Según el ministro del Interior, el santero Fernández, su reunión con el presunto delincuente Rato fue una cuestión personal.
Uno de los hallazgos que el mundo ha de agradecer al movimiento
feminista es la afirmación de que "todo lo personal es siempre
político".
Más
en el caso de estos dos políticos profesionales del mismo partido, el
supuesto delincuente y el supuesto inocente; el ministro encargado de
que la ley se cumpla y el presunto ladrón tratando de saltársela. Por
mucho menos dimitió un ministro de Justicia del PSOE, Mariano Bermejo,
por haberse ido de caza con el juez Garzón. Estos, en cambio, tratan de
disimular sus maquinaciones, primero armando un patriótico lío con
Gibraltar español, para entretener a la gente y, luego, contando trolas,
habilidad que se les da de perlas.
Ayuda mucho, como siempre, esta oposición parlamentaria que, muy adusta, pide que el ministro explique con pelos y señales
su conchabe con el indeseable de Bankia y otras tropelías. Ahí se las
den todas al ministro. Puede decir lo que le venga en gana, pues la
reunión fue secreta. ¿Qué explicaciones creíbles va a dar? Obviamente
las que fabule y la oposición se dará por satisfecha cuando es obvio que
aquí no hay explicación posible sino que este beato de cachiporra en
mano y comunión diaria se vaya a su casa ipso facto por su vergonzosa
reunión, como pide un sindicato de la Guardia Civil.
Dice
el ministro en dos comunicados, dos, que no se trataron asuntos
procesales. Y eso, ¿cómo se prueba? ¿Con su palabra de embustero
compulsivo, capaz de mentir en sede parlamentaria como hizo con el
asunto de Melilla?
También
dice que Rajoy no sabía nada del asunto. Otra trola, Rajoy lo sabía
todo, como sabía lo de la Gürtel, Bárcenas, Camps, Matas, la Púnica y
Aguirre. Otra cosa es que lo reconozca. Para eso hace falta sinceridad y
valentía, dos cualidades de las que carece. España tiene el presidente
de gobierno más corrupto de Occidente. Y el más incompetente, pero eso
es otro asunto.
Nadie
cree nada de lo que esta banda dice, pero a la banda le da igual
porque, al tener la mayoría absoluta asegurada, bloquea todas las
comparecencias parlamentarias y sus perros de prensa se encargan de
desviar la atención a otros asuntos. Como se ha dicho muchas veces: no
son un partido ni un gobierno sino una asociación de supuestos
malhechores encabezada por un sinvergüenza sin escrúpulos al que resbala
todo con tal de seguir presumiendo en la plaza de su pueblo de que es
el presidente del gobierno.
Somos el hazmerreír de Europa y seguiremos siéndolo mientras estos franquistas jurásicos continúen detentando el poder.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
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