sábado, 18 de julio de 2015

Lo de De Guindos ha sido una “humillante derrota de Rajoy” / José Oneto *

Mientras siguen las especulaciones sobre el malestar del staff de Moncloa con el ministro de Economía y Competencia Luis De Guindos, tras su fracaso para conseguir la Presidencia del Eurogrupo, objetivo de Mariano Rajoy, desde que ganó las elecciones generales de 2011, el interesado guarda un escrupuloso silencio. Un silencio que se ha prolongado aún después del debate parlamentario del miércoles en torno al último Consejo Europeo, en el que fue objeto de todo tipo de críticas, sin encontrar, según su entorno, el suficiente apoyo por parte del Presidente del Gobierno, especialmente cuando el líder de la oposición Pedro Sánchez, le echó en cara que alguien que había pedido el rescate bancario para España, no podía aspirar a la Presidencia del Eurogrupo.

Refugiado en su escaño, el ministro de Economía tuvo que soportar todo tipo de ataques personales con una cara descompuesta y sin posibilidad, por el formato del debate, de intervenir. Por eso, cada vez sorprende más el silencio que sigue guardando, sin dar su opinión más allá de ese lugar común compartido por Rajoy de que “unas veces se gana y, otras, se pierde”. En esta ocasión la derrota parecía clara desde el pasado mes de abril cuando su contrincante, el holandés Jeroen Dijsselbloem, tenía atada prácticamente la mayoría, como este cronista anunció en esta misma sección, ante la negativa de fuentes del propio Ministerio que insistían en que se contaba con el seguro voto de Alemania, sin tener en cuenta que en el Eurogrupo todos los votos valen lo mismo. En la Moncloa creen que De Guindos ha cometido errores, que no ha luchado suficientemente y que daba el puesto por conseguido por el apoyo de la canciller alemana.

Según Financial Times no solo los griegos se lamentan de una “humillante derrota” en Bruselas, ya que España también ha sufrido una importante derrota y un punzante revés. A pesar del feroz cabildeo de Mariano Rajoy, presidente del Gobierno español, y pese al respaldo alemán, Madrid no logró lo que deseaba a toda costa. “De Guindos pierde y hunde a España en la irrelevancia política”, se comentaba en España. Durante gran parte de los doce meses pasados, De Guindos estaba considerado como presidenciable. La verdad es que España lleva tiempo infrarrepresentada entre los altos cargos de la UE, por lo que se le debía un gran cargo. El pasado año, cuando los jefes de Gobierno de la UE reñían por los mayores puestos en la Comisión Europea y el Consejo Europeo, Rajoy se mantuvo deliberadamente al margen, creyendo que se había asegurado una promesa implácita de que a De Guindos se la concedería el cargo del Eurogrupo. El nombramiento del español, además, sería visto como una bien merecida recompensa a un Gobierno que “había hecho los deberes” durante la crisis de la Eurozona y cuya economía está ahora en rumbo de crecer más del 3% este año.

Aunque, al parecer el ministro español perdió ante Jeroen Dijsselbloem, por un estrecho margen (de nueve contra diez votos, según algunos; de siete contra doce, según otros) aceptó respaldar al holandés en la segunda ronda de la votación para asegurar el respaldo unánime y que no pasase lo que en la primera elección que salió elegido el holandés con el voto en contra de España. Sin la perspectiva de un cargo europeo de alto perfil, es probable que De Guindos abandone la política española tras las elecciones generales. Él ya lo anunció antes de que se votase anunciando que no pensaba repetir en el cargo, argumento que utilizó Dijsselbloem para desmontar la candidatura del español que no podía presidir el Eurogrupo sin tener la cartera de Economía. Algo que la Moncloa interpretó como un gran error estratégico.

Para Rajoy, el no haber logrado que su hombre fuese elegido es doloroso. Le hubiese gustado pregonar el nombramiento de De Guindos como símbolo del nuevo estatus de España como la economía de más rápido crecimiento de la Eurozona y como alumno estrella y modélico. Hubiese sido un logro a exhibir en la próxima campaña. En vez de eso, le hace parecer aislado e impotente. Durante los dos últimos años, España ha presentado pocas demandas a sus socios en la Eurozona. Haber sido rechazada en una cuestión relativamente simple como la Presidencia del Eurogrupo dará que pensar en Madrid, pero puede que también en Bruselas. De un modo u otro, España exigirá compensación.

El periódico alemán Frankfurter Allgemeine Zeitung sostiene que difícilmente se habría entendido que el Eurogrupo hubiese votado en contra de un actual Presidente muy respetado. Además, en el grupo de sus compañeros De Guindos ha actuado en los últimos meses de forma más bien polarizadora, puesto que, principalmente por razones de política interna, ha empleado un tono más áspero que la mayoría de los demás para defender una política inflexible frente a Atenas. Nada sería ahora más nefasto para el Gobierno español que la impresión de que una tozuda oposición a las exigencias de austeridad y reforma de los acreedores pueda acabar siendo rentable. En todo caso, el Gobierno español está decepcionado de que el ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, tan sólo haya apoyado a De Guindos con poco entusiasmo en las últimas semanas. Schäuble dio a entender en varias ocasiones que se sentía vinculado a la promesa de Merkel pero que, aun así, considera a Dijsselbloem como un presidente excelente.

(*) Periodista

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