lunes, 13 de julio de 2015

ὀξύμωρον*. Claves de una crisis llena de contradicciones / Carlos Díaz-Güell *

El gobierno griego, apurando todos los plazos, presentaba en la noche del jueves un programade ajuste por importe de hasta 13.000 millones de de euros (frente a los 8.000 propuestos antes de referéndum) a cambio de un rescate de tres años por 53.500 millones que incluye una cláusula de alivio de la deuda. La propuesta, no es muy diferente de la de la Comisión del 26 de junio y de la rechazada en el referéndum.

Las pre­siones pa­recen haber sua­vi­zado la po­si­ción de los acree­do­res, en par­ti­cular de Alemania, res­pecto al alivio de la deuda, aunque las op­ciones pre­fe­ridas si­guen siendo más alar­ga­mientos de plazos y re­cortes de ti­pos, frente al re­corte no­minal de la deuda.

El acuerdo, abre las ne­go­cia­ciones para un tercer res­cate y li­quidez puente para hacer frente a las ne­ce­si­dades de fi­nan­cia­ción más in­me­diatas del go­bierno, aunque en el seno del Eurogrupo hayan em­pe­zado a apa­recer las pri­meras fi­suras entre sus miem­bros (Alemania y Francia) sobre una po­sible so­lu­ción, con un poso de des­con­fianza grande en torno al com­pro­miso griego a cum­plir con las me­didas que se adopten y una suerte de cas­tigo hacia un go­bierno cuyas tesis re­pre­sentan un cierto pe­ligro hacia el status quo de la Unión. En todo caso, bajo la óp­tica de que siempre es mejor un mal acuerdo que un no acuerdo, el com­pro­miso se ha im­puesto y queda abierta la vía para su apro­ba­ción en los res­pec­tivos par­la­mentos na­cio­na­les.

Dejando al margen re­duc­cio­nis­mos, tan abun­dantes a la hora de po­si­cio­narse ante la crisis griega y su re­per­cu­sión e in­fluencia en el con­junto de la eu­ro­zona y la cons­truc­ción de la Unión, hay un factor en el que coin­ciden una buena parte de los ana­listas y ob­ser­va­do­res: la crisis griega va mucho más allá de un pro­blema de deuda –que tam­bién- y de po­lí­ticas de aus­te­ridad en Europa –que tam­bién- y ello obliga al con­junto de la Unión Europea a un pro­fundo examen de cómo y por qué se ha lle­gado a esta si­tua­ción y qué ac­tua­ciones son po­si­bles adoptar para que Europa no vuelva a en­fren­tarse a una si­tua­ción de igual o si­milar ín­dole.

Tras años de re­pre­sentar una muerte anun­ciada, son mu­chos los as­pectos y la con­fron­ta­ción de ideas a tener en cuenta y, sin los cua­les, es di­fícil or­denar el ta­blero de aje­drez en el que se está ju­gando una par­tida car­gada de al­bures y con­tra­dic­cio­nes:

No es un asunto menor el hecho de que Stiglitz, premio Nobel de Economía, una de las voces más crí­ticas frente a la or­to­doxia de la Unión, se po­si­cio­nara en el con­flicto al afirmar que las na­ciones eu­ro­peas acree­doras "son las cul­pa­bles" de la crisis griega y las con­di­ciones que im­ponen al go­bierno de Atenas son "indignantes". A este Nobel, se sumó otro, como Krugman, que re­co­men­daba a los griegos votar “no” en el re­fe­rén­dum, dado que el apoyo a las me­didas de la troika su­pon­dría pro­rrogar in­de­fi­ni­da­mente las con­di­ciones de los úl­timos años y ello ten­dría im­pli­ca­ciones po­lí­ticas ne­ga­tivas en el país. Grecia, según él, se ha le­van­tado “contra una cam­paña de acoso e in­ti­mi­da­ción”.

