jueves, 17 de septiembre de 2015

Vayamos por partes, catalanes / Ramón Cotarelo *

Desde luego, los mandatarios extranjeros han resultado unos fofos, indecisos y miedosos. Ni Merkel, ni Cameron ni Obama han sido capaces de defender la unidad de España con la decisión y claridad que esta nación merece por ser la más antigua que vieron los siglos, ya implantada en el paleolítico, de donde algunos dicen que no ha salido. Estos extranjeros cobardicas sin duda piensan que la secesión catalana es un asunto interno español, lo cual carece de lógica porque, si es secesión, por fuerza no puede ser interno sino que se convertirá en externo. Un lío.

Por fortuna, la Vicepresidenta del gobierno, primer escalón de este en que empieza la vida racional pues no parece haberla en el superior, es clara y rotunda. Ya pueden todos los catalanes, sin faltar ni uno, ni los que estén de baja, votar por la independencia de su tierra. Por encima de su voluntad está la ley que la impide. Punto. No hay más que hablar: la secesión es ilegal y el gobierno hará cumplir la ley. ¿Cómo? Pues enviando a los magistrados del Tribunal Constitucional, convertidos en corchetes por obra de una reforma exprés de la norma que regula este alto órgano, votada únicamente por la mayoría absoluta de diputados del PP, un partido al que el juez tiene en el banquillo porque más parece una banda de ladrones. Y sin consenso alguno en el Parlamento. Ni falta que hace. Ni el consenso ni el Parlamento.

Si los civiles, como suele suceder, no resultan convincentes porque son blandengues, aquí están los militares, dispuestos a cumplir con su deber de garantizar lo que dice el artículo 8 de la CE sobre la "integridad territorial" de la patria. Y, con los militares, una manga de energúmenos en las redes, ofreciendo forrar a hostias a todos los catalufos y polacos, obstinados en no apreciar el amor que los españoles les profesan y en querer gobernarse por su cuenta, en lugar de seguir disfrutando de las ventajas tradicionales de los esclarecidos y eficaces gobiernos de España que han llevado al país a las cotas de bienestar, prosperidad, justicia, igualdad y cultura que ha alcanzado y no solamente en Tordesillas.
 
Pero no todo en España es duro, arriscado, chocarrero, insultante, amenazador, hacia los catalanes. También cuenta el estamento pensante. Los intelectuales que, hasta ahora, parecían mudos como la esfinge de Gizeh. Un grupo de ellos, gentes de erudición y reflexión pertenecientes a la Fundación Alternativas, ha dado a luz un sesudo documento titulado Cataluña ante la Unión Europea. Las consecuencias jurídicas de la independencia en donde, sin necesidad de amenazar e insultar, se prueba fehacientemente que la independencia catalana es imposible. 
 
Ojo, no es un ex-abrupto como los de la sinsorga de la vicepresidenta, sino un estudio riguroso y estrictamente jurídico. Siempre que se dice eso, se quieren poner las conclusiones por encima de toda sospecha de parcialidad o partidismo, presentarlas como verdades apodícticas, no sesgadas por cochinos intereses. Se quiere sentar plaza de infalibilidad y yugular todo debate y/o discrepancia. Que la Fundación Alternativas sea del PSOE y esté repleta de cargos y paniaguados de este partido es puramente circunstancial e irrelevante. El estudio es técnico, no ideológico y nada partidista. En absoluto. Así lo presenta El País, otro prodigio de periodismo objetivo sobre todo en asuntos catalanes.
 
¿Y qué dice el tal estudio? Lo primero, que la secesión es imposible, porque es inconstitucional. O sea, lo mismo que dicen la hacendosa vicepresidenta y los gallardos militares. Pero suavemente, con buena educación porque estos son intelectuales con criterio propio e independencia de juicio: la secesión catalana es imposible porque es inconstitucional. Lógicamente, el estudio debiera acabar aquí. La Constitución es ley de leyes y nada que vaya en contra de ella puede prevalecer, so pena de destruir el Estado de derecho. Fin. El informe de estas lumbreras constaría de un folio.
 
Pero no. Tiene muchos más. Los siguientes están dedicados a probar que una Cataluña independiente sería una paria internacional, una vagabunda colectiva, una nave de apestados con quien nadie querría tratos.
 
