jueves, 30 de julio de 2015

Francia pretende rebobinar la Eurozona / Luis de Velasco *


Al parecer el gobierno francés está estudiando una iniciativa que, en síntesis, supondría parar simbólicamente el reloj de la Eurozona para después echar marcha atrás y empezar de nuevo tratando de corregir los múltiples errores acumulados desde el origen y que tantos problemas y quebrantos están causando. Evidentemente no está dicho así, reconocer todo eso sería políticamente incorrecto, pero de eso se trata.

Dos hechos a destacar. Uno, esto se pone hoy encima de la mesa por la situación de emergencia total en la eurozona por el problema griego, no resuelto, y sobre todo porque el ministro de Economía alemán, personaje importante, ha puesto encima de la mesa un tabú, la salida del euro de un país, Grecia, aunque sea temporalmente. Dos, la iniciativa francesa , a someter a otros países, aparte del componente político y propagandístico de toda iniciativa francesa, supone una cosa muy importante y también como la anterior una novedad: reconocer los graves errores cometidos en diseñar y echar a andar una unión monetaria incompleta y, por ello, con costes altísimos, algo que se está viendo todos los días.

Está claro y se irá viendo en fechas inmediatas que el problema griego no está resuelto. Un país que no crece no puede pagar la deuda salvo que haya un radical alivio de la misma normalmente mediante una quita, algo que se hizo con otros países como Alemania o Polonia. Pero esto no es posible con la actual normativa de la Eurozona. Grecia, estado semifallido con graves problemas institucionales y económicos, no parece tener suficiente potencial de crecimiento para pagar sus deudas. Así que Grexit sigue estando ahí por mucho que se quiera ocultar.

Todo esto es el resultado de la iniciativa, según unos visionaria según otros arbitrista, lanzada por grandes líderes europeos hace veinte años, de construcción de una unión económica y monetaria pero sin los elementos imprescindibles de la misma, seguramente pensando en lo de siempre en la construcción europea: vamos adelante, ya iremos resolviendo los problemas cuando se presenten. Pero eso, que puede valer en temas como por ejemplo el desarme arancelario y comercial, no vale cuando salen a escena temas que afectan al meollo de la soberanía de cada país cuando además entre ellos hay grandes diferencias económicas e institucionales. 

Un repaso a las posibles propuestas francesas basta para ver el enorme y muy difícil camino por recorrer. Desde elemento imprescindibles en una unión económica (Fondo Monetario Europeo, presupuesto propio, en suma elementos imprescindibles en un gobierno económico común), hasta de política social (salarios mínimos similares, seguro europeo de desempleo) pasando por políticos (parlamento de la eurozona, unión política al fondo) y fiscales (unión fiscal auténtica y no lo que dicen que hay ahora). En suma, “¡¡¡Es la Unión Política, estúpido!!!”.

Seguir adelante como hasta ahora está demostrando tener unos costes sociales altísimos sobre todo para las capas más desfavorecidas de la población que siguen creciendo. El empecinamiento en los recortes a ultranza, en las devaluaciones internas y en la austeridad expansiva con el telón de fondo de una unión monetaria fallida llevan a más de lo mismo y a la desaparición de ese famoso modelo europeo de la solidaridad y de la Europa Social, algo que ya parece que pasó a la historia. Lo estamos viendo con la población de la unión y con la vergonzante política respecto de la inmigración económica y los refugiados políticos.

La Eurozona ha llegado a una encrucijada decisiva como muestra el caso griego. Aquí no vale lo que decía el beisbolista americano famoso por sus frases célebres Yogi Berra:”Cuando llegues a un cruce de caminos no lo dudes. Tómalo”. Eso no vale. Europa ha de optar. O camina decididamente y muy rápido hacia una verdadera unión económica y monetaria con la unión política al fondo o se decide por un desmontaje limitado o total de esta pseudounión monetaria empezando por Grexit. No se sabe cuáles serían sus costes pero sí se sabe, al menos en parte, cuales son los de quedarse en la situación actual, en tierra de nadie. Costes muy altos sociales, económicos y políticos.

(*) Economista

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