial en­ca­mi­nada a que las mu­jeres se que­daran en el ho­gar. Escasas ayudas a la mujer tra­ba­ja­dora, al con­trario que en Francia o UK. Pero las ale­manas eli­gieron tra­bajar fuera de casa y la na­ta­lidad se frenó y aunque las ayudas au­men­taron luego con­si­de­ra­ble­mente no se con­si­guió in­vertir el cre­ci­miento de­mo­grá­fico. La tasa de fer­ti­lidad en Alemania es de 1,4% frente al 2% en Francia o el 1,6% de media en la UE. Envejecimiento de la po­bla­ción y es­casez de mano de obra. Las ci­fras ba­ra­jadas os­cilan entre 800.000 y 1.000.000 tra­ba­ja­do­res.

Durante el Tercer Reich los nazis im­por­taron once mi­llones de per­sonas para tra­bajar como es­cla­vos; la re­vo­lu­ción rusa de 1917 y el co­lapso oto­mano pro­vo­caron cinco mi­llones de re­fu­gia­dos. La can­ci­ller Merkel ofrece la aper­tura de fron­te­ras. Admiración por su gesto y alarma por el “efecto lla­ma­da”. Rechazos dentro y fuera de Alemania. Los países del este eu­ropeo no aceptan cuotas de re­fu­gia­dos. Una carga in­sos­te­nible y además di­fícil de re­tener porque los in­mi­grantes no quieren que­darse ni en Hungría ni en Polonia. Su an­he­lado des­tino es Alemania, a lo sumo Suecia. ¿Cómo con­te­ner­les? ¿Más muros como el de Berlín?

La UE dis­pone de me­dios y tam­bién de de­ter­mi­na­ción cuando llega el caso. El res­cate griego es una úl­tima prueba. El factor de­mo­grá­fico tam­poco es un im­po­si­ble. Un mi­llón es una cifra re­la­ti­va­mente mo­desta con res­pecto a la po­bla­ción ac­tiva eu­ro­pea. Naturalmente su in­cor­po­ra­ción al mer­cado de tra­bajo exige un es­fuerzo lo­gís­tico nada des­deñable y por su­puesto alienta el re­chazo de los co­lec­tivos xe­nó­fo­bos. Además en aque­llos países con ele­vadas tasas de paro como el nuestro habrá que or­denar muy bien las colas de los des­em­pleados para que no se pro­duzca una dis­cri­mi­na­ción contra los pro­pios na­cio­na­les.

Las pre­vi­siones es­tra­té­gicas eu­ro­peas y nor­te­ame­ri­canas han fa­llado como ocu­rrió cuando la de­sin­te­gra­ción de Yugoeslavia. La guerra de Siria dura cuatro años. Millones de re­fu­giados buscan co­bijo en los países li­mí­tro­fes, Turquía, Líbano y Jordania, pero la asis­tencia ado­lece de re­cursos y el vaso se ha des­bor­dado. Esta vez el men­saje no es­taba es­crito en las es­tre­llas sino mar­cado en los ca­minos que con­ducen a Europa, la única tierra de aco­gida.

Siria, más de cuatro años de gue­rra, 23 mi­llones de ha­bi­tan­tes, cuatro mi­llones de des­pla­za­dos, una ca­tás­trofe hu­ma­ni­taria que re­clama so­lu­cio­nes. Los desafíos de la Guerra Fría se amor­ti­guaron con di­plo­macia y con­ce­siones mu­tuas. Las cru­zadas oc­ci­den­tales en Irak y Libia han de­jado enormes he­ridas cuya cau­te­ri­za­ción en el oriente medio re­clama el con­curso de un Putin hu­mi­llado por em­bargos y prohi­bi­ciones y so­bre­todo no dis­puesto a perder su in­fluencia con el ré­gimen de El Assad ni con el de los aya­to­las. La res­puesta no puede es­pe­rar.

Es la hora de Europa. Compasión para los re­fu­giados y si­mul­tá­nea­mente la sus­ti­tu­ción de la TINA tat­che­riana por po­lí­ticas ac­tivas que le­vanten el po­ten­cial de las eco­no­mías. La na­tu­ra­liza hu­mana, como dijo el gran Maquiavelo, es irra­cional y de ahí su am­bi­ciosa pro­puesta: “Racionalizar el uso que pueda ha­cerse del Estado”.

Los ár­boles del Retiro em­piezan a otoñear, el día 27 elec­ciones en Cataluña, salón naú­tico en Mónaco con cita para los grandes yates mien­tras pa­teras y em­bar­ca­ciones de goma trans­portan es­pe­ranzas en otras aguas del Mediterráneo .


(*) Economista del Estado

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