Ciudadanos se ha visto entre la espada y la pared y ha salido
volando. Tenía dos opciones: o apoyar el ‘Ave Ya’, que es en realidad un
‘Ave (Soterramiento Al) Ya (Te Veré)’ o situarse en la frontal del
Gobierno, a sabiendas de que detrás de él está el ejército de las
‘fuerzas vivas’, entre las que C's también escarba votos. Puesto entre el
Sí y el No, ha forzado el Depende. Y ha arrancado en una sentada con el
consejero de la cosa unos compromisos más avanzados que los que
aparecían en el menú inicial. El dibujo de ese acuerdo condiciona sobre
el papel la realización del soterramiento, viene a forzarla al priorizar
actuaciones que impiden un acabado del trazado en superficie que
pudiera consolidarlo como definitivo.
Al margen del inmovilismo que determina el Sí o el No, Ciudadanos ha
vuelto a modular la iniciativa del Gobierno llevando a éste a su
terreno, y esto hay que admitirlo como una conquista sobre lo que se
daba, y enfocada además a la excelencia requerida. También puede
pensarse que el Gobierno, con habillidad, ha sabido guardarse ese pan
para ofrecerlo a Ciudadanos en el momento oportuno, obteniendo así su
plácet, con la consecuencia de dejar al PSOE en la cápsula de
aislamiento y ya sin medalla posible que añadirse tras lo arañado por el
partido de Miguel Sánchez. Pero en la práctica es éste quien cobra la
pieza, aunque a la vez permita que el Gobierno respire.
Este pacto político pone aún más en evidencia al conglomerado de la
llamada ‘sociedad civil’, cuya entrega al discurso gubernamental se
produjo con menos condicionantes que los que ha comprometido Ciudadanos,
quedando así relegada a la retaguardia. Aquí hay quienes firman lo
primero que se les p0ne por delante y quienes, a la vista de la
inexorabilidad de las decisiones, al menos fuerzan importantes
modificaciones para que sea obligado, en la práctica, atender al
proyecto perseguido.
Ciudadanos se apunta otra cuando más difícil se lo ponían.
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