Por su parte, Márkaris, no­ve­lista y uno de los más res­pe­tados in­te­lec­tuales grie­gos, se des­col­gaba re­cien­te­mente seña­lando que “esta crisis no la ha creado Angela Merkel. Si Grecia está como está es culpa nues­tra”. Y no le falta ra­zón.

El ar­zo­bispo Ieronymos II de Atenas ponía de re­lieve el cre­ciente re­sen­ti­miento del pueblo griego que no sólo sufre de la realidad de la con­vul­sión eco­nó­mica, sino tam­bién de la imagen ne­ga­tiva que trans­miten de él los me­dios de co­mu­ni­ca­ción. “Los griegos no son la­dro­nes, ni hol­ga­za­nes, ni se en­tregan a prác­ticas frau­du­len­tas. El pueblo griego es un pueblo tra­ba­jador con sen­tido de en­trega y hos­pi­ta­li­dad; es un pueblo hon­rado con sen­tido de la dig­ni­dad”.

Aunque las pa­la­bras del ar­zo­bispo estén llenas de buena vo­lun­tad, no con­viene ol­vidar mul­titud de casos que el re­li­gioso ol­vida entre los que cabe ci­tar, a modo de ejem­plo, que mien­tras entre el 2001 y 2008 la po­bla­ción griega au­mentó 1,48%, el nú­mero de fun­cio­na­rios pú­blicos lo hizo en un 20%; que los Juegos Olímpicos de Atenas 2004 cos­taron más del doble que los de Sydney 2000; que el sa­lario medio de cada em­pleado de las em­presas pú­blicas griegas tri­pli­caba al sa­lario medio na­cio­nal, o que había un 50% más de pro­fe­sores por alumno en Grecia que en Finlandia, lo que no ha im­pe­dido que el sis­tema edu­ca­tivo griego sea uno de los peores cua­li­fi­ca­dos, mien­tras que el fin­landés sea uno de los más efi­cien­tes. Y todo ello, ha sido po­sible gra­cias al en­deu­da­miento sin lí­mites y a la falta de re­formas reite­ra­da­mente exi­gi­das.

Pocos creían hace unos años que se dieran las cir­cuns­tan­cias ob­je­tivas para que se pu­diera re­pro­du­cir, en al­gunos países de Europa, un su­ce­dáneo del Mayo Francés. Hoy, el pen­sa­miento de que el sis­tema, sin al­ter­na­ti­vas, se siente capaz de ab­sorber todas sus con­tra­dic­cio­nes, se ha vo­la­ti­li­zado y cada vez cobra más fuerza un lema de mayo de 1968: “cambiar la vida, trans­formar la so­cie­dad".

Vuelve a estar vi­gente la reac­ción contra el con­junto del sis­tema, contra el es­ta­blish­ment, contra la so­ciedad tal como se la co­noce. Hoy se vuelve a cri­ticar a la so­ciedad oc­ci­dental en sus fun­da­men­tos, en sus es­truc­turas bá­si­cas.

Tsipras, primer mi­nistro de la iz­quierda al­ter­na­tiva (Syriza) y Varufakis, in­cla­si­fi­cable mi­nistro de Hacienda, han dado ar­gu­mentos a quienes abogan por otra ges­tión de la crisis fi­nan­ciera y eco­nó­mica, algo que desde el po­pu­lismo y la iz­quierda al­ter­na­tiva se con­si­dera per­fec­ta­mente po­si­ble. En este te­rreno, la dia­léc­tica ha vuelto a mo­mentos his­tó­ricos de fuertes con­fron­ta­ciones ideo­ló­gicas que mu­chos creían ol­vi­da­dos. Solo así es po­sible es­cu­char y leer ar­gu­mentos si­mi­lares a los ma­ne­jados en plena con­fron­ta­ción entre los dos blo­ques o lo que es lo mismo, entre dos mo­delos o dos formas de en­tender el mundo y la so­cie­dad.

