sábado, 8 de agosto de 2015

La Diada será ruidosa, pero Unió espera que Mas pierda la partida / José Hervás *

La convocatoria de las elecciones ‘plebiscitarias’ catalanas firmadas por el todavía presidente de la Generalitat, Artur Mas, ha provocado que se entre en un terreno desconocido hasta ahora en Cataluña desde la Transición. Los dos socios que más tiempo han gobernado desde que se restaurara el Estatuto de Cataluña han roto y las hostilidades no pueden ser más abiertas. Convergencia quiere declarar la independencia la noche misma de la elecciones, el 27-S. Uniò da por hecho que ese día supondrá la tumba de Artur Mas.

Aunque alertan de que hasta que lle­guen las elec­ciones vamos a ver días de eu­foria con la exal­ta­ción de Cataluña, en es­pe­cial con oca­sión de la ce­le­bra­ción del Día Nacional de Cataluña o la Diada.

Porque ana­li­zando tanto los datos pú­blicos como los pri­va­dos, desde Uniò se da por hecho que el re­sul­tado de las elec­ciones será muy ne­ga­tivo para las as­pi­ra­ciones de Artur Mas. Tienen claro los de­mó­cra­ta-­cris­tiano ca­ta­lanes que el President va a uti­lizar todos los me­dios de co­mu­ni­ca­ción que tiene en su mano y más, y toda la ca­pa­cidad de pre­sión para poder de­cantar a la opi­nión pú­blica de su lado. No es tarea sen­cilla para na­die.

Uniò ha com­par­tido mu­chos años de poder con Artur Mas y se co­nocen todos los me­dios de pre­sión que puede uti­lizar una ad­mi­nis­tra­ción. Desde re­cor­tarte la pu­bli­cidad ins­ti­tu­cional a re­ti­rarte los avales o los cré­ditos para la re­con­ver­sión e, in­cluso, ig­no­rarte a la hora de an­ti­ci­parte in­for­ma­ción, lo que no es una cues­tión ba­ladí.

Pese a ello dan por hecho que Mas tiene per­dida la par­tida. En el Gobierno y en el Grupo Parlamentario Popular se ale­gran abier­ta­mente de la rup­tura de Convergencia i Unió. En parte se atri­buyen el mé­rito de­bido al ca­riño con el que han tra­tado al líder Josep Antoni Durán i Lleida.

Le han man­te­nido como pre­si­dente de la Comisión de Exteriores del Congreso de los Diputados, lo que le ha per­mi­tido pro­gra­marse todas las vi­sitas al ex­te­rior que le han pa­re­cido opor­tu­nas, como pre­si­dente de una de las co­mi­siones más vis­tosas del Congreso de los Diputados. Los je­suitas alertan en sus ejer­ci­cios es­pi­ri­tuales a quienes as­piran a ser algún día miembro de la orden de que la va­nidad del mundo es in­fi­nita.

El PP ha tra­ba­jado esta fa­ceta del líder de Unió hasta el in­fi­nito. El man­dato del Gobierno era tra­tarle y apoyar con ca­riño todos sus des­pla­za­mientos al ex­te­rior. Y ha sur­tido efecto. Todo lo con­trario de lo que ha ocu­rrido con otra per­sona en la que tam­bién el Gobierno tenía puestas enormes es­pe­ran­zas, el pre­si­dente de la pa­tronal CEOE, Juan Rosell, que no ha­bría con­se­guido nin­guno de los ob­je­tivos que se le ha­brían mar­cado en este sen­tido.

Antiguos altos eje­cu­tivos de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales con­si­deran que el error ha sido con­fiar en una per­sona que tiene menos ca­pa­ci­dades de las que se le re­mu­ne­ran. No es que no lo haya in­ten­tado sino que no sirve. Desde que le ad­mi­tiera Alfred Molinas en Fomento del Trabajo Catalán se ha desen­vuelto muy bien en esos ám­bi­tos, pero la per­cep­ción desde ám­bitos pró­ximos al Gobierno es que en el ‘caso ca­ta­lán’ su ac­tua­ción es ma­ni­fies­ta­mente me­jo­ra­ble.

En cam­bio, otro as­pecto que re­fuerza la con­fianza de Uniò en el fra­caso de Mas se basa en el re­ciente sondeo del Centro de Estudios de Opinión, según el cual, los ca­ta­lanes par­ti­da­rios de sa­lidas menos drás­ticas que la in­de­pen­dencia entre las que se con­templa el fe­de­ra­lismo, una au­to­nomía re­for­zada, e in­cluso un con­fe­de­ra­lismo - aunque no se com­prenda muy bien en qué con­siste - cuentan con el apoyo del 57%. Es decir veinte puntos por en­cima de la op­ción re­suel­ta­mente in­de­pen­den­tista.

Estos re­sul­tados tam­bién han lle­vado a ase­gurar a la nú­mero dos de los so­cia­listas ca­ta­la­nes, Eva Granados, que las en­cuestas apuntan a que ma­yo­ri­ta­ria­mente la ciu­da­danía ca­ta­lana no está en nin­guno de los fren­tes, sino en una ter­cera vía, en un tercer blo­que, en el que se quiere una me­jora de la fi­nan­cia­ción au­to­nó­mica y del au­to­go­bierno. En ningún caso se quiere el in­mo­vi­lismo que re­pre­sen­ta­rían para ella el PP y Ciudadanos, ni una rup­tura con el resto del Estado, como plantea Mas.

A partir de esta se­mana se ha abierto un nuevo pe­ríodo ex­cep­cional en Cataluña cuya po­bla­ción asis­tirá por ter­cera vez en seis años a unas elec­ciones au­to­nó­mi­cas. Muchos datos apuntan a que Mas no tenía más re­medio que la huida ade­lante des­pués de su ac­titud rup­tu­rista con el Estado. Si las pre­vi­siones de los son­deos se cum­plen no solo tendrá que aban­donar el poder sino hacer frente a sus res­pon­sa­bi­li­da­des. Hoy hay 230.000 ca­ta­lanes más en ex­trema po­breza que cuando llegó al po­der. Aunque él se jus­ti­fi­cará di­ciendo que es otro ataque más de las fuerzas in­mo­vi­listas del Estado es­pañol.

(*) Periodista

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