martes, 14 de julio de 2015

La crucifixión de Tsipras, los límites de 'Podemos' y el trompazo de Rajoy y Guindos / A.R. Mendizabal

Dos noticias casi simultáneas para La Moncloa. Buena noticia: ‘El resultado animará al PP de Rajoy a reforzar su mensaje de que es el partido con las cualidades para cuidar de la recuperación española’. Y muy mala noticia: ‘La reelección hoy de Jeroen Dijsselbloem como presidente del Eurogrupo resultó un fiasco para España, que aspiraba a ganar peso en la UE con el nombramiento de Luis de Guindos’.

Y otras dos no­ti­cias para Podemos. La buena, apa­ren­te­mente, a juzgar por este tuit de Íñigo Errejón: ‘Dijsselbloem es re­ele­gido pre­si­dente del Eurogrupo. El ser­vi­lismo de Rajoy, sin re­com­pensa: De Guindos se queda fue­ra’. Y la mala: ‘El acuerdo sobre Grecia muestra las li­mi­ta­ciones que afronta Podemos, el aliado de Syriza en España’.

Son al­gunos ti­tu­lares y frases de la prensa na­cional e in­ter­na­cional este martes dentro del océano me­diá­tico que inunda las por­ta­das, las webs, las redes so­ciales y los no­ti­cia­rios de radio y TV. No hay mu­chas re­fe­ren­cias a España, porque es Grecia la pro­ta­go­nista. Pero la de­rrota de Guindos, que por mucho que se diga ahora es­taba más que can­tada desde hace meses por la in­cer­ti­dumbre de si el PP pierde las elec­ciones y deja de ser mi­nis­tro, ha des­per­tado el in­te­rés, entre otros AFP y DPA.

La agencia fran­cesa sub­raya que Guindos ‘había sido con­si­de­rado como una po­sible al­ter­na­tiva y es­taba en prin­cipio apo­yado por la can­ci­ller ale­mana Angela Merkel, pero los úl­timos meses Dijsselbloem pa­rece que había lo­grado el apoyo del in­flu­yente mi­nistro de Finanzas Wolfgang Schäuble’. Y la ale­mana: ‘La can­di­da­tura de Guindos su­ponía para e Gobierno la opor­tu­nidad de ganar re­pre­sen­ta­ción en el ám­bito eu­ro­peo’, y el in­tento fa­llido ‘es un golpe para el Partido Popular, el del jefe del Ejecutivo es­pañol, de cara a las elec­ciones ge­ne­rales pre­vistas para fin de año’.

Pero el drama, tra­ge­dia, ren­di­ción o ca­pi­tu­la­ción del primer mi­nistro griego Alexis Tsipras desata todo tipo de in­ter­pre­ta­cio­nes. En un aná­lisis de Bloomberg fir­mado por María Tadeo y Charles Penty, se pone el acento en que el re­sul­tado final de ma­ratón de reuniones estos días ‘puede servir como un baño de rea­lismo a los aliados del primer mi­nistro Alexis Tsipras en países como España en su in­tento de al­canzar el po­der’. Afirman: ‘España es el ba­ró­metro más in­me­diato de las ra­mi­fi­ca­ciones del acuerdo ce­rrado con Grecia’.

Un acuerdo que es­tuvo a punto de no lle­gar, de acuerdo con una mi­nu­ciosa y casi an­gus­tiosa re­cons­truc­ción de la larga noche del do­mingo al lunes en Bruselas, du­rante la Cumbre de los lí­deres de los 19 países del euro. La firman Anne-Sylvaine Chassany, Alex Barker y Duncan Robinson en Financial Times, y algún de­talle ha tras­cen­dido bas­tante, porque el re­lato se colgó en la web del pe­rió­dico no mu­chas horas des­pués del fin de las ne­go­cia­cio­nes.

Esa frase es la que fi­gura como ti­tular del texto: ‘Lo siento, pero no es po­sible que sal­gáis de la sa­la’. La pro­nunció el pre­si­dente del Consejo Europeo, el po­laco Donald Tusk. Eran sobre las seis de la ma­dru­gada del lu­nes, y todo es­taba casi roto. Punto muerto. Cansancio. Ganas de arrojar la toa­lla. Por eso Tusk se di­rigió a Tsipras y Merkel, que se di­ri­gían a la puerta de sa­lida. Según FT, ese ins­tante fue ‘lo más cerca que Grecia es­tuvo de salir de la eu­ro­zo­na’. La dis­cu­sión que se había atas­cado: el fondo fi­du­ciario de 50.000 mi­llones ac­tivos para vender y pagar deu­das. A Tsipras le pa­recía la pér­dida ab­so­luta de so­be­ra­nía. Salvado el mo­mento de pe­li­gro, se pudo readaptar la me­dida para salvar la cara sin perder la efi­ca­cia.

FT cuenta otros mo­mentos y otras frase que sólo se com­prenden por el can­sancio y el ardor de las dis­cu­sio­nes. Como cuando el mi­nistro de Finanzas de Finlandia, Alexander Stubb, cargó contra los griegos ‘por su in­ca­pa­cidad de hacer re­formas en medio si­glo’. O como Schäuble, que le es­petó en un mo­mento a Mario Draghi, pre­si­dente del BCE: ‘No soy un idio­ta’. Se sentía ser­mo­neado. Fue una si­tua­ción ‘muy fuerte, in­cluso vio­len­ta’, según una fuente.
Hubo mu­cha, pero que mucha ten­sión, con más in­vec­tivas de unos a otros. Al fi­nal, se cerró el do­cu­mento de siete pá­ginas que con­tiene unos de­beres para Grecia que dan miedo. Lo des­cribió un alto fun­cio­na­rio, y con su frase ter­mina el re­lato de FT: Crucificaron a Tsipras allí mismo, lo cru­ci­fi­ca­ron’.

No hay comentarios: