Las
elecciones de 27 de septiembre, de las que nadie sabía nada en España
hace dos meses y medio se han convertido de pronto en decisivas y
obligado a los participantes a tomar decisiones drásticas en diversos
órdenes. Drástico ha sido sustituir a Sánchez Camacho por el gigante
xenófobo García Albiol. Y drástico ha sido que el PSC renuncie
explícitamente al derecho a decidir. En general se observa un
corrimiento de fuerzas en el campo unionista, por consideraciones
tácticas sobre cómo hacer frente mejor al independentismo. Es como si
todos pensaran que echándose algo más a la derecha se encontraran en
mejor posición.
Podemos,
el último llegado a esta compleja realidad de la política catalana, ha
pagado su bisoñez con una notable pérdida de personalidad. Su clientela,
de izquierda unionista, no estaba muy conforme con las ambigüedades de
la dirección sobre el derecho a decidir y el proceso constituyente en el
que iba a decidirse todo. Inseguros respecto a su lugar se aliaron con la IU catalana en Catalunya Sí Que Es Pot,
es decir, con los mismos con quienes se vienen negando a confluir en el
Estado, sin que sus razones sean más convincentes para lo uno o para lo
otro. Entregaron la marca.
Ahora clarifican que no apoyarán ninguna DUI
después del 27 septiembre. Con ello, probablemente, tratan de contener
la sangría de efectivos unionistas a una nueva formación confluyente,
de izquierda, pero no soberanista. Ojo, Podemos no es soberanista. Su
pretensión, según explican sus dirigentes, es aglutinar voto catalán de
izquierda no independentista. Su porvenir es problemático. Tiene que
competir con la CUP, que es voto de izquierda, soberanista, pero no
coincidente con el independentismo burgués o "político". Pero también ha
de hacerlo con el PSC que, no ya a la DUI, al mero derecho a decidir
hace ascos. Y, encima, sumerge su marca registrada en una denominación
de las muchas que hay en la oferta. No parece que quepa esperar
resultados halagüeños.
Ahora
bien, los estrategas del partido confían en las elecciones catalanas
para insuflar ánimos nuevos a un decaído Podemos después de las últimas
consultas. Si, como es de imaginar en un panorama tan abigarrado como el
catalán, el voto real a Podemos no llega al 15%, ¿cuál será la
expectativa para noviembre? Algunos dirigentes avisan de que, después de
estas, habrá que ir a posibles pactos. Los pactos se basan en
consensos. Con consensos no se asaltan los cielos. Podemos queda
reducida a una fuerza política nominalmente antisistema y realmente
prosistema. Aliada al PSOE en el mejor de los casos. Se mirará como se
quiera, pero es un fracaso.
Al
final es bastante posible que una parte importante de los votos
unionistas en Cataluña vayan a parar a Ciudadanos, esto es, el partido
de la derecha civilizada que en Cataluña es una realidad a diferencia
del conjunto de España en donde es una quimera. Sobre todo teniendo en
cuenta que el candidato del PP, impuesto por la Meseta, es de extrema
derecha. También a C's pude ir a parar un voto unionista que hubiera
sido socialista pero huye del PSC porque en él avizora tendencias
soberanistas, como el caso de ese presidente del partido que pide el
reconocimiento de su carácter nacional.
Un
hipotético buen resultado electoral de C's en Cataluña, recogiendo
votos de todas las fuerzas unionistas, desde Podemos hasta el PP, será
la mejor prueba del carácter plebiscitario de las elecciones del 27 de
septiembre.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
No hay comentarios:
Publicar un comentario