Las tesis del di­mi­tido mi­nistro griego de Finanzas, Varufakis, ex­perto en la teoría de jue­gos, que ha es­tu­diado y de la que ha es­crito mu­cho, triun­faron fu­gaz­mente tras los re­sul­tados del re­fe­rén­dum. La teoría de juegos es una rama de la eco­nomía que es­tudia las de­ci­siones en las que, para que un in­di­viduo tenga éxito, tiene que tener en cuenta las de­ci­siones to­madas por el resto de los ac­tores que in­ter­vienen en la si­tua­ción, como si se tra­tase de la es­tra­tegia de un juego como el pó­ker.

La con­vul­sión griega y su so­lu­ción, está a punto de afectar muy se­ria­mente a las re­la­ciones entre Alemania y Francia, los dos países sobre los que pi­vota el fu­turo de la Unión, ya que ambos man­tienen sen­si­bles di­fe­ren­cias al res­pecto. En al­gunos sec­tores de la iz­quierda, se ha ins­ta­lado la idea de que el re­sul­tado del re­fe­réndum no so­la­mente iba a afectar a Grecia, sino a los pro­pios fun­da­mentos es­ta­tu­ta­rios de la UE, “ya que se ha de­mos­trado que las po­lí­ticas neo­li­be­rales de aus­te­ridad han sido un fra­caso para Grecia” y otros países miem­bros con for­tí­simos y cre­cientes des­equi­li­brios y de­sigual­da­des.

El ór­dago griego ha con­se­guido que una parte de las ins­ti­tu­ciones como el FMI asuman que la deuda griega es im­pa­gable ma­te­má­ti­ca­mente, aunque ello no equi­valga a pasar pá­gina. La re­es­truc­tu­ra­ción de la deuda se in­cor­pora al de­bate.

La crisis eco­nó­mica de 2008 está de­jando ci­ca­trices muy pro­fundas en forma de mi­llones de per­sonas que han per­dido su em­pleo y cuyo nivel de vida ha su­frido un re­pen­tino ajuste a la baja, que puede dejar se­cuelas eco­nó­micas y psi­co­ló­gicas per­ma­nen­tes. Hoy, el reto es re­solver los pro­blemas es­truc­tu­rales de­ri­vados de la cri­sis, ge­nerar una re­cu­pe­ra­ción ro­busta que alivie el su­fri­miento de­ri­vado de la larga re­ce­sión y crear las con­di­ciones para evitar su re­pe­ti­ción.

El punto de par­tida es com­plejo: al­tí­simos ni­veles de deuda, in­ver­sión in­su­fi­ciente, sa­la­rios es­tan­ca­dos, po­breza en rá­pido au­mento, tipos de in­terés cero.

A la tra­di­cional y cada vez más sutil di­fe­rencia entre de­recha e iz­quierda, apa­rece una nueva ideo­lo­gía: el po­pu­lismo, con­cepto to­davía di­fícil de de­finir en ple­ni­tud, aunque sus lí­deres tienen muy in­terio­ri­zado que oc­ci­dente atra­viesa un pro­fundo mo­mento no po­lí­tico y no de­mo­crá­tico, que en las úl­timas dé­cadas ha re­ci­bido frenos por parte de pue­blos en re­beldía por el aus­te­ri­cidio rei­nante, ba­sado, su­pues­ta­mente, en el desarme de los Estados y en la des­re­gu­la­ción fi­nan­ciera.

Corrupción y crisis eco­nó­mica con­forman un coctel pe­li­groso, ex­plo­sivo y des­es­ta­bi­li­zador de una enorme in­fluencia entre las capas so­ciales que más su­fren los efectos de la cri­sis.

Toma fuerza la idea de fra­caso de las po­lí­ticas de aus­te­ri­dad, aunque nadie ofrece al­ter­na­tivas ra­zo­na­bles para la or­to­doxia eco­nó­mica. Los re­sul­tados están ahí: Imposible nivel de paro entre jó­ve­nes; es­caso fu­turo para mu­chos de ellos y, en de­fi­ni­tiva, re­cu­pe­ra­ción del con­cepto de Generación Perdida.

