MURCIA.- La modernidad llegó a Murcia, y a España, en la década de los 60 con el aperturismo que permitió el régimen franquista. De este modo comenzó un desarrollo urbanístico que pretendía modernizar las ciudades, se recuerda hoy en 'La Opinión'.
Con los Planes de Ordenación
Urbana comenzó a correr el dinero y con él las obras "constructoras",
que no respetaron ni patrimonio ni espacios naturales. Al parecer, el
concepto de "modernidad" iba ligado a la idea de dinero a costa de lo
que fuera.
Sin sensibilidad histórica ninguna, se taparon ruinas
arqueológicas con cemento o se destruyeron con nocturnidad y alevosía,
por temor a ver paralizados los proyectos urbanísticos. De este modo
cayeron en toda la ciudad: casas solariegas, blasonados, palacios,
ventas, torres, algún castillo y ni hablar de lo acontecido en el
litoral.
Es posible, que en esta década se tirara más patrimonio
eclesiástico que con la desamortización del XIX, la República y la
Guerra Civil juntas. Renacentista, barroco, modernista, arte islámico,
romano... todo daba igual.
Aquí van una serie de ejemplos. Los baños islámicos de la calle Madre de Dios en Murcia, cayeron en febrero de 1953 por orden del alcalde, se estaba construyendo la actual Gran Vía Salzillo que pasaba por encima.
El palacio de la familia Riquelme
en la calle Jabonerías se tiró en 1967, lo único que queda de él es su
portada que se conserva en el lateral del Museo Salzillo.
El Huerto de las Bombas
en la carretera de Espinardo, donde tuvo lugar la batalla de su mismo
nombre en la Guerra de Sucesión, otro espacio huertano que desapareció
dejándonos solo su portada que se mantiene en el jardín del Malecón.
El palacio del Marqués de Ordoño derribado en 1976. El palacio de los Marqueses de los Vélez, situado junto al convento de las Claras, se destruyó para dar paso a lo que hoy es el tontódromo (Gran Vía Alfonso X).
También a principio de siglo se efectuaron derribos de edificios históricos.
Como El Contraste de la Seda,
un edificio que databa de 1610 y que fue almacén de guerra, contraste
para el comercio de la seda y lonja. En 1922 fue declarado Monumento
Nacional, lo que no evitó su demolición. Actualmente sobre sus
cimientos, se levanta el edificio de La Unión y El Fénix de la Plaza
Santa Catalina.
Otros edificios que se perdieron son: el Matadero Viejo, su portada se conserva en el jardín de Floridablanca; el barroco Palacio de los Fajardo o la Real Fábrica de Seda la Piamontesa. Y más recientemente fue víctima de la pala, otro edificio declarado BIC: el Palacio Meoro, que fue propiedad de la familia D'Estoup y que alzaba su silueta en la Plaza Santa Eulalia, hasta el año 2000.
De
este modo se finiquitó un patrimonio material e inmaterial conservado
como un tesoro por generaciones y que, a la larga, ha empobrecido
nuestra ciudad y a nuestra gente.
En Murcia no falta historia, lo que pasa es que se la llevaron literalmente por delante.
[Al
aumento general de la población asalariada y a su redistribución
espacial le acompañaron políticas de reordenación urbana entre
1960-1975. El detonante fue el Plan Blein para Murcia, que proyectó la
apertura de la Gran Vía y que fue aplicado a pesar de no haber sido
nunca aprobado; la destrucción de los baños árabes allí existentes, por
orden del alcalde Domingo de la Villa, fue todo un anuncio de que los
movimientos especulativos contaban con el beneplácito institucional aún
a costa de incumplir la legislación.
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