Los manuales de Ciencia Política, que son los del arte de la guerra,
parten del supuesto de que la unión de fuerzas es la primera garantía
del triunfo en cualquier enfrentamiento y la desunión la primera de la
derrota. A dos meses de unas elecciones cruciales como las catalanas y
cuatro de unas generales no menos decisivas, el PSM ofrece un
espectáculo de desunión, enfrentamiento y división que solo augura
derrota.
No
es nueva. Es la imagen crónica de los socialistas madrileños que llevan
más de veinte años en la oposición en el ayuntamiento y la comunidad
por su incapacidad para constituirse en una alternativa creíble a unos
desgobiernos por mayoría absoluta de un PP que apenas es algo más que
una presunta asociación de malhechores para esquilmar las arcas
públicas. La ejecutoria del PSM es una triste experiencia de luchas
intestinas, zancadillas y maniobras entre burócratas, paniaguados y
enchufados de tal o cual corriente. Las razones esgrimidas son siempre
opacas y la gente sabe por experiencia que, además, son embustes para
justificar descarnas peleas por los cargos y los escasos puestos de
mando.
No
hace falta al PSM aprovechar la experiencia de IU, reducida a la
marginalidad y la insignificancia precisamente por las peleas orgánicas
en las que los fulanismos y menganismos de unos políticos mediocres
pasan por encima de cualesquiera consideraciones de estrategia o
ideología. Tiene su propio saco. Un episodio tan vergonzoso como el
Tamayazo, caso único de transfuguismo corrupto y falta absoluta de
principios solo fue posible en una organización controlada por mafias
enfrentadas compuestas por oportunistas, trepas y mediocres incapaces de
ver más allá de sus narices, de su interés, de su poltrona, de su
nómina.
Los
responsables de este lamentable espectáculo en Madrid (y los de la
Ejecutiva que participan en el pandemonium) parecen ignorar que el PSOE
no es patrimonio suyo para hacer con él lo que les venga en gana. No lo
es de los dirigentes, ni de los militantes, ni siquiera de los
votantes. El PSOE es un partido centenario, patrimonio de todos los
españoles y sus actuales gestores en todos los niveles no son más que
administradores que habrán de rendir cuentas de sus actos.
Lo
que hace indigno el gobierno del PP es su convicción de que el país es
su cortijo, en el que puede cometer cualquier arbitrariedad y
desaguisado con total impunidad porque le pertenece. Por ello, no le
importa que sea imposible distinguir en su acción entre lo que es
gestión y lo que es puro expolio y saqueo de un patrimonio del que se
apropia por todos los medios, incluidos los ilegales. El PSM lleva
veinte años actuando de modo análogo con el agravante de que, mientras
el PP, siempre en el poder, dispone de privilegios y prebendas que
repartir entre los suyos, el PSM, eterno perdedor por su desunión, solo
reparte miseria, pucherazos, manipulaciones y puñaladas traperas.
Si
los responsables de este desastre no ponen los intereses generales por
encima de los de sus banderías y siguen agrediéndose al borde del
abismo, entregarán en bandeja el gobierno a la derecha que podrá seguir
haciendo y deshaciendo a su antojo en este país. O en lo que quede de
él.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
No hay comentarios:
Publicar un comentario