La estimación de de voto que trimestralmente elabora el CIS ha dejado
a los partidos con pretensiones en las próximas generales entre
contentos y pesarosos; todos, como suele ser habitual, destacan lo que
les conviene y muestran más o menos distancia al trabajo del CIS en
función de cómo salen en la foto (siempre hay aspectos esperanzadores).
Pero todos detectan corrientes de fondo en el electorado como para
preocupar.
El PP, aunque obtiene uno de los peores resultados de la serie (la
larga), mejora en intención directa de voto (16% frente a una media del
12,5% en las ocho encuestas anteriores) y sube 2,6 puntos en la
estimación del CIS (voto directo, simpatía y cocina). Lo cual le coloca
en cabeza con el 28,2%, más de tres puntos por encima del PP, aunque
segundo en voto directo y simpatía. Que cada cual extraiga las
conclusiones que mejor le parezca.
El PSOE llega a las conclusiones semejantes por distinto camino, le
va bien el voto directo y la simpatía, pero se queda segundo en el
global. A su favor cuenta que Podemos, que amenazaba su posición
retrocede sensiblemente, tanto en voto directo como en el global
(15,7%). Y Ciudadanos, el último en llegar al pelotón de cabeza,
retrocede respecto a los datos de abril pero mantiene los dos dígitos
(11,1%) que supone un dato excepcional. Serán los “pactistas“ de la
nueva situación, la bisagra.
En Podemos se nota fatiga de materiales, no consiguen arruinar a sus
viejos colegas de IU y aledaños, que siguen vivos aunque a la baja, y se
alejan de su objetivo: desbordar al PSOE y alcanzar el liderazgo de la
izquierda. UPyD desaparece del mapa político, e IU y sus nuevos socios
rozan la posibilidad de obtener grupo parlamentario. Conclusiones
provisionales de este barómetro:
1.- El voto está bastante decantado, el voto directo es más alto que
nunca y los dudosos suman el porcentaje más bajo de la historia
reciente.
2.- Los partidos viejos tocaron fondo en abril, cuando sumaron menos del 50%, y recuperan ahora tres puntos.
3.- El efecto Podemos empieza a diluirse, cuenta que los encuestados
les sitúan en la zona extrema del arco político y que la valoración de
sus líderes es muy baja, antes de asumir el desgate de gobernar. No
obstante caben sorpresa con políticas de alianzas preelectorales que les
lleven a mejorar optimizando el voto de la izquierda; aunque hay que
andar con ojo a la hora de sumar votos dispersos en coaliciones
oportunistas, suele ocurrir que 1+1 de 1 (o menos).
4.- Cualquier cálculo electoral para las generales de noviembre está
afectado por lo que pase en Cataluña el 27S, el resultado catalán y sus
consecuencias posteriores, pueden producir vuelcos que hoy son
imprevisibles.
5.- Parece consolidarse un modelo de cuatro partidos en cabeza, dos
en torno al 25% y otros dos en torno al 15%. Un dibujo que con el
sistema electoral vigente producirá grupos parlamentarios incapaces de
formar mayoría suficiente (salvo la gran coalición que es impensable
este año y el próximo) con un solo partido, necesitarán sumar más
socios, más compromisos y más complicaciones.
En resumen una situación muy abierta, que hace difícil que el PP con
Rajoy repita gobierno y permite al PSOE aspirar a formar un gobierno
débil, de circunstancias, para ganar tiempo y dejar más espacio y tiempo
al desgaste de los viejos partidos y de los nuevos.
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