Los
británicos andan estos días un poco ruborizados por los 17 segundos de
la filmación de 1933 en la que la Reina Madre enseña a la futura Isabel
II, entonces con siete añitos, a hacer el saludo nazi ante la cámara.
Pero casi sin excepción, se han conjurado para explicar que eran ‘cosas
de niños’. Hasta el peculiar alcalde de Londres, Boris Johnson,
aprovecha la ocasión para anotarse un tanto al solicitar una oleada de
afecto nacional y decirle a la Reina que no tiene que avergonzarse de
nada. Con las cosas de España no hay tanta consideración y sí bastante
ligereza.
España
siempre atrajo a los británicos, y ahí está la nutrida biblioteca
de relatos de los viajeros románticos que contaban, se
maravillaban o se horrorizaban de las tradiciones andaluzas,
castellanas etc. En este verano de fuego, y con las cosas que están
pasando tras las elecciones municipales del 24 de mayo, han vuelto a
surgir interpretaciones que algún caso son disparatadas.
Este mismo lunes, varias crónicas periodísticas se abren paso en el bosque informativo sobre Grecia para poner al día a los lectores sobre qué pasa en España. La más llamativa, y también la más desorbitada, responde a la vieja máxima de ‘no dejes que la realidad te estropee un titular’. Este es el titular en The Independent: ‘La política española está cambiando drásticamente a medida que grupos radicales de izquierda toman el control y obligan a tomar la siesta’.
No es una realidad forzada. Y el texto de Alistair Dawber no sólo no clarifica los datos auténticos, sino que se empecina en el error. Primero cuenta todos los vaivenes en Madrid, con el nuevo Ayuntamiento que quiere cambiar nombres de calles a mogollón y que ha abierto la página web Versión Original para enmendar la plana a los periodistas. Luego añade: ‘En otros sitios del país, nuevos alcaldes se están involucrando en asuntos del día a día, como en la pequeña localidad valenciana de Ador, donde la nueva administración ha hecho obligatoria la siesta’.
Y se queda tan ancho. Pese a dar cuenta del bando (no ‘decreto’) del alcalde Joan Faus sobre el ruido y la conveniencia para niños, mayores, trabajadores y todos de protegerse de las horas de calor y de no molestar, es incapaz de recoger la puntualización oficial. La hizo el propio Faus: ‘No se trata de un decreto ni una obligación, simplemente una recomendación’. Tampoco deja constancia el diario británico de que la campaña no es nueva, sino de todos los años.
Sin embargo, Dawber sí hace hincapié en las iniciativas para parar la construcción de hoteles en Barcelona y para establecer tasas turísticas, por ejemplo en Canarias. Y le llama la atención de que ‘con casi uno de cada cuatro españoles en paro, algunos se preguntan sobre la oportunidad de limitar la industria más lucrativa del país’.
También hay un vaticinio en la misma crónica del que no da fuente alguna y que además no se corresponde con los últimos sondeos sobre intención de voto: ‘España afronta unas elecciones generales probablemente en noviembre en las que el Gobierno del PP, tocado por escándalos de corrupción, espera aferrarse al poder. Su mayor desafío probablemente va a ser Podemos, y si el partido anti austeridad gana, los españoles estarán encaminados hacia las singularidades legislativas que pregona’.
Esta observación contrasta con una crónica de Reuters que dice todo lo contrario y que sí casa con las encuestas: ‘Podemos pierde terreno en España por efecto de la recuperación y de Grecia’. El beneficiario del desplome es el PSOE, señala. De todas formas, se cura en salud al advertir de que ‘la política en España es muy volátil’ en estos tiempos.
Y con varios días de retraso, el ‘proceso’ en Cataluña vuelve a las páginas de la gran prensa internacional con motivo de la ‘lista única’. En Financial Times, Tobias Buck pone a los lectores al tanto de lo último de ‘la lucha entre el Gobierno central y la región rebelde’. Añade que según los analistas, el pacto CDC, ERC y las plataformas civiles ‘aumenta las posibilidades de que la votación del 27-S sea vista no como una elección normal, sino como casi un referéndum sobre la independencia’.
No obstante, Buck puntualiza que pese al resurgimiento de la cuestión soberanista tras unos meses adormilado, la llegada de los nuevos partidos ha desviado la atención hacia cuestiones sociales y económicas.
Este mismo lunes, varias crónicas periodísticas se abren paso en el bosque informativo sobre Grecia para poner al día a los lectores sobre qué pasa en España. La más llamativa, y también la más desorbitada, responde a la vieja máxima de ‘no dejes que la realidad te estropee un titular’. Este es el titular en The Independent: ‘La política española está cambiando drásticamente a medida que grupos radicales de izquierda toman el control y obligan a tomar la siesta’.
No es una realidad forzada. Y el texto de Alistair Dawber no sólo no clarifica los datos auténticos, sino que se empecina en el error. Primero cuenta todos los vaivenes en Madrid, con el nuevo Ayuntamiento que quiere cambiar nombres de calles a mogollón y que ha abierto la página web Versión Original para enmendar la plana a los periodistas. Luego añade: ‘En otros sitios del país, nuevos alcaldes se están involucrando en asuntos del día a día, como en la pequeña localidad valenciana de Ador, donde la nueva administración ha hecho obligatoria la siesta’.
Y se queda tan ancho. Pese a dar cuenta del bando (no ‘decreto’) del alcalde Joan Faus sobre el ruido y la conveniencia para niños, mayores, trabajadores y todos de protegerse de las horas de calor y de no molestar, es incapaz de recoger la puntualización oficial. La hizo el propio Faus: ‘No se trata de un decreto ni una obligación, simplemente una recomendación’. Tampoco deja constancia el diario británico de que la campaña no es nueva, sino de todos los años.
Sin embargo, Dawber sí hace hincapié en las iniciativas para parar la construcción de hoteles en Barcelona y para establecer tasas turísticas, por ejemplo en Canarias. Y le llama la atención de que ‘con casi uno de cada cuatro españoles en paro, algunos se preguntan sobre la oportunidad de limitar la industria más lucrativa del país’.
También hay un vaticinio en la misma crónica del que no da fuente alguna y que además no se corresponde con los últimos sondeos sobre intención de voto: ‘España afronta unas elecciones generales probablemente en noviembre en las que el Gobierno del PP, tocado por escándalos de corrupción, espera aferrarse al poder. Su mayor desafío probablemente va a ser Podemos, y si el partido anti austeridad gana, los españoles estarán encaminados hacia las singularidades legislativas que pregona’.
Esta observación contrasta con una crónica de Reuters que dice todo lo contrario y que sí casa con las encuestas: ‘Podemos pierde terreno en España por efecto de la recuperación y de Grecia’. El beneficiario del desplome es el PSOE, señala. De todas formas, se cura en salud al advertir de que ‘la política en España es muy volátil’ en estos tiempos.
Y con varios días de retraso, el ‘proceso’ en Cataluña vuelve a las páginas de la gran prensa internacional con motivo de la ‘lista única’. En Financial Times, Tobias Buck pone a los lectores al tanto de lo último de ‘la lucha entre el Gobierno central y la región rebelde’. Añade que según los analistas, el pacto CDC, ERC y las plataformas civiles ‘aumenta las posibilidades de que la votación del 27-S sea vista no como una elección normal, sino como casi un referéndum sobre la independencia’.
No obstante, Buck puntualiza que pese al resurgimiento de la cuestión soberanista tras unos meses adormilado, la llegada de los nuevos partidos ha desviado la atención hacia cuestiones sociales y económicas.
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