domingo, 23 de agosto de 2015

Final del esperpento / Ramón Cotarelo *

Gobernar por decreto-ley es la forma más expeditiva de gobernar que hay, inmediatamente anterior a la dictadura, en donde ya se puede gobernar por rebuzno. El decreto-ley es el equivalente al ukase ruso, que siempre se usó como metáfora del despotismo asiático. Estos tienen poco de asiáticos y mucho de machos ibéricos, aunque también conocedores del terreno. Usar los decretos-leyes como forma normal de legislar es casi un fraude de ley, pero realista al mismo tiempo. Conseguirían lo mismo acudiendo al proceso legislativo ordinario pues su holgada mayoría absoluta garantiza el triunfo del gobierno siempre. Y siempre es siempre. ¿Para qué perder el tiempo en debates parlamentarios y votaciones y zarandajas? 

Para eso está la férrea disciplina de voto de unos diputados que estan calentando un sillón y echando de vez en cuando una cabezadita como podían estar en un despacho, regando lo geranios. Es tal la fidelidad de la tropa al mando que votarían hasta su propia destitución. No me invento nada. Suárez, en su día, consiguió que se hicieran el hara-kiri los procuradores de Franco, muy parecidos a estos de ahora que son menos procuradores pero más franquistas. El hara-kiri consistió en votar afirmativamente su propia desaparición. Estos harían lo mismo, pues su psiquismo es el de la obediencia a la jefatura, sobre todo si es la de Franco, con quien muchos de ellos tienen deuda.

Allá han ido también los presupuestos generales del Estado del año que viene. La cortesía parlamentaria manda que, mediando unas elecciones, el partido del gobierno aplace el presupuesto por si las gana la oposición, para no obligarla a gobernar con sus cuentas. Pero eso es en otras partes del mundo o de la galaxia y entre caballeros. Aquí estamos entre rufianes y rige el principio del pájaro en mano y el garrote, que no son fórmulas parlamentariamente técnicas, pero se entienden muy bien. Votadme, que ya tengo hecho el presupuesto. Es mentira, como todo lo que dicen. El presupuesto no cuadra. El ministerio de Defensa, por ejemplo, tiene un descubierto de 1.000 millones de euros que habrá que pagar con cargo a imprevistos y extraordinarios. O sea, una chapuza, como siempre. Unas cuentas que apenas ocultan intenciones protervas, como la de privatizar el sistema de pensiones.

La oposición en bloque, muy irritada, pide la devolución del presupuesto, porque está hecho para ganar las elecciones de noviembre prometiendo lo que sea y dejando el resto del país desatendido. Pues como quien pide la luna. Al gobierno le da igual lo que le pidan. No piensa hacer el menor caso. La oposición, la opinión pública, le traen sin cuidado. El PSOE pide ahora la comparecencia de Wert y que el gobierno explique por qué nombró para la OCDE a este arrogante inútil tras su sonoro fracaso en el ministerio de Educación. Son ganas de pisar juanetes : lo ha nombrado para que vaya a París a darse el vidorro con su señora ambos pagados con dineros públicos, en un piso de ensueño pagado de igual modo y un regio cuerpo de casa que se nos pone en un pico. Como sabe todo el mundo. Pero como el gobierno no va a contarlo así y, no siendo esto, no hay nada que contar porque cualquier relación de Wert con la OCDE podría ser materia de un cuento de Lovecraft, ahora que se ha puesto de moda, no habrá comparecencia. 

Cuando las hay, es peor. La del santero Fernández para explicar su reunión con el presunto ratero Rato podían haberla puesto en un programa de humor. Y querían que dimitiera: un hombre que vive y reza en el ministerio. Pudo haber contado que se reunieron a tomar el té de las cinco porque, según es de dominio público, a las comparecencias parlamentarias los ministros y altos cargos van a mentir. Como el presidente del gobierno, el de los sobresueldos, que lo hace con soltura y maestría. Se ve que no ha hecho otra cosa en su vida. Por eso lo nombraron para el cargo.

La banda de presuntos ladrones que estuvo robando en Madrid y una docena de ciudades en otras partes de España durante el gobierno de Esperanza Aguirre estafaba a la población a la que decían representar hurtándole su derecho a la educación y así mismo con las residencias de ancianos. Y no quiero ni pensar lo millones que habrán afanado con los turbios asuntos de la sanidad madrileña. Hace falta tener el papo y la desvergüenza de esta dama para seguir saliendo a la calle, como si tal cosa, tras haber presidido un gobierno que no era sino una supuesta banda de chorizos.

El que hay ahora lleva camino similar. La señora Cifuentes rodeada de personajes pringados en la Gürtel, en la Púnica y quizá hasta en el escándalo de Panamá, ha pasado de blandir la porra y hostigar a los ciudadanos en el ejercicio de sus derechos, a ir haciendo larguezas por la calle, documentando inmigrantes en contra de la voluntad de su gobierno al que ya nadie en realidad hace caso. Como se ve, ni los de su propio partido. 

Es un fin de ciclo y mandato de esperpento hispánico. El gobierno más incompetente y corrupto de la democracia (por llamar de algún modo a un régimen en el que es la policía la que determina los límites de la libertad de expresión) quiere coronar un verdadero record de fracasos en todos sus cometidos que no hayan sido recortar, reducir, restringir, suprimir y, sobre todo, prohibir. 

El día 5 de septiembre, Rajoy, el hombre de los sobresueldos, se presentará en Barcelona pues anuncia que se implicará mucho en la campaña de las elecciones del 27. Es algo sorprendente y muy ilustrativo sobre los valores y principios democráticos de los que tanto alardean él y la asociación de presuntos malhechores a sus órdenes. Habiendo ya declarado que no habrá secesión de Cataluña, sea cual sea el resultado de las elecciones, exactamente, él ¿a qué va?  Tanto si los catalanes votan "sí"como si votan "no", el resultado será "no". La pregunta es pertinente: ¿a qué va?

A hacer independentistas y, de paso, el ridículo.
 
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED

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