El gobierno
griego, apurando todos los plazos, presentaba en la noche del jueves un
programade ajuste por importe de hasta 13.000 millones de de euros
(frente a los 8.000 propuestos antes de referéndum) a cambio de un
rescate de tres años por 53.500 millones que incluye una cláusula de
alivio de la deuda. La propuesta, no es muy diferente de la de la
Comisión del 26 de junio y de la rechazada en el referéndum.
Las
presiones parecen haber suavizado la posición de los
acreedores, en particular de Alemania, respecto al alivio de la
deuda, aunque las opciones preferidas siguen siendo más
alargamientos de plazos y recortes de tipos, frente al recorte
nominal de la deuda.
El acuerdo, abre las negociaciones para un tercer rescate y liquidez puente para hacer frente a las necesidades de financiación más inmediatas del gobierno, aunque en el seno del Eurogrupo hayan empezado a aparecer las primeras fisuras entre sus miembros (Alemania y Francia) sobre una posible solución, con un poso de desconfianza grande en torno al compromiso griego a cumplir con las medidas que se adopten y una suerte de castigo hacia un gobierno cuyas tesis representan un cierto peligro hacia el status quo de la Unión. En todo caso, bajo la óptica de que siempre es mejor un mal acuerdo que un no acuerdo, el compromiso se ha impuesto y queda abierta la vía para su aprobación en los respectivos parlamentos nacionales.
Dejando al margen reduccionismos, tan abundantes a la hora de posicionarse ante la crisis griega y su repercusión e influencia en el conjunto de la eurozona y la construcción de la Unión, hay un factor en el que coinciden una buena parte de los analistas y observadores: la crisis griega va mucho más allá de un problema de deuda –que también- y de políticas de austeridad en Europa –que también- y ello obliga al conjunto de la Unión Europea a un profundo examen de cómo y por qué se ha llegado a esta situación y qué actuaciones son posibles adoptar para que Europa no vuelva a enfrentarse a una situación de igual o similar índole.
Tras años de representar una muerte anunciada, son muchos los aspectos y la confrontación de ideas a tener en cuenta y, sin los cuales, es difícil ordenar el tablero de ajedrez en el que se está jugando una partida cargada de albures y contradicciones:
No es un asunto menor el hecho de que Stiglitz, premio Nobel de Economía, una de las voces más críticas frente a la ortodoxia de la Unión, se posicionara en el conflicto al afirmar que las naciones europeas acreedoras "son las culpables" de la crisis griega y las condiciones que imponen al gobierno de Atenas son "indignantes". A este Nobel, se sumó otro, como Krugman, que recomendaba a los griegos votar “no” en el referéndum, dado que el apoyo a las medidas de la troika supondría prorrogar indefinidamente las condiciones de los últimos años y ello tendría implicaciones políticas negativas en el país. Grecia, según él, se ha levantado “contra una campaña de acoso e intimidación”.
Por su parte, Márkaris, novelista y uno de los más respetados intelectuales griegos, se descolgaba recientemente señalando que “esta crisis no la ha creado Angela Merkel. Si Grecia está como está es culpa nuestra”. Y no le falta razón.
El arzobispo Ieronymos II de Atenas ponía de relieve el creciente resentimiento del pueblo griego que no sólo sufre de la realidad de la convulsión económica, sino también de la imagen negativa que transmiten de él los medios de comunicación. “Los griegos no son ladrones, ni holgazanes, ni se entregan a prácticas fraudulentas. El pueblo griego es un pueblo trabajador con sentido de entrega y hospitalidad; es un pueblo honrado con sentido de la dignidad”.
Aunque las palabras del arzobispo estén llenas de buena voluntad, no conviene olvidar multitud de casos que el religioso olvida entre los que cabe citar, a modo de ejemplo, que mientras entre el 2001 y 2008 la población griega aumentó 1,48%, el número de funcionarios públicos lo hizo en un 20%; que los Juegos Olímpicos de Atenas 2004 costaron más del doble que los de Sydney 2000; que el salario medio de cada empleado de las empresas públicas griegas triplicaba al salario medio nacional, o que había un 50% más de profesores por alumno en Grecia que en Finlandia, lo que no ha impedido que el sistema educativo griego sea uno de los peores cualificados, mientras que el finlandés sea uno de los más eficientes. Y todo ello, ha sido posible gracias al endeudamiento sin límites y a la falta de reformas reiteradamente exigidas.
