sábado, 8 de agosto de 2015

El despacho con el Rey / Ramón Cotarelo *

En la rueda de prensa sin plasma a la salida de la reunión con el Rey en Marivent, y no pudiendo escapar por la puerta de servicio ni enviar a la ratita hacendosa a dar la cara por él, Rajoy ha tenido que hablar para la canallesca. Con su amado caudillo estas encerronas no se daban. Su discurso, el previsible: durante esta legislatura ha salvado a España del desastre; la recuperación es ya un hecho. La gente no la ve, pero eso no quiere decir nada. Es más, ve lo contrario. La labor de la masonería internacional no ceja. El Financial Times también la niega. Pero ¿no es este un órgano de la plutocracia anglosajona que se la tiene jurada a España? La recuperación es un hecho o él lo necesita así porque las elecciones están al caer y no puede presentarse ante el electorado solo con unas listas repletas de chorizos.

Ignoro qué atención le habrá prestado el Rey. Si yo estuviera en su lugar le hubiera pedido cortesmente que, en lugar de hablar de política, me explicara cómo ve él su peripecia judicial, que es lo interesante en España. Tiene poco sentido tomarse en serio a unos presuntos delincuentes que han dado en la flor de disfrazarse de políticos para sus latrocinios. La señora Aguirre ve alucinante que, según el juez, la Púnica también sirviera para financiar el PP. ¿Por qué alucinante? Parece que Granados robaba con tal eficiencia que le sobraba el dinero y lo compartía con su partido. Alucinante es que prácticamente todos los consejeros de la CA de Madrid a las órdenes de Aguirre estén pringados y ella siga diciendo que no se enteraba de nada, como si ocho consejeros o directores generales fueran otros tantos jaguars en el garaje de la invidente Mato. 

En el horizonte apunta la bicha catalana, lo único que realmente importa a Rajoy. Acaba de "filtrar" al director de "El periódico de Cataluña", Enric Hernández, un sondeo de Pedro Arriola, el gurú demoscópico o sueldo del pp. Hernández lo reproduce tal cual, como si fuera una primicia mágica y se tranquiliza atribuyendo a la Lista de Juntos por el Sí y la CUP, 62 diputados, lejos de la mayoría absoluta. Si ayer el gobierno lanzaba a los cipayos del CIS a largar trolas, hoy "El Periódico" atribuye al "bloque unionista" una abrumadora mayoría absoluta

Lo que pase en el Principado no dependerá de lo que quiera el PP sino de unas elecciones el 27 de septiembre en las que el soberanismo parte en muy buena posición. Más ahora cuando, según parece, por contagio de su alma comunista, Podemos sufre una escisión de militantes no nacionalistas que dejan Catalunya sí que es pot para constituir una nueva plataforma.  Unidos, sí probablemente acabe consiguiendo que la izquierda catalana entre en un estado de profunda depresión. Los diputados de CSQP pueden quedarse en la mitad y lo mismo puede suceder con Ciudadanos.

En realidad, los indicadores señalan un descenso de Podemos en todo el Estado. Comenzaron muy fuertes, muy crecidos, borrachos de televisión y tertulias, tenían a sus pies una opinión indignada pero deseosa de entregarse a un proyecto nuevo. Y lo han dilapidado todo. Eran sprinters, no fondistas y a mitad de la carrera están ya sin resuello dialéctico. No hay teoría fuera de los balbuceos sobre el "arriba y abajo", "la gente" y la "hegemonía". Confían en que las elecciones catalanas les pemitan remontar pero ellos mismos se desmienten  al escindirse. Y, de las catalanas a las generales, es poco probable que aumenten sus expectativas. A lo mejor se quedan de aliados del PSOE con un porcentaje de voto similar al que alcanzaba en los noventa Anguita, el referente intelectual de estos aguerridos rompedores.

O bien puede salir el PSOE como mal menor. Ha tenido la habilidad de hablar poco y hacer menos. De no significarse mucho, cosa que siempre se paga en este país de envidiosos. Ni una moción de censura se ha atrevido a presentar. Sin embargo, ante el desprestigio absoluto del PP, ofrece una imagen institucional sólida que también hace valer frente al revoloteo de las "aladas palabras", que diría Homero, de Podemos y Ciudadanos. El PSOE es el centro del tablero, ocupa la famosa "centralidad"; es el único que puede pactar con todos que, sin embargo, entre sí apenas si se hablan. Especialmente ahora que los propios C's reconocen que su política de pactos (con el PP sobre todo) les ha pasado factura, lo que les obligará a girar hacia el PSOE. A este se le abrirá la posibilidad de una "gran coalición" sin que lo parezca.


(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED

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