Grecia ha es­tado re­ci­biendo re­cursos fi­nan­cieros para cu­brir an­ti­guas deudas sin lo­grar salir de la re­ce­sión eco­nó­mica. La deuda griega en 2008, en re­la­ción al PIB, era del 108%; en 2010 del 146% y, en la ac­tua­li­dad, del 180%. En pa­ra­lelo, el PIB griego se ha con­traído un 25 % desde el 2008 hasta ahora. Algo muy serio ha fa­llado y nadie puede mirar para otro lado y no sen­tirse con­cer­nido.

Demasiadas res­pon­sa­bi­li­dades com­par­tidas en el con­flicto griego ante una si­tua­ción de crisis que pro­vocó que los dos pi­lares de la eco­nomía griega -turismo y trans­porte ma­rí­timo- en­traran en graves di­fi­cul­ta­des. Tampoco pueden ig­no­rarse ac­tua­ciones como las del banco de in­ver­siones nor­te­ame­ri­cano Goldman Sachs que ayudó al go­bierno he­leno a tapar los agu­jeros del mal ma­nejo fi­nan­ciero, a base au­mentar el en­deu­da­miento, lo que llevó al se­nador es­ta­dou­ni­dense Kirk a de­cir: “Cuando Grecia se en­ganchó a la he­roína (el con­sumo in­con­tro­lado de la deuda) Goldman Sachs fue su ca­mello (el pres­ta­mis­ta)”. Con amigos como éste no ne­ce­sitas enemigos y así lo han en­ten­dido las fuerzas po­lí­ticas al­ter­na­ti­vas.

La cues­tión geo­es­tra­té­gica ha te­nido un peso de­ter­mi­nante y tanto Putin como Obama han tra­tado de jugar sus car­tas.

La con­fron­ta­ción entre las ins­ti­tu­ciones eu­ro­peas y el go­bierno griego, ha de­ve­nido en una cierta rup­tura entre las so­cie­dades re­pre­sen­tadas por ambas par­tes, hasta el ex­tremo de que en las en­cuestas rea­li­zadas en la zona euro, son una ma­yoría los ciu­da­danos que mues­tran su har­tazgo no solo con los po­lí­ticos griegos sino con sus ciu­da­da­nos.

Parece al­ta­mente re­co­men­dable des­te­rrar la idea, muy ex­ten­dida en España, de que el pro­blema de en­deu­da­miento del país he­leno no afecta a los fun­da­mentos eco­nó­micos de España u otros países eu­ro­peos. Nada más lejos de la realidad y la crisis de deuda sigue siendo una de las es­padas de Damocles que penden sobre el fu­turo eu­ro­peo.

Frente a teo­rías in­sol­ventes de que el fu­turo de la Unión de­pende de la re­so­lu­ción de la crisis griega, dos re­fle­xio­nes: la Unión Europea surge como un factor esen­cial en la es­ta­bi­lidad y pa­ci­fi­ca­ción de un con­ti­nente pla­gado de gue­rras du­rante si­glos y en­fren­ta­mientos entre sus pue­blos y la crea­ción de la Unión y el es­ta­ble­ci­miento de una mo­neda única, ha de­ri­vado en la crea­ción de una de las re­giones más es­ta­bles y prós­peras del pla­neta con in­de­pen­dencia de ba­ches co­yun­tu­ra­les.

Post-it El oxí­moron (del griego ὀξύμωρον), dentro de las fi­guras li­te­ra­rias en re­tó­rica, es una fi­gura ló­gica que con­siste en usar dos con­ceptos de sig­ni­fi­cado opuesto en una sola ex­pre­sión que, a su vez, ge­nera un tercer con­cepto. Dado que el sen­tido li­teral de oxí­moron es opuesto, ‘absurdo’ (por ejem­plo, «un ins­tante eter­no»), se fuerza al lector o al in­ter­lo­cutor a com­prender el sen­tido me­ta­fó­rico.

(*) Editor de www.­ten­den­cias­del­di­ne­ro.­com

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