Pocos creían hace unos años que se dieran las circunstancias objetivas para que se pudiera reproducir, en algunos países de Europa, un sucedáneo del Mayo Francés. Hoy, el pensamiento de que el sistema, sin alternativas, se siente capaz de absorber todas sus contradicciones, se ha volatilizado y cada vez cobra más fuerza un lema de mayo de 1968: “cambiar la vida, transformar la sociedad".
Vuelve a estar vigente la reacción contra el conjunto del sistema, contra el establishment, contra la sociedad tal como se la conoce. Hoy se vuelve a criticar a la sociedad occidental en sus fundamentos, en sus estructuras básicas.
Tsipras, primer ministro de la izquierda alternativa (Syriza) y Varufakis, inclasificable ministro de Hacienda, han dado argumentos a quienes abogan por otra gestión de la crisis financiera y económica, algo que desde el populismo y la izquierda alternativa se considera perfectamente posible. En este terreno, la dialéctica ha vuelto a momentos históricos de fuertes confrontaciones ideológicas que muchos creían olvidados. Solo así es posible escuchar y leer argumentos similares a los manejados en plena confrontación entre los dos bloques o lo que es lo mismo, entre dos modelos o dos formas de entender el mundo y la sociedad.
Las tesis del dimitido ministro griego de Finanzas, Varufakis, experto en la teoría de juegos, que ha estudiado y de la que ha escrito mucho, triunfaron fugazmente tras los resultados del referéndum. La teoría de juegos es una rama de la economía que estudia las decisiones en las que, para que un individuo tenga éxito, tiene que tener en cuenta las decisiones tomadas por el resto de los actores que intervienen en la situación, como si se tratase de la estrategia de un juego como el póker.
La convulsión griega y su solución, está a punto de afectar muy seriamente a las relaciones entre Alemania y Francia, los dos países sobre los que pivota el futuro de la Unión, ya que ambos mantienen sensibles diferencias al respecto. En algunos sectores de la izquierda, se ha instalado la idea de que el resultado del referéndum no solamente iba a afectar a Grecia, sino a los propios fundamentos estatutarios de la UE, “ya que se ha demostrado que las políticas neoliberales de austeridad han sido un fracaso para Grecia” y otros países miembros con fortísimos y crecientes desequilibrios y desigualdades.
El órdago griego ha conseguido que una parte de las instituciones como el FMI asuman que la deuda griega es impagable matemáticamente, aunque ello no equivalga a pasar página. La reestructuración de la deuda se incorpora al debate.
La crisis económica de 2008 está dejando cicatrices muy profundas en forma de millones de personas que han perdido su empleo y cuyo nivel de vida ha sufrido un repentino ajuste a la baja, que puede dejar secuelas económicas y psicológicas permanentes. Hoy, el reto es resolver los problemas estructurales derivados de la crisis, generar una recuperación robusta que alivie el sufrimiento derivado de la larga recesión y crear las condiciones para evitar su repetición.
El punto de partida es complejo: altísimos niveles de deuda, inversión insuficiente, salarios estancados, pobreza en rápido aumento, tipos de interés cero.
A la tradicional y cada vez más sutil diferencia entre derecha e izquierda, aparece una nueva ideología: el populismo, concepto todavía difícil de definir en plenitud, aunque sus líderes tienen muy interiorizado que occidente atraviesa un profundo momento no político y no democrático, que en las últimas décadas ha recibido frenos por parte de pueblos en rebeldía por el austericidio reinante, basado, supuestamente, en el desarme de los Estados y en la desregulación financiera.
Corrupción y crisis económica conforman un coctel peligroso, explosivo y desestabilizador de una enorme influencia entre las capas sociales que más sufren los efectos de la crisis.
Toma fuerza la idea de fracaso de las políticas de austeridad, aunque nadie ofrece alternativas razonables para la ortodoxia económica. Los resultados están ahí: Imposible nivel de paro entre jóvenes; escaso futuro para muchos de ellos y, en definitiva, recuperación del concepto de Generación Perdida.
Grecia ha estado recibiendo recursos financieros para cubrir antiguas deudas sin lograr salir de la recesión económica. La deuda griega en 2008, en relación al PIB, era del 108%; en 2010 del 146% y, en la actualidad, del 180%. En paralelo, el PIB griego se ha contraído un 25 % desde el 2008 hasta ahora. Algo muy serio ha fallado y nadie puede mirar para otro lado y no sentirse concernido.
