Los ciudadanos griegos han dado un rotundo respaldo a la política de
negociación del gobierno del primer ministro griego Alexis Tsipras
frente a las propuestas de los organismos internacionales para
alcanzar un tercer rescate. El líder de la coalición Siriza ha salido
fortalecido de este embate político frente a su propio partido y ante
la oposición, cuyo líder, Andonis Samarás, ha tenido que dimitir como
consecuencia de los resultados, dado que había empeñado su futuro en
el sí.
Pero aunque Tsipras ha creado un gravísimo problema a sus acreedores
internacionales, que tendrán que cambiar parte de su estrategia
negociadora, ya que el fondo de la oferta no lo podrán cambiar, sobre
todo ha agudizado el problema económico del pueblo griego.
Los resultados han levantando todas las alarmas. La canciller alemana
Angela Merkel y el presidente francés, François Hollande consiguieron
que el presidente del Consejo Europeo convocara una Cumbre
Extraordinaria para el martes ante lo incierto del futuro.
Por su parte, el presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, por
su parte, ha mantenido durante toda la noche consultas telefónicas con
los principales líderes europeos, mantendrá una reunión de urgencia
con los presidentes de las instituciones comunitarias y del FMI este
mismo lunes y ha pedido comparecer de urgencia ante el Parlamento
Europeo, mañana martes, ante lo extraordinario de la situación.
La cotización del euro se vio afectada este domingo inmediatamente
después de conocerse los resultados con un importante recorte respecto
de su cotización frente al dólar del pasado viernes, lo que puede ser
un anticipo de la volatilidad que van a sufrir los mercados los
próximos días como consecuencia de la incertidumbre generada.
El editorial del New York Times de la pasada semana en el que
analizaba la situación provocada por la actitud griega calificaba la
situación como de una de las más excepcionales de los 60 años de
historia de las instituciones comunitarias.
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, que ha vuelto a convocar a
los miembros de la Comisión Delegada de Asuntos Económicos para
analizar los resultados, también ha vuelto a admitir que lo que está
sucediendo en Grecia, “puede, sin duda, afectar a España y a otros
países de la Unión Europea”. Eso sí, ha repetido el mantra que reitera
cuando habla de crisis: A España le va a afectar mucho menos que si no
se hubieran llevado a cabo las reformas estructurales desarrolladas
durante la presente legislatura”.
Dejando aparte las declaraciones de manual que se repiten ante
situaciones complejas, como la que viven en la actualidad las
instituciones comunitarias y los propios ciudadanos europeos, por el
callejón sin salida al que ha llevado Grecia a toda Europa, lo que
aparece con más claridad es que Europa no tiene liderazgo.
Quienes la dirigen han admitido presiones inadmisibles de los
dirigentes de un país que de forma sistemática ha rehusado cumplir con
las normas que ha aprobado que respetaría para ser miembro de la Unión
Europea y de la eurozona.
Sin duda que la angustia que sufre una parte del pueblo y en especial
los más desfavorecidos y las clases pasivas tiene que ser tenida en
cuenta. El presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz, se ha
visto en la obligación de prometer ayuda humanitaria ante la situación
límite que sufre una parte importante de la población. Pero también
tienen que recordarle a los actuales líderes griegos que si quieren
seguir en Europa tienen que admitir que los pueblos de los otros 18
países también han introducido medidas de austeridad para no vivir a
expensas de los esfuerzos de sus vecinos.
El 30 % de la población griega vive por debajo del índice de pobreza.
Pero los responsables de la misma no son las instituciones
comunitarias. Los líderes griegos del pasado han tenido una
responsabilidad directa sobre lo que está ocurriendo en Grecia en la
actualidad. Los líderes actuales deberán saber que su actitud no solo
compromete el futuro del Euro, compromete sobre todo el futuro del
pueblo griego.
(*) Periodista
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