jueves, 30 de julio de 2015

Albiol, la derecha catalana sin complejos / Pablo Sebastián *

Rajoy ha emprendido en Cataluña un giro a la derecha ‘sin complejos’ con el nombramiento del ex alcalde de Badalona Xavier García Albiol como candidato del PP a la Presidencia de la Generalitat. Se trata de un recurso de última hora con el que el jefe del Gobierno y del PP espera compaginar el agotamiento político de Alicia Sánchez Camacho con el descalabro electoral de García Albiol en Badalona, de cuya alcaldía fue desalojado por una amplia coalición progresista que, desde hace años, tenía en el punto de mira al político del PP por sus discursos de corte xenófobo como aquellos en los que relacionó a los rumanos gitanos con los problemas de seguridad ciudadana de su municipio.

Pero ese discurso contra la inmigración -al estilo de Marine Le Pen- les suena bien a los nacionalistas independentistas como a la derecha más radical y españolista. De ahí que Rajoy, a falta de candidato -y pasados los tiempos moderados de Josep Piqué- ha decidido que Albiol sea su mejor apuesta porque a buen seguro que va a polarizar buena parte de la batalla electoral  y mediática con un discurso radical en contra de los secesionistas de Mas y Junqueras, durante los comicios autonómicos y ‘plebiscitarios’ del próximo 27-S.

Se trata sobre todo de hacer ruido y de buscar el enfrentamiento para mandar en los titulares de los medios escritos y en los programas de la televisión. Y, de esa manera, dejar fuera de la polémica a Ciudadanos el partido que lidera Albert Rivera y al que el PP, con su giro a la derecha, le acaba de entregar todo el espacio del centro político catalán aunque parece claro que Rivera no buscará la tensión con sus adversarios sino ubicarse en el terreno de la moderación y las propuestas de Gobierno. Lo que le puede alejar de los medios pero acercar a los ciudadanos.

Curiosamente el enfrentamiento y la fractura social son las banderas que PP y Podemos presentan en toda España, y estos últimos a falta de un programa político y económico concreto que bien no tienen o que no se atreven a presentar. Sin embargo en Cataluña la batalla de la alta tensión política no es cosa de dos sino de tres (o más bien cuatro, dado que en ella participan también convergencia y ERC) porque en la cita del 27-S la alta tensión política y mediática se centrará en candidatos de la llamada ‘lista unitaria’ de Mas y Junqueras, así como en el PP y en Podemos. Y a buen seguro que Albiol para esta pelea ‘en el barro’ del gran ruido de la política extrema será un fornido luchador.

Sin embargo el problema de los partidos y candidatos extremos está en el día después de los comicios, porque será el momento de ver quién puede gobernar y con qué aliados. Y si ese problema parece algo difícil de resolver en el horizonte nacional español, en Cataluña se presenta como algo casi imposible de solucionar ante el cúmulo de los partidos -hasta ocho, Convergencia, ERC, Ciudadanos, Podemos, PSC, Unió, PP y CUP- que entrarán en el parlamento catalán.

El lugar desde donde Mas pretende proclamar la independencia por su cuenta y al margen de la legalidad, lo que ya veremos si es posible una vez que las encuestas no le garantizan la mayoría para gobernar. Ahora bien si el nombramiento de Albiol ha caído bien en los sectores más conservadores del PP -entorno de Aznar incluido- puede que incluso haya gustado más a Mas y Junqueras que necesitan un ‘sparring’ para su batalla política y ese puede ser Albiol, y con ello cuenta el PP una vez que, si su candidato se convierte en el enemigo a batir por parte de los nacionalistas, en La Moncloa piensan que eso le permitirá convocar en su entorno al voto españolista catalán.

Lo que sin duda está por ver, aunque el espectáculo está garantizado. La tensión directa con el PP benefició a Podemos en la Alcaldía de Madrid y ahora el PP quiere provocar el mismo modelo de enfrentamiento con el secesionismo catalán, aunque con riesgo de perder el centro político que es lo que le ocurrió a Esperanza Aguirre en la capital. Aunque esta vez el campo de batalla electoral es distinto y la singularidad de la cita plebiscitaria una incógnita sobre la que resulta difícil pronosticar.

(*) Periodista


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