Demasiadas responsabilidades compartidas en el conflicto griego ante una situación de crisis que provocó que los dos pilares de la economía griega -turismo y transporte marítimo- entraran en graves dificultades. Tampoco pueden ignorarse actuaciones como las del banco de inversiones norteamericano Goldman Sachs que ayudó al gobierno heleno a tapar los agujeros del mal manejo financiero, a base aumentar el endeudamiento, lo que llevó al senador estadounidense Kirk a decir: “Cuando Grecia se enganchó a la heroína (el consumo incontrolado de la deuda) Goldman Sachs fue su camello (el prestamista)”. Con amigos como éste no necesitas enemigos y así lo han entendido las fuerzas políticas alternativas.
La cuestión geoestratégica ha tenido un peso determinante y tanto Putin como Obama han tratado de jugar sus cartas.
La confrontación entre las instituciones europeas y el gobierno griego, ha devenido en una cierta ruptura entre las sociedades representadas por ambas partes, hasta el extremo de que en las encuestas realizadas en la zona euro, son una mayoría los ciudadanos que muestran su hartazgo no solo con los políticos griegos sino con sus ciudadanos.
Parece altamente recomendable desterrar la idea, muy extendida en España, de que el problema de endeudamiento del país heleno no afecta a los fundamentos económicos de España u otros países europeos. Nada más lejos de la realidad y la crisis de deuda sigue siendo una de las espadas de Damocles que penden sobre el futuro europeo.
Frente a teorías insolventes de que el futuro de la Unión depende de la resolución de la crisis griega, dos reflexiones: la Unión Europea surge como un factor esencial en la estabilidad y pacificación de un continente plagado de guerras durante siglos y enfrentamientos entre sus pueblos y la creación de la Unión y el establecimiento de una moneda única, ha derivado en la creación de una de las regiones más estables y prósperas del planeta con independencia de baches coyunturales.
Post-it El oxímoron (del griego ὀξύμωρον), dentro de las figuras literarias en retórica, es una figura lógica que consiste en usar dos conceptos de significado opuesto en una sola expresión que, a su vez, genera un tercer concepto. Dado que el sentido literal de oxímoron es opuesto, ‘absurdo’ (por ejemplo, «un instante eterno»), se fuerza al lector o al interlocutor a comprender el sentido metafórico.
(*) Editor de www.tendenciasdeldinero.com
El acuerdo, abre las negociaciones para un tercer rescate y liquidez puente para hacer frente a las necesidades de financiación más inmediatas del gobierno, aunque en el seno del Eurogrupo hayan empezado a aparecer las primeras fisuras entre sus miembros (Alemania y Francia) sobre una posible solución, con un poso de desconfianza grande en torno al compromiso griego a cumplir con las medidas que se adopten y una suerte de castigo hacia un gobierno cuyas tesis representan un cierto peligro hacia el status quo de la Unión. En todo caso, bajo la óptica de que siempre es mejor un mal acuerdo que un no acuerdo, el compromiso se ha impuesto y queda abierta la vía para su aprobación en los respectivos parlamentos nacionales.
Dejando al margen reduccionismos, tan abundantes a la hora de posicionarse ante la crisis griega y su repercusión e influencia en el conjunto de la eurozona y la construcción de la Unión, hay un factor en el que coinciden una buena parte de los analistas y observadores: la crisis griega va mucho más allá de un problema de deuda –que también- y de políticas de austeridad en Europa –que también- y ello obliga al conjunto de la Unión Europea a un profundo examen de cómo y por qué se ha llegado a esta situación y qué actuaciones son posibles adoptar para que Europa no vuelva a enfrentarse a una situación de igual o similar índole.
Tras años de representar una muerte anunciada, son muchos los aspectos y la confrontación de ideas a tener en cuenta y, sin los cuales, es difícil ordenar el tablero de ajedrez en el que se está jugando una partida cargada de albures y contradicciones:
No es un asunto menor el hecho de que Stiglitz, premio Nobel de Economía, una de las voces más críticas frente a la ortodoxia de la Unión, se posicionara en el conflicto al afirmar que las naciones europeas acreedoras "son las culpables" de la crisis griega y las condiciones que imponen al gobierno de Atenas son "indignantes". A este Nobel, se sumó otro, como Krugman, que recomendaba a los griegos votar “no” en el referéndum, dado que el apoyo a las medidas de la troika supondría prorrogar indefinidamente las condiciones de los últimos años y ello tendría implicaciones políticas negativas en el país. Grecia, según él, se ha levantado “contra una campaña de acoso e intimidación”.
Por su parte, Márkaris, novelista y uno de los más respetados intelectuales griegos, se descolgaba recientemente señalando que “esta crisis no la ha creado Angela Merkel. Si Grecia está como está es culpa nuestra”. Y no le falta razón.
El arzobispo Ieronymos II de Atenas ponía de relieve el creciente resentimiento del pueblo griego que no sólo sufre de la realidad de la convulsión económica, sino también de la imagen negativa que transmiten de él los medios de comunicación. “Los griegos no son ladrones, ni holgazanes, ni se entregan a prácticas fraudulentas. El pueblo griego es un pueblo trabajador con sentido de entrega y hospitalidad; es un pueblo honrado con sentido de la dignidad”.
Aunque las palabras del arzobispo estén llenas de buena voluntad, no conviene olvidar multitud de casos que el religioso olvida entre los que cabe citar, a modo de ejemplo, que mientras entre el 2001 y 2008 la población griega aumentó 1,48%, el número de funcionarios públicos lo hizo en un 20%; que los Juegos Olímpicos de Atenas 2004 costaron más del doble que los de Sydney 2000; que el salario medio de cada empleado de las empresas públicas griegas triplicaba al salario medio nacional, o que había un 50% más de profesores por alumno en Grecia que en Finlandia, lo que no ha impedido que el sistema educativo griego sea uno de los peores cualificados, mientras que el finlandés sea uno de los más eficientes. Y todo ello, ha sido posible gracias al endeudamiento sin límites y a la falta de reformas reiteradamente exigidas.
Pocos creían hace unos años que se dieran las circunstancias objetivas para que se pudiera reproducir, en algunos países de Europa, un sucedáneo del Mayo Francés. Hoy, el pensamiento de que el sistema, sin alternativas, se siente capaz de absorber todas sus contradicciones, se ha volatilizado y cada vez cobra más fuerza un lema de mayo de 1968: “cambiar la vida, transformar la sociedad".
Vuelve a estar vigente la reacción contra el conjunto del sistema, contra el establishment, contra la sociedad tal como se la conoce. Hoy se vuelve a criticar a la sociedad occidental en sus fundamentos, en sus estructuras básicas.
Tsipras, primer ministro de la izquierda alternativa (Syriza) y Varufakis, inclasificable ministro de Hacienda, han dado argumentos a quienes abogan por otra gestión de la crisis financiera y económica, algo que desde el populismo y la izquierda alternativa se considera perfectamente posible. En este terreno, la dialéctica ha vuelto a momentos históricos de fuertes confrontaciones ideológicas que muchos creían olvidados. Solo así es posible escuchar y leer argumentos similares a los manejados en plena confrontación entre los dos bloques o lo que es lo mismo, entre dos modelos o dos formas de entender el mundo y la sociedad.
Las tesis del dimitido ministro griego de Finanzas, Varufakis, experto en la teoría de juegos, que ha estudiado y de la que ha escrito mucho, triunfaron fugazmente tras los resultados del referéndum. La teoría de juegos es una rama de la economía que estudia las decisiones en las que, para que un individuo tenga éxito, tiene que tener en cuenta las decisiones tomadas por el resto de los actores que intervienen en la situación, como si se tratase de la estrategia de un juego como el póker.
La convulsión griega y su solución, está a punto de afectar muy seriamente a las relaciones entre Alemania y Francia, los dos países sobre los que pivota el futuro de la Unión, ya que ambos mantienen sensibles diferencias al respecto. En algunos sectores de la izquierda, se ha instalado la idea de que el resultado del referéndum no solamente iba a afectar a Grecia, sino a los propios fundamentos estatutarios de la UE, “ya que se ha demostrado que las políticas neoliberales de austeridad han sido un fracaso para Grecia” y otros países miembros con fortísimos y crecientes desequilibrios y desigualdades.
El órdago griego ha conseguido que una parte de las instituciones como el FMI asuman que la deuda griega es impagable matemáticamente, aunque ello no equivalga a pasar página. La reestructuración de la deuda se incorpora al debate.
La crisis económica de 2008 está dejando cicatrices muy profundas en forma de millones de personas que han perdido su empleo y cuyo nivel de vida ha sufrido un repentino ajuste a la baja, que puede dejar secuelas económicas y psicológicas permanentes. Hoy, el reto es resolver los problemas estructurales derivados de la crisis, generar una recuperación robusta que alivie el sufrimiento derivado de la larga recesión y crear las condiciones para evitar su repetición.
El punto de partida es complejo: altísimos niveles de deuda, inversión insuficiente, salarios estancados, pobreza en rápido aumento, tipos de interés cero.
A la tradicional y cada vez más sutil diferencia entre derecha e izquierda, aparece una nueva ideología: el populismo, concepto todavía difícil de definir en plenitud, aunque sus líderes tienen muy interiorizado que occidente atraviesa un profundo momento no político y no democrático, que en las últimas décadas ha recibido frenos por parte de pueblos en rebeldía por el austericidio reinante, basado, supuestamente, en el desarme de los Estados y en la desregulación financiera.
Corrupción y crisis económica conforman un coctel peligroso, explosivo y desestabilizador de una enorme influencia entre las capas sociales que más sufren los efectos de la crisis.
Toma fuerza la idea de fracaso de las políticas de austeridad, aunque nadie ofrece alternativas razonables para la ortodoxia económica. Los resultados están ahí: Imposible nivel de paro entre jóvenes; escaso futuro para muchos de ellos y, en definitiva, recuperación del concepto de Generación Perdida.
Grecia ha estado recibiendo recursos financieros para cubrir antiguas deudas sin lograr salir de la recesión económica. La deuda griega en 2008, en relación al PIB, era del 108%; en 2010 del 146% y, en la actualidad, del 180%. En paralelo, el PIB griego se ha contraído un 25 % desde el 2008 hasta ahora. Algo muy serio ha fallado y nadie puede mirar para otro lado y no sentirse concernido.
Demasiadas responsabilidades compartidas en el conflicto griego ante una situación de crisis que provocó que los dos pilares de la economía griega -turismo y transporte marítimo- entraran en graves dificultades. Tampoco pueden ignorarse actuaciones como las del banco de inversiones norteamericano Goldman Sachs que ayudó al gobierno heleno a tapar los agujeros del mal manejo financiero, a base aumentar el endeudamiento, lo que llevó al senador estadounidense Kirk a decir: “Cuando Grecia se enganchó a la heroína (el consumo incontrolado de la deuda) Goldman Sachs fue su camello (el prestamista)”. Con amigos como éste no necesitas enemigos y así lo han entendido las fuerzas políticas alternativas.
La cuestión geoestratégica ha tenido un peso determinante y tanto Putin como Obama han tratado de jugar sus cartas.
La confrontación entre las instituciones europeas y el gobierno griego, ha devenido en una cierta ruptura entre las sociedades representadas por ambas partes, hasta el extremo de que en las encuestas realizadas en la zona euro, son una mayoría los ciudadanos que muestran su hartazgo no solo con los políticos griegos sino con sus ciudadanos.
Parece altamente recomendable desterrar la idea, muy extendida en España, de que el problema de endeudamiento del país heleno no afecta a los fundamentos económicos de España u otros países europeos. Nada más lejos de la realidad y la crisis de deuda sigue siendo una de las espadas de Damocles que penden sobre el futuro europeo.
Frente a teorías insolventes de que el futuro de la Unión depende de la resolución de la crisis griega, dos reflexiones: la Unión Europea surge como un factor esencial en la estabilidad y pacificación de un continente plagado de guerras durante siglos y enfrentamientos entre sus pueblos y la creación de la Unión y el establecimiento de una moneda única, ha derivado en la creación de una de las regiones más estables y prósperas del planeta con independencia de baches coyunturales.
Post-it El oxímoron (del griego ὀξύμωρον), dentro de las figuras literarias en retórica, es una figura lógica que consiste en usar dos conceptos de significado opuesto en una sola expresión que, a su vez, genera un tercer concepto. Dado que el sentido literal de oxímoron es opuesto, ‘absurdo’ (por ejemplo, «un instante eterno»), se fuerza al lector o al interlocutor a comprender el sentido metafórico.
(*) Editor de www.tendenciasdeldinero.com
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