Pero si, aun siendo inconstitucional, la secesión de Cataluña se produce, eso quiere decir que el Estado español no tiene el monopolio de la violencia ni es soberano porque no puede hacer cumplir las leyes en su territorio. España es un Estado fallido. No sé si los autores del informe consideran que quizá este punto matice el resto de sus muy objetivas conclusiones, pero no es una bagatela sobre todo en un mundo en el que la Realpolitik tiene más vigencia que nunca.
 
Como Palinuro profesa poco respeto por las mistificaciones de los funcionarios ideológicos, no se entretendrá en sus ergotismos, bastando a su juicio con algún reparo a la conclusión más notoria del estudio en su esencia teórica, esto es, si Cataluña se independiza, será un  nuevo Estado y su esencia práctica, pues, al ser nuevo Estado, saldrá de todos los organismos internacionales de los que España sea parte.  Es jurídicamente diáfano, dicen los autores. Pues sí: Cataluña será un nuevo Estado... y España también. Habrá que renegociar los tratados. Claro. Igualmente para España. Por ejemplo, lo más obvio: habrá que recalcular la cantidad de eurodiputados españoles.
 
¿Y la vertiente práctica? Cataluña fuera de todos los organismos internacionales. Fuera de la OMS, por ejemplo, o de la Unión Postal o de la OMPI, o de la OIT. Pero, señores, ¿están ustedes en sus cabales?
 
De todos modos, catalanes, ya veis: un verdadero lío. Así que no seáis necios. Es mucho mejor quedarse en España, en donde un juez, al que pillan conduciendo beodo perdido y que no sabe escribir, pretende entender en un asunto penal en el que aparecen acusadas gentes de un partido que lo ha amparado, protegido y, quizá, a través de su Fundación FAES, pagado. Un juez que, hasta hace poco, era magistrado de un Tribunal Constitucional, presidido por exmilitante del partido del gobierno, que ocultó este dato a la comisión parlamentaria que examinaba su idoneidad para el cargo.
 
Sí, es mucho mejor que os quedéis en un país en el que un partido que presuntamente lleva financiándose ilegalmente durante veinte años, gana las elecciones mintiendo sobre su programa de arriba abajo, del derecho y del revés, de la cruz a la fecha y, luego tiene el morro de anunciar en Twitter que ha cumplido el 92,5% del programa sin que nadie, absolutamente nadie, pregunte si se trata del falso o del otro. Un país gobernado por un personaje capaz de mentir en sede parlamentaria y que también ha estado cobrando sobresueldos de procedencia dudosa durante los veinte años que, al parecer, "no son nada".
 
Es mucho mejor que os quedéis en un país en el que un sujeto quiere "españolizar" a vuestros niños y, no consiguiéndolo, se marcha a París con su señora, ambos a vivir a cuenta vuestra y de todos, tras haber entregado de nuevo la educación a la Iglesia católica. Un país cuyo Estado no tiene confesión pero en el que esta Iglesia es un Estado dentro del Estado y, en muchas cosas, por encima del Estado a base de privilegios; en el que los ministros fían las políticas públicas a la intercesión de diversas vírgenes (debe de ser lo que se llama la "nueva gestión pública") a las que, llegado el caso, se condecora por sus méritos celestiales con el dinero de los contribuyentes y en el que se emplean quinientos millones de esos fondos en subvencionar unos espectáculos crueles y sangrientos definidos por las autoridades como "patrimonio cultural" o cualquier otra memez.
 
Un país en el que el gobierno roba los fondos de las pensiones de los jubilados, explota innoblemente a los trabajadores, los mantiene en el paro o los obliga emigrar, que no garantiza el futuro de los jóvenes, ni atiende a la población dependiente, ni hace justicia a las víctimas de la anterior dictadura genocida con la que los gobernntes actuales tienen muchos vínculos ideológicos y de interés. Un país en el que el gobierno destruye a conciencia el Estado del bienestar, el sistema público de salud y el de la educación también pública, al tiempo que cuenta  con una legión de esbirros en los medios dedicados a mentir y decir lo contrario, pagados también con los dineros de los contribuyentes, que somos todos menos la Iglesia, la banca y los ricos.
 
Esta gran nación, incapaz de recuperar un peñón en el Sur (lo que, al parecer, no afecta a la integridad territorial en cuyo nombre los militares están dispuestos a lo que sea), os respeta y os quiere y, porque os quiere, no os deja decidir por vuestra cuenta lo que más os conviene. 
 

(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED

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