jueves, 10 de septiembre de 2015

Gobernar o sufrir / Ángel Montiel

Hay quienes se sorprenden y algunos hasta hacen como que se escandalizan por el hecho continuado de que Podemos y Ciudadanos coincidan en iniciativas parlamentarias o pacten cuotas de representación en determinados órganos consultivos o de control como si hacerlo fuera contra natura. No quieren reparar en la naturaleza de esas coincidencias, que hasta ahora no alcanzan a cuestiones relacionadas con las respectivas ideologías que se les suponen sino a las genéricas sobre regeneracionismo político proclamadas en sus campañas, a funcionalismo interno o a conveniencia mutua para ejercer un mayor protagonismo en el control del Gobierno.

A quienes observan con aparente pasmo la dinámica del ‘tripartito’, con el PSOE de pivote, se les olvida, tal vez intencionadamente, que tanto Podemos como Ciudadanos son hijos naturales del PP, que son las políticas de éste (la atroz gestión de la crisis, el recargo de los recortes a las clases medias y bajas, el sometimiento a los poderes económicos y financieros, la desnaturalización de las instituciones, la práctica del despilfarro y la inmersión en la corrupción, entre otras causas) las que animaron a la irrupción de esas dos fuerzas políticas: una, por la izquierda a causa del debilitamiento del PSOE como oposición por su contaminación de esas prácticas, y otra por el centro derecha en respuesta al autismo social del PP y a su ranciedad ideológica que lo alejaban de las demandas de modernidad en su espectro.

Hay, pues, entre Podemos y Ciudadanos más coincidencias en un primer plano de la gestión política inmediata que diferencias que puedan apreciarse si atendemos al fondo de armario de los modelos social y económico a que aspiran. En realidad, ambos contribuirían involuntariamente a favorecer al PP, y de paso también al PSOE, si en vez de resistirse a sus demandas, puramente regenerativas, los populares asumieran muchas de ellas entendiéndolas como pistas de por dónde se encaminan ciertas inquietudes de este tiempo. El PP, ya que al menos en Murcia quiere vender indicios de cambio, debería hacer éste real adelantándose a iniciativas que pueda prever de su oposición en vez de sufrir en la resistencia y en la salvaguarda de la calamitosa gestión anterior. La única manera que tiene el PP para escapar a medio plazo de esta pinza (insisto: creada por él) sería ponerse en vanguardia de la regeneración política y romper la burbuja donde se retroalimenta. Pero para eso les haría falta perder el miedo al